Luces encendidas
Hay ácido en mi mirada
cada vez que un atisbo de ilusión
cruza con su forma
de obsesión y desconfianza.
Pliego mis alas y me vuelvo quisquillosa
con el olor de tu perfume,
con tu amistosa amargura.
Desciendo entre mis dudas
y admito
con dolor
que nunca antes
habían conseguido verme actuar de esta forma.
Tampoco consiguieron verme llorar
ni soñar
entre tus pestañas.
Nunca antes pude ofrecer mi mano
sin saber
que no iban a rechazarla.
Hoy
miro entre los pliegues de tu sonrisa
y juro
que quiero vivir entre ellos.
Duermo con las luces encendidas
para poder ver que no te has marchado,
que sigues aquí
susurrándome besos
en forma de milagros.