Por nuestro aniversario
Ayer
fue nuestro aniversario y ha sido uno de los mejores.
Terminé
de trabajar, me fui a casa y preparé una sorpresa para ella. Compré un ramo de
flores, preparé unas copas de nuestro vino preferido y la esperé en la puerta
de casa.
Al
abrir la puerta, ella me encontró sonriendo y con una copa en cada mano.
– ¿Y
esto a que se debe, cariño?-. Me dijo
– Mi
amor, es nuestro aniversario.
En
nuestra relación soy yo el que se acuerda de estas fechas. Para estas cosas es
un desastre pero para otras es la mejor.
Después
de brindar, felicitarnos y fundirnos en un abrazo le dije que se pusiera su
mejor vestido que nos íbamos a cenar.
Salió
de la habitación con un vestido negro que daba forma a sus curvas, tacones
interminables, pelo recogido y unos pendientes largos que hacían que su cuello
luciera más largo.
Cogimos
el ascensor, nos miramos a los ojos y ella sonriendo metió la mano en su bolso
y sacó un pequeño manda a distancia. Este mando era de un juguete sexual que
hacía unos meses nos habíamos comprado. Yo tengo el mando y ella lleva puesto
el vibrador. En ese momento noté que empezaba a tener una erección y que la
noche iba a ser muy divertida.
Llegamos
al restaurante y el camarero nos acompañó a nuestra mesa. Pedimos una botella
de vino y empezamos a ojear la carta para pedir nuestra cena. Mientras ella
miraba lo que iba a pedir, con disimulo metí la mano en mi bolsillo y activé el
mando. Ella dio un pequeño salto en su silla ya que no se lo esperaba y me miró
con sonrisa pícara.
Después
de unos minutos el camarero volvió para tomarnos nota. Cuando ella empezó a
hablar con el camarero para que tomara nota del pedido volví a darle al mando y
soltó un pequeño grito de placer. Acto seguido, se sonrojó por lo que acababa
de pasar.
El
camarero se fue y ella me miró. Yo estaba excitado por lo que había ocurrido y
muerto de risa. Ella me dijo en voz baja:
–
Pero como se te ocurre hacerme eso. ¡Qué tonto eres!-. Y me dio un golpe
cariñoso en la mano.
Comenzamos
a hablar de nuestro día de trabajo y seguimos recordando cómo nos habíamos
conocido, nuestro primer beso, nuestra primera vez teniendo sexo y ahí fue
donde la conversación empezó a subir de tono y ponerse muy caliente.
Estuvimos
recordando aquella vez que tuvimos sexo en una fiesta. Con todo el mundo
alrededor y nadie sabía realmente lo que estábamos haciendo. En ese momento de
la charla noté como un pie empezaba subir por mi pierna hasta que llegó a mi
entrepierna. Allí empezó a masajearme suavemente y esto me estaba poniendo muy
caliente. Entonces cogí de nuevo rápidamente el mando y activé el juguete en su
programa más rápido. Ahora usaba los dos pies para masajearme cada vez más
rápido. Ella estaba muy caliente, por como suspiraba, ponía los ojos en blanco
y agarraba el mantel de la mesa con fuerza. Estaba a punto de llegar al
orgasmo.
De
repente, quitó los pies y paró. Me miró y desapareció rápidamente debajo de la
mesa. No sabía dónde meterme. Solo notaba sus movimientos. No la veía y eso me
excitaba muchísimo más. Desabrochó el cinturón, bajó la cremallera de mi pantalón
y lo siguiente que noté fue su lengua caliente y húmeda saboreando mi glande.
No me
podía creer lo que estaba ocurriendo. Continuaba, seguía metiéndose cada vez
más profundo mi polla en su boca. La saboreaba, lentamente, jugando con su
lengua. Seguía, cada vez más rápido y más rápido. Yo mientras intentaba no
gritar de placer. Seguía, seguía y seguía hasta que al final no puede más y me
corrí en su boca. Tuve que morder la servilleta para no gritar de placer.
Salió
de debajo de la mesa como si nada. Yo estaba extasiado. No podía más. Fue muy
intenso.
Tomé
un trago largo a la copa de vino. Me levanté, me acerqué a ella, la besé en el
cuello y le dije al oído:
– Te
espero, ya, en el cuarto de baño.
Se
sorprendió mucho porque no se esperaba que fuera capaz de hacerlo otra vez en
tan poco tiempo.
Bajé
las escaletas hacia los baños y me escondí detrás de una puerta. Escuchaba sus
tacones bajar por las escaleras. Cuando entró en el cuarto de baño de hombres me
comenzó a llamar:
–
Cariño, ¿donde estas?
En
ese momento la agarré por detrás y la llevé a dentro de una de las cabinas.
Pasé un brazo por debajo del suyo y le agarre la cabeza por debajo de la
barbilla. Con la otra mano le empecé a subir el vestido, buscaba quitarle el
tanga que pensaba que llevaba puesto pero para mi sorpresa no llevaba nada.
Empecé a frotarme contra ella para que notara que seguía muy cachondo y
excitado. Ella gimió al notarme. Me dijo:
– Espera
que me quito el juguete.
Le
dije que no, que se lo dejara puesto.
Activé
el juguete y mientras este vibraba pasé la mano hacia adelante y empecé a jugar
con su clítoris. Le puse la otra mano sobre la espalda y la empujé suavemente
para que se inclinara poco a poco hacia adelante. Agarre mi polla y comencé a
pasarla poco a poco por su culo. Le acercaba el glande y empujaba muy
suavemente para que se fuera dilatando. Cada vez se iba dilatando más y más
hasta que al final conseguí introducirme por completo. Al llegar al final, ella
gritó y no de dolor si no de placer. Empezó a moverse.
– ¿Te
gusta, cariño?
– ¡Oh
oh, sí, sí, me encanta, no pares, mi amor! -. Me decía
Con
el juguete a máxima potencia sentía como ella estaba muy húmeda y seguía
moviéndose. Ella seguía gritando hasta que llegó al orgasmo con un grito de
placer que jamás le había oído. Justo después llegue yo. Exhaustos, sudorosos y
cansados, ella se levantó, me besó y me dijo:
–
Feliz aniversario, mi amor.
No sé
si el año que viene será igual pero este aniversario lo recordaremos para
siempre.