La Fumarola
Por Nelly del Valle Pérez Acosta
Un
día cinco jóvenes salieron de excursión
a las montañas. Desde muy temprano
anduvieron por esos parajes hermosos de la Sierra Nevada. Atravesaron
ríos, grutas y cuevas hasta llegar a un espacio abierto donde se podía ver
claramente el perfil de la Cara del Indio montaña denominada así por el
parecido que tiene al perfil de un indio norteamericano, lugar donde los
jóvenes querían llegar como meta. Una vez allí, iniciaron la exploración de los
alrededores para luego instalar el campamento.
Después
del arduo trabajo de armar las carpas,
de buscar leña y piedras para la fogata se tomaron un descanso recreándose,
cantando, tocando flauta dulce, jugando barajas, relatando cuentos de suspenso
entre otras cosas. Así pasaron la tarde en ese hermoso y tranquilo lugar.
Al
caer la noche, encendieron la fogata y cocinaron una riquísimas arepas a la
brasa rellenas de aguacate y tomates con un toque de queso chiguarero. Los
jóvenes disfrutaron muchísimo de aquella exquisita cena, también aprovecharon
el calor que les ofrecía la fogata para entibiar sus manos y pies ya que el
frío era muy intenso. Agotados por el cansancio sucumbieron ante Morfeo (dios
del sueño) quien poco a poco los indujo a un sueño profundo y plácido.
Al
amanecer uno a uno iba despertando. El más joven se aproximó a una pequeña
quebrada (riachuelo) cercana al campamento. Tenía necesidad de echarse agua
bien fría en la cara para desvelarse un poco, pero para su sorpresa al tomar el
agua con sus manos se dio cuenta que estaba muy caliente, a punto de hervir. Se
dijo así mismo:
-Esto
es muy extraño, es inusual que el agua cambie drásticamente la temperatura de
la noche a la mañana-.
Inmediatamente
fue a decirle a sus compañeros sobre el extraño acontecimiento. Discutieron una
y otra vez sobre sus posibles causas y no encontraron razón alguna para
que éste extraño fenómeno estuviera
ocurriendo. Un tanto alarmados pero no desanimados continuaron la excursión hacia la Cara del
Indio hasta su regreso a la ciudad.
Pasado
los días los cinco jóvenes Miguel, Rosa, Naxia, Arturo y José se volvieron a
encontrar y lograron ponerse de acuerdo para notificar a las autoridades sobre
lo observado en la montaña. Juntos se dirigieron a las autoridades competentes,
es decir a oficinas de Protección Civil, Ministerio del Ambiente, Gobernación,
prensa, radio, entre otros, pero lamentablemente ninguna de las autoridades y
entes públicos les tomaron con seriedad.
-¡Nadie
nos quiere escuchar! No nos toman en serio… ¿Qué podemos hacer?- dijo Naxia
desconcertada y desanimada.
-No
podemos hacer nada. Sólo queda esperar que ellos con el tiempo se den cuenta
del extraño fenómeno. Ya habrá algún científico curioso que explore el lugar y
notifique con pruebas en la mano lo que está ocurriendo allí.- dijo José.
Arturo, Miguel y Rosa estuvieron de acuerdo con los que sus compañeros decían.
Semanas
después, los habitantes de la ciudad no dejaban de comentar un hecho
trascendental y curioso. Se habían dado cuenta que en el perfil de la montaña
de la Cara del Indio se podía observar a simple vista una pequeña columna de
humo. Estaban todos extrañados de tan
raro fenómeno
En
la ciudad se comentaba que esa fumarola fue producida por excursionistas
descuidados e irresponsables que dejaron encendida alguna fogata ocasionando un
incendio, otros decían que estaban experimentando con alguna maquinaria pesada
y así, cada quien comentaba cualquier supuesto sobre aquel extraño
acontecimiento. Con el transcurrir del tiempo, los habitantes de la ciudad
comenzaron a cuestionar a las autoridades locales ya que ninguna se pronunciaba
al respecto. Después de unas cuantas semanas la columna de humo (la fumarola)
se hizo cotidiana por lo que los habitantes de la ciudad ya no les llamaban la
atención e ignoraban su presencia.
Miguel,
Arturo, José, Naxia y Rosa se volvieron a reunir para realizar otra excursión,
esta vez al Pico Bolívar poseedora de nieves perennes montaña más elevada que
la Cara del Indio y ubicada al lado opuesto de la misma. Los jóvenes se
dirigieron a la primera estación del teleférico donde comenzarían con mucho
entusiasmo su ascenso. Poco a poco fueron pasando una a una las estaciones, al
llegar a la última caminaron por los senderos que los llevaría a la Laguna de
los Anteojos llamada así por ser lagunas gemelas y parecerse a un par de
anteojos, ahí armaron el campamento donde pasarían la noche para continuar el
ascenso a muy tempranas horas de la mañana y sin mucho que hacer se prepararon
para un buen descanso.
Al
día siguiente continuaron la excursión por senderos de gran dificultad, con pasos
rocosos y filosos. Arturo se detuvo para tomar un breve descanso, fijó su
mirada hacia la fumarola y con mucho asombro dijo:
-¡Oh
muchachos miren eso!-.
-¡Oh
Dios! ¿Qué es eso?- respondió Miguel.
-Posiblemente
sea una…erupción. ¡Oh Dios mío! ¡Un volcán!-.
-¡Miren
está brotando lava!- respondió José alarmado
y muy asustado.
Justo
en ese instante se estremeció el suelo, crujiendo fuertemente bajo sus pies por
unos segundos. Los rostros de los jóvenes excursionistas mostraron pánico y
terror, jamás habían visto algo tan terrorífico y vívido como aquel
espectáculo.
Las
personas de la ciudad entraron en pánico y desespero, no sabían que hacer
corrían desesperadamente de un lado a otro. Se organizaron por grupos y
trazaron planes de contingencia, buscaron rápidamente provisiones, comida, abrigos,
cobijas y comenzaron ascender la montaña del Pico Bolívar por el teleférico y
por los senderos que llevaban a cada estación del mismo.
Ciento
y ciento de personas subían apresurados por las laderas de la montaña mientras,
la lava brotaba con fuerza y rapidez de aquella bendita fumarola que ahora
parecía un volcán en erupción y que mortificaba la existencia de los ciudadanos
de aquella ciudad… A medida que pasaba el tiempo fluía más y más lava, pronto
ésta se convirtió en un río incandescente e hirviente de gran envergadura. Las
aves salían en bandadas desesperadas por
huir lo más lejos de aquel lugar.
Todo
ocurrió tan rápido que pocos pudieron abastecerse de comida y ropa, el resto
sólo pensaba en alejarse lo más pronto posible del peligro y resguardarse en un
lugar seguro fuera del alcance de la lava.
Los
jóvenes excursionistas al ver aquel magno espectáculo regresaron de nuevo a la
estación. Estaban muy impactados y angustiados esperaron unas horas mientras las
personas de la ciudad llegaban poco a poco al lugar donde se encontraban,
desesperadamente ellos buscaban en vano una y otra vez el rostro de
algún familiar o amigo.
-¿Dónde
está mi mamá? ¿Podrá llegar hasta aquí?- decía Rosa con angustia y con lágrimas
en sus ojos. Sus compañeros también compartían la misma angustia e
incertidumbre.
-¡No
puede ser! ¡Los teléfonos y celulares no funcionan! ¡No puedo comunicarme con
mis familiares!- decía Miguel con las manos en la cabeza.
Todos
desconcertados, con tristeza en el corazón no tuvieron más opción que
resignarse y tener la esperanza de que los volverían a ver sanos y salvo
después de que todo este acontecimiento inoportuno pasase.
La
lava seguía su curso sin detenerse y cada vez era más y más la cantidad que
llegaba a la ciudad cubriéndola hasta el punto de desaparecer. El paisaje era
aterrador, lúgubre y triste. Las personas que lograron llegar a la última
estación no hacían más que llorar mientras se daban cuenta de tan impactante
acontecimiento geológico y de la realidad palpante.
Ciento
de personas lograron llegar a la última estación por diferentes senderos de la
montaña. El teleférico dejó de funcionar
indicando así la proximidad de la lava y su rápido ascenso. Mientras,
Naxia con su experiencia en excursiones anteriores observó y evaluó rápidamente
la situación y advirtió a sus compañeros sobre la inminente llegada de la misma
al lugar.
José
tuvo la iniciativa de llamar la atención y decir en voz alta a todos los allí
presentes:
-¡Vamos
todos al Pico Bolívar! ¡Vamos todos al Pico Bolívar!- uno de los allí presente
le respondió:
-¡Allá
hay mucha nieve, nos congelaremos!-.
La
multitud como enjambre de abejas intentaba emitir su opinión pero en ese
momento Naxia les gritó con voz fuerte y profunda:
-¡Cállense!
¡Cállense! ¡Silencio por favor!-. De pronto la multitud quedó en total silencio y prestó mucha
atención a lo que ella estaba por decir.
-La
lava asciende cada vez más y más rápido, no tardará en llegar aquí. La
temperatura también se elevará si permanecemos en éste lugar pereceremos
asfixiados y chamuscados por el intenso calor-.
-¿Qué
podemos hacer? ¡La nieve también se derretirá- intervino una persona de la
multitud.
Naxia
le respondió:
-No
queda otra alternativa que caminar hasta la nieve del Pico que por ser de gran
grosor nos mantendrá a salvo por un buen tiempo. ¡Allí estaremos bien!-
Todos
estuvieron de acuerdo con lo dicho y con rapidez se organizaron, tomaron
provisiones de las tiendas y restaurantes de la estación. Una vez preparados
partieron hacia lo más alto guiados por los cinco valientes jóvenes excursionistas.
El
camino tenía muchas dificultades y obstáculos. Muchos sucumbieron en el
trayecto agotados por el cansancio, el miedo, la angustia y la falta de oxígeno
debido a la altitud. La lava se aproximaba con prontitud y la multitud ya no
era multitud, ahora era tan solo un puñado de personas huyendo desesperadamente
de la misma que se encontraba a pocos metros.
Dándose
ánimo unos a otros, lograron internarse hacia extensas zonas de nieve de gran
grosor.
-¡Gracias
a Dios estamos en la nieve!- dijo uno de los
pocos sobrevivientes-.
Se
adentraron más y más hacia la nieve pero aún rondaba la idea y la duda sobre la
lava ¿Qué pasaría si los alcanzase? ¿Sobrevivirían o no a tal catástrofe?
La
lava en su ascenso tocó la nieve e inmediatamente ésta se evaporó y el calor
intenso comenzó a derretir el resto perdiendo consistencia. De pronto ésta se detuvo y empezó a enfriarse así como
también a endurecerse. Los cinco jóvenes excursionistas y las pocas personas
que lograron sobrevivir estaban estupefactos ante lo que veían sus ojos. No
podían creer semejante y repentino cambio de paisaje, lo que antes era una
ciudad en un hermoso valle ahora era una inmensa llanura de magma volcánico.
-¡No
lo puedo creer!- dijo Miguel con tristeza y frustración.
-Hemos
sobrevivido a una gran catástrofe, no tardarán en venir a rescatarnos y
llevarnos a un lugar seguro- dijo Rosa con entusiasmo y esperanzas.
Naxia
con pesar en su corazón dijo con profunda reflexión:
-Sí,
somos afortunados de tener aún vida. Demos gracias a Dios por ello y por darnos
una nueva oportunidad. No olvidaremos a quienes dejamos atrás, a nuestros seres
queridos, amigos y mascotas que de alguna u otra manera nos dieron fuerza para
seguir adelante. Ésta experiencia es la respuesta de la naturaleza ante tanto
maltrato, ante cada injusticia y atrocidad cometida por nosotros los humanos. Recordemos
que es nuestro único hogar, si no lo cuidamos nosotros ¿quién lo hará? No es
venganza, es simplemente un cambio, un
nuevo comienzo y una nueva conciencia-.
Los
cinco jóvenes y los sobrevivientes fueron rescatados al tercer día. Con el
transcurrir del tiempo hicieron una nueva vida y enseñaron a otros a crear
conciencia a tratar al planeta Tierra con respeto, armonía y amor ya que en fin
de cuentas no hay otro como el nuestro.
Así
culmina esta impactante historia, dejando huella en el lector de un futuro
posible, de movimiento y cambio. Es hora que nosotros como raza pensante,
poseedores de una conciencia y de raciocinio dejemos de ser grandes devoradores
y destructores hagamos lo correcto como especie y restablezcamos la armonía y el equilibrio a nuestra madre
Natura que tanto aclama piedad y consideración. Seamos garantes celosos de
nuestro amado planeta ya que como dice Naxia es el único hogar que poseemos en
este maravilloso e infinito universo…
Fin
Buena historia.