Atrapasueños

Atrapasueños

Hoy
mientras terminaba de empacar mis pertenencias, me di cuenta de dos cosas; la
primera era la extra
ña
esencia caótica de mi cuarto, ya que, a pesar de estar vacío casi en su
totalidad, no dejaba de emanar esa esencia a desastre, que yo mismo me encargué
de impregnarle a lo largo de dieciocho a
ños; la
segunda de estas podría llegar a ser tomada como una contradicción de la
primera, ya que en esta note la ausencia de varias pertenencias mías (o que al
menos alguna vez lo fueron), las cuales pudieron haber seguido perdidas bajo el
marco del olvido, sino hubiera sido por aquel día.

Poco a
poco empecé a recordar toda mi vida, por medio de objetos materiales que
irónicamente ya no lo eran en ese momento debido a su ausencia; recordé cuando
tenía seis años, yo era regordete pero simpático, o como decían coloquialmente
en el colegio “el gordito buena onda”, además de mis notorias facciones
físicas, recordé mi pasión por la arqueología y como esta me hizo leer montones
y montones de libros, revistas y enciclopedias respecto al tema, en especifico
al periodo que comprende a la era Mesozoica.

Tal
obsesión llego al grado de que le rogué a mis padres que me llevaran a “Reino
Aventura”, lugar en el que había una exposición del tema, lamentablemente mis ruegos
nunca fueron cumplidos; en compensación a eso, el seis de enero del dos mil
seis, mis padres me compraron unos dinosaurios de plástico con los que jugué
miles de horas, perdiéndome en ese mundo que solo un niño es capaz de crear, yo
amaba esos juguetes, pero ahora notaba su ausencia en los estantes de mi
cuarto.

Después
de eso volteé a ver mi viejo amplificador, con el cual en conjunto con mi vieja
guitarra enfoque casi todo mi tiempo de la secundaria a la música, recordé que
cada día después de llegar del colegio, me encerraba en mi habitación y me
ponía a tocar hasta que mis dedos ya no respondieran, esa virtud no era
exclusiva al espacio que conformaba mi casa, sino que era una virtud que al ser
llevada al extremo se volvió un dogma, el cual era practicado en el día y en la
noche, en mi casa y en la escuela, yo aprovechaba la más mínima distracción del
profesor en turno para sacar mi instrumento y tocar tres notas, es decir un
acorde; esas manías me llevaron a sacar muy malas notas en casi todas mis
materias e incluso a por poco llevarme todo un año escolar por esa suerte de
dogma llamada música.

El
punto máximo de esta casi religión mía, llego precisamente en mi ultimo año de
secundaria; evidentemente al ser su punto máximo, también fue el inicio de su
declive; recuerdo que era el festival de navidad en el colegio, yo estaba
encargado de tocar el solo en la canción que abriría el evento, no quiero
entrar en detalles de la situación, ya que es una situación tan traumante que
aun hoy en día, mi cerebro bloquea la gran mayoría de sucesos ocurridos ese
día, por que me limitare a decir que “la regué” y falle en el solo, me falle a
mí, a mi madre que fue a verme ese día y a mi maestro, quien en un tono
colérico me dijo: -Tu no vuelves a tocar un solo mientras yo de clases aquí.
Cabe de mas decir que cumplió su palabra. A pesar de lo ocurrido seguí tocando,
aunque cada vez mas sin entusiasmo; al año siguiente de lo ocurrido mi madre
con sus ahorros me compro una bellísima guitarra Ibáñez color amarillo, a pesar
de que esa guitarra era bellísima, no impidió que paulatinamente yo dejara de
tocar y tampoco impidió que hoy estuviera ausente.

Después
de quitar la última estantería de mi cuarto, salió a la luz un trozo de papel
negro, el cual había permanecido pegado a la pared aproximadamente seis años;
aquel trozo de papel en un inicio carecía de significado, pero después de
analizarlo por varios minutos cobro significado (al igual que un poema), ese
trozo de papel había sido alguna vez un poster de una serie animada, la cual
veía todos los sábados con mi padre, nos recordé en frente de aquella
televisión gorda viendo aquel programa sin emitir sonido alguno, aprovechando
los comerciales para jugar a ser los protagonistas de dicha serie, lo cual hace
inevitable que cada que pienso en mi padre termino pensando en el programa y
que cada que pienso en el programa termino pensando en mi padre.

Aquel
trozo de papel al igual que el amplificador y mis estantes vacíos, me hicieron
recordar una época de mi infancia o adolescencia; pero también me hicieron
percatarme de que ningún solo objeto de mi habitación, había estado presente y
estático desde el momento en que se construyó, hasta este momento en el que lo
abandono, a excepción de un viejo y polvoriento (característica que comparte
con la gran mayoría de mis pertenencias) 
atrapasueños; ¿a qué se debía que este simple atrapa sueños fuera lo
único que se mantuvo vigente en mi cuarto?, tal vez era por simple indiferencia
a su presencia, no, no era por eso, su permanencia se debía a algo mas
complejo.

El año
y lugar exacto no los recuerdo, pero de todas formas no son esenciales para mi
historia, aunque para satisfacer a los lectores mas estrictos, me limitare a
decir que yo tendría entre ocho a diez años y que el hecho ocurrió en algún
lugar entre Pachuca y el Estado de México. Yo caminaba al lado de mi padre en
un bazar, nos detuvimos en una esquina a esperar a mi madre y a mi hermana,
quienes como de costumbre se habían quedado atrás en un puesto de cosméticos,
ropa o cualquier otro de esos objetos que llaman tanto la atención de las
mujeres; en vista de que ellas demorarían mas tiempo que el estimado decidí
alejarme un poco en busca de algo que me llamara la atención.

Primero
vi un puesto de CD y DVD piratas, pregunte por una película y al negarme el
derecho de que la reprodujeran ahí (esto con el fin de verificar que el DVD
contuviera el contenido deseado), decidí alejarme del puesto; después encontré
un puesto donde vendían  navajas, gas
pimienta y todas esas cosas diseñadas para defensa personal (o para atacar
también), pero debido a que en ese entonces era un infante, el vendedor se
rehusó a venderme algo; iba de regreso a reencontrarme con mi padre cuando
vislumbre un puesto negro, ahí vendían: playeras de bandas famosas de rock (The
Doors, Pink Floyd, The Beatles), pulseras y cinturones con picos con picos,
gabanes con estampados de cierta planta (la cual me rehusó a contar, pero
deduzco que la gran mayoría sabe a que planta me refiero) y un extraño objeto
circular que tenia una especie de telaraña en el centro y que además estaba
adornado con plumas; pregunte que era ese objeto y cual era su función, el
vendedor me respondió: -Esto es un atrapasueños y como su nombre lo indica sirve
para atrapar aquello con lo que sueñas, esto con el fin de que algún día se
vuelvan realidad.

Sin
pensarlo dos veces compre aquel atrapasueños, aunque no para darle el uso que
se me había explicado.

Una vez
en casa fui a buscar un martillo y un clavo, inútilmente traté de encajar el
clavo en la pared por lo que tuve que pedir ayuda a mi padre, después de
realizada dicha tarea me pregunto que era eso que había comprado y porque lo
quería colocar en mi pared, procedí a responder todo lo preguntado con las
mismas palabras del vendedor. Mi padre solo hizo una mueca de disgusto y de
desagrado. Por aquellas épocas sospechaba que mi padre guardaba cierto
sentimiento de decepción hacia mí, el esperaba que fuera fuerte, valiente, que
fuera el hombre de la casa; pero yo era todo lo contrario, era débil y estaba
lleno de miedos, yo nunca podría ser el hombre de la casa.

Pero
para eso estaba el atrapasueños, con el no encerraría mis sueños o mis deseos,
no, con el encerraría a mis peores pesadillas, con el encerraría miedo irracional
a la oscuridad, con el encerraría la debilidad que era responsable de que la
mayoría de la gente pasara por encima de mí, con el encerraría la vergüenza que
me producía ser alguien incapaz de defenderse, con el encerraría todo lo malo
en mi para poder convertirme en una nueva persona, libre no de defectos pero al
menos si de miedos.

Al
parecer nunca logre librarme completamente de ellos, porque diez años después
aquella prisión de pesadillas seguía colgada en mi cuarto, entonces ¿además de
lo físico que diferenciaba a mi yo de dieciocho años con mi yo de los ocho
años?, ¿seguía teniendo aquellos miedos, aquellas debilidades?, si, de hecho a
causa del tiempo había desarrollado más, pero también a causa de ese mismo factor
aprendí a vivir con ellas; aprendí a ignorarlas cuando fuera necesario, y a
sacarlas no de una manera toxica, sino de una manera productiva, esa era la
única y gran diferencia entre mi yo joven y mi yo niño.

Hoy
mientras acababa de empacar mis pertenencias, además de notar ausencias,
nostalgia y emoción, note que tenía miedo, miedo por dejar mi nido y tener que
volar en los cielos de esta ciudad caótica; mi yo niño se hubiera echado atrás,
habría desempacado sus cosas e ido a dormir en busca de que ese miedo quedara
encerrado en el atrapasueños; pero mi yo de dieciocho años decidió que era hora
de dejar de darle esa responsabilidad a un objeto y correr riesgos, mi yo
presente decidió no llevarse ese atrapasueños consigo, ya que ya no lo iba a
necesitar, me había convertido en mi propio atrapasueños.




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