EL ÚLTIMO ADIÓS

EL ÚLTIMO ADIÓS

 El último adiós, llegó sin clemencia

no hubo partidas, solo la ausencia

del protocolo, no hubo conciencia

llegó el vacío, con imponencia.

 

¿Quién pensaría?, que tantas cosas

se esfumarían, una tras otras

siendo tan fuertes, como la roca

se destruyeron, cual fina loza.

 

De haber sabido, que acabaría

quizás los hechos, valorarían

y aunque es absurdo, queda vacía

temprano o tarde, la senda fría.

 

Fue tan fortuito, tan de repente

que no hubo tiempo, de ser conscientes

las despedidas, son insolentes

llegan veloces, no se arrepienten.

 

Ni los recuerdos, que son fugaces

tuvieron tiempo, para colarse

se quedó frío, el vil cobarde

viendo la vida, abandonarle.

 

Es sorprendente, como terminan

historias  largas, historias lindas

llegan muy alto, luego se inclinan

toman picada, se difuminan.

 

Pregunto ahora, ¿Dónde está el beso?

que comenzará, el cruel tormento

¿Dónde se esconde?, que no lo encuentro

si ayer jugaba, con nuestros cuerpos.

 

¿Por qué un abrazo, no fue oportuno?

se quedó corto, no hubo ninguno

si ayer brotaban, uno tras uno

hoy ya no hay nada, todo está nulo.

 

Ni una palabra, salió de alguno

solo miradas, solo susurros

llanto brotaba, pero ninguno

dejó fluirlo, solo fue orgullo.

 

Y así cual día, que comenzará

se acabó todo, no quedó nada

dando la vuelta, atrás quedaba

toda una vida, todo acababa.

 

¿Qué pasaría?, más adelante

¿Quién lo sabría?, no es importante

quizás la vida, sería errante

si no encontrasen, acompañante.

 

Emigró el fino, amor ardiente

los dejó solos, se fue sonriente

buscó otra senda, otro pendiente

se alojó en otros dos imprudentes.

 

Así se esfuman, así se acaban

meses y años, cientos de nada

no pierden mucho, solo las ganas

solo suspiros, solo unas balas.

 

Sentir el frío, metal ardiente

rompiendo cráneo, rompiendo mente

les dio un momento, de ser conscientes

para extrañarse, como fue siempre.

 

Mientras sus almas, se desprendían

sus cuerpos muertos, falta se hacían

bastó la muerte, la cruel amiga

para enterarse, que se querían.

 

Ahora en sendas, desconocidas

donde los vicios, no nunca se anidan

tal vez sus almas, al fin; un día

podrán amarse, sin cobardía.

 

Pues no es el tiempo, sino la vida

la gente mala, también la envidia

las que hasta amores, de fantasía

fácil convierten, en pesadillas.

 

Por eso quieran, pero no piensen

en tantas cosas, en tanta gente

querer es solo, un vivir corriente

no es nada extraño, es sorprendente.




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