Voces

Voces

Padre e hijo
observan el mar, sentados en el borde de un acantilado. La bruma confunde el
cielo con el agua y las nubes parecen traer tormenta en ese punto intermedio
que debería ser el horizonte.

El padre
pregunta:

—¿Qué te ocurre,
hijo? Estás muy callado.

—No sé qué
decir, padre. Escucho una voz que me susurra desde el acantilado.

—Hace mucho los
ancianos venían a este borde a escuchar las voces del pasado. Se dice que aquí
hubo una ciudad que fue tragada por el mar hace milenios. Muchos reyes escribieron
la historia desde los susurros que trae el viento. ¿Qué dice esta voz?

—Dice que con la
simple voluntad de mi corazón podría transportarme a un reino similar al
paraíso. Un lugar sin miedo, donde todos los deleites están a la mano. Donde la
felicidad es regla.

El padre se
incorpora. Observa alrededor, la lejanía imprecisa de la montaña, el mar debajo,
y la decreciente pradera que el invierno ha comenzado a secar. No ve nada que
le resulte extraño.

—¡Pues acepta!
—Grita hacia el abismo—. Espíritu del pasado, lleva a mi hijo a ese lugar sin
dolor y sin tribulaciones. Apártalo de la maldad y de la injusticia del mundo.
Otórgale la felicidad que yo no puedo.

Gira hacia su
derecha y observa al niño tendido. Está muerto.

 




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