“Morir es vivir”
La muerte es inminente
es el paradero de toda la gente;
es un sitio de despedida,
pero a pesar de aquello, sigue la vida.
Veo a la muerte como un destino
donde empieza el trayecto de un nuevo camino,
la veo como un joven enamorado:
Una cosa a la cual todos estamos destinados,
destinados a ver con grandeza
porque es parte de esta belleza.
En la muerte, Dios está presente
con una cara sonriente
porque lo veremos por primera vez
como el Dios bueno que es
el que nos quiere y nos ama
con todo su Ser y alma.
Como un monje dijo:
“La muerte es la continuación de la vida, hijo”,
y eso es lo único que no me cabe duda
porque a pesar de que la vida terrenal sea mala y dura,
su etapa final será buena y pura.
Morir es vivir,
porque es parte de nuestro existir.
Morir es vivir
porque con ello, Dios nos ve sonreír.
Morir es parte de la vida
porque es el comienzo de una nueva carrera de ida
donde no hay vuelta
pero sí una sola meta:
Estar nuevamente con nuestro Ser amado,
Dios, Jesús, nuestro Ser más adorado.