Fuego
Pensar en ella es pensar, o más que pensar, es girar la mente por todos los rincones de mi cerebro.
Ella es el fuego que aviva todos mis sentidos.
Fuego, la flama en la que quiero permanecer atrapado, si pudiera pedir un deseo y se hiciera realidad sería no salir nunca de sus piernas, si pudiera pedir dos sería que su boca nunca se fuera de mí, si pudiera pedir tres, el tercero sería que siempre volviera a mis brazos, si pudiera pedir cuatro sería que nunca me faltara su mirada, y si pudiera pedir cinco, el quinto sería que su cuerpo fuera mi hogar.
Después de que todo se fue, después de que todas las luces se apagaron y mis pensamientos escribas ya no valían de nada ella llegó, con su fuego encendió una vela y con su locura me dió para seguir escribiendo. Si todos supieran lo que es me dirían que estoy loco, pero somos así, los dos lo somos pero ¿que más da? Somos felices así.
No pediría a nadie que responda, en realidad al tiempo me di cuenta que nadie interesa en realidad, sólo la persona que se lleva algo de ti o que te dio algo que en realidad valió. Ella me entregó sus días, sus sentimientos, sus miedos y su piel. Se llevó mi mente, mi piel, me volcó enteramente, luego de eso me dió su fuego. Ahora, ¿qué es el “fuego”? El fuego es su esencia entera y lo que no afecta el pasar, que aviva o flaquea pero no se apaga y lo que ella tiene pero no muere, no se apaga.
Pensar en el fuego es sumirse a lo más profundo de los pasares mentales, laderas enteras de palabras y recuerdos.
Unirlos poco a poco y finalmente decir:
El fuego nace cuando viertes el último combustible de dónde no lo tienes y cuando se enciende no te molestas en causar un incendio, ni si quiera si tienes tanta agua o tanto nitrógeno líquido para apagarlo porque te encanta como arde y a mí me fascina como arde y como me hace arder.
Un besito me puede salvar la vida y un abrazo me aparta de seguir a la deriva. Un beso parece un lanzallamas y una palabra impacta en mi cabeza como una bala. Una mirada es peor que la bala y cuando habla me siento feliz. Cuando se mueve me encanta, cuando se ríe yo me río, si la veo feliz yo lo soy porque no hay nada mejor que verla así.
Cuando se desviste siento como pasa el tiempo, su piel, su boca, su pelo, lo son todo.
Sus senos, su abdomen, su vagina, su cuello, sus piernas, todo es perfecto y ella no lo sabe.
Me encanta tenerla y me encanta que ella me arrastre consigo. No me importa caer, no me molesta porque ya no hay forma de dañarme y menos si es tan placentero.
Recordarla es recordar los momentos, sin importar cuáles sean.
Yo sigo recordándolos todos porque todos me hacen sentir que vive algo dentro de mí. Ella me da vida.