Los recuerdos desechos de un, no-muerto.
parte uno de… no se cuantos.
Los recuerdos desechos de
un no-muerto.
Núm. Aprox. 434,
palabras.
El gallo esbozaba su caca-rateo,
el sol estiraba sus brazos brillantes sobre la fauna, las flores avivaban con
ese olor a linalool, cuando se mescla alcohol con un toque mentolado. La mañana
empezaba fresca, con un cielo azul y despejado, seguro habrá mucho sol, al
pasar las horas, pensé, mientras veía la vista por mi ventana.
Salí a prisa a caminar,
tome mi gorra, cronometre el tiempo de salida y llegada en mi reloj, deje el
agua hirviendo a fuego lento sobre la estufa y tome las llaves de la puerta. Camine
y camine, veía mi reloj un par de veces para avistar el tiempo que me restaba,
faltaban veinticinco minutos para que la cafetera empezará a silbar, y la
familia se despertara a apagarla. Lo cual no era mi intención, ya que quiero
sorprenderlos con el desayuno en la mesa cuando despierten.
Pase por unos biscochos a
la panadería, así como por cosas al supermercado, ingredientes más que nada,
pues quiero sorprenderlos con un desayuno rico y nutritivo, nada mejor que empezar
el día que unos omelet, jugo de naranja y pan tostado horneado con mantequilla.
De regreso a casa con las
bolsas de las compras en mis manos, camine por la acera sin preocupación ni apuración,
faltaban nueve minutos para que la cafetera silbara, si me da tiempo, pensé,
después de ver mi reloj. Llegaría a mi casa, apagaría la cafetera antes de que
iniciara, me serviría café en una taza y empezaría la ardua tarea del desayuno.
Seguí caminando por la
acera cuando…
Sentía un dolor en el pecho,
extrañas palpitaciones me daban, como si tuviera un tambor dentro, mis fuerzas
me abandonaban, no podía respirar casi nada, las bolsas del supermercado caían
al suelo en un estruendo. Caí en el suelo, instintivamente no supe de mí por un
momento, en mi mente no pensaba más que la extraña sensación de muerte que rondaba
en mi cabeza.
Todo se volvió silenciosa
y tranquilo. Acostado no escuchaba más que el parlotear de las personas, trate
de enfocar mi oído a las conversaciones y tratar de escuchar lo que decían, a
lo mejor eran mis familiares hablando con el doctor, o mis hijos queriendo
hablar con migo, mi debilidad como
escases de mis fuerzas me impedían moverme y hablar, quería producir un
murmullo o tan siquiera mover mis dedos o los parpados de mis ojos, pero todo
fue inútil. Odie la debilidad. Como me odiaba a mí mismo. Como odiaba el no
poder ser fuerte.
Así que solo en mi posición, solo me quedaba escuchar…