APOLO EN EL HUERTO…

APOLO EN EL HUERTO…

Tras
el almuerzo, la muchacha huye del bochorno y de la fuerza canicular  buscando el amparo del huerto. Entre árboles
y arbustos recrea escenas pastoriles acaso o construye imaginarios edenes en
los cuales establecerse como solitaria hurí.

Habitado
por mil cositas que se mueven, “Apolo” se solaza en la grata y silenciosa
compañía de la muchacha que lo mira. Aburrido -como es común entre los de su
especie- intenta de cuando en cuando atrapar moscas al vuelo y hace sonar sus
dientes con chasquidos de trampa frustrada.

Las
moscas victoriosas vuelven sobre el hocico de “Apolo” y él se sacude violento y
burlado.

Cambia
de lugar, se tiende a la sombra; de nuevo se yergue, y ahora tiene la expresión
de haber comprendido por fin cómo se debe atrapar una mosca en vuelo. Lo
intenta una vez más y vuelve a fracasar. La muchacha, que sigue atenta la conducta
de “Apolo”, sonríe. Ella piensa:

¡No
sirves como matamoscas!

Y
“Apolo” se aquieta, dormita y sueña entre escenas pastoriles o ideales edenes…




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