ADIOS A LA CHICA DE CABELLO RIZADO

ADIOS A LA CHICA DE CABELLO RIZADO

Y por ahí te vas, con tus rulos al aire sin más nada que hablar. Te pierdes de la vida. Mientras la vista se desplaza hacia otros aires de calor y dulzura.

Te vas sin mitigar nada, con odio en tu cara y reproche en tu mirada. Sin más nada que hablar, diciéndome palabras sólo por cortesía para no quedar mal. Pero en el fondo suspirando lo mal que me va ir ya.

Yo querida chica, sólo te deseo lo mejor. Huye con tu tormenta hacia otro eslabón, mientras yo me consumo de la danza del vuelo sin cesar, hundida en la búsqueda del aire sin mitigar.

Huye querida dulzura, venenosa pero irradiante. Que a más de uno ha causado suspiro sin delante. Huye tras la luz y busca tu camino. Que yo me quedaré aquí apoyándote sin júbilo.

Toca la puerta si la necesitas tocar, no temas que no te voy atacar. Te recibiré con la misma calidez, que tu recibiste a la niña temerosa del ayer.

¡Toca y corre!, ¡baila y salta!, ¡ama y odia!, vive sin desenfreno. Que yo me quedaré aquí hundida en el subsuelo.

La niña del vestido rojo ya no está, ya se fue. Sólo queda la esencia de una mujer con falta, que baila en las penumbras de la danza sin samba.

Así que deseame el mal y deséame el bien. Deséame todo lo que te provoque por doquier.

No te preocupes, no pienses en mí, que yo estaré bien. Concéntrate en ti y deja a esos rulos salir. No dejes que el viento los opaque, ni el pasado, ni el futuro, mejor déjalo ir.

Corre, ama, salta donde quieras. Que por donde quiera que estés, yo estaré bien.




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