Solo quiero perderme
– Sí,
eso es señorita, un billete para el primer destino que tenga disponible… Aha,
ok, muchas gracias. En seguida me paso por el aeropuerto a coger la tarjeta de
embarque. Que tenga un buen día.
¡Genial!
Ya tengo el billete. Ahora a preparar la mochila y ¡a perderme!
Hacía años que Danielle no disfrutaba de unas vacaciones. Se había embarcado en
un proyecto de publicidad que no dio buenos resultados; los únicos resultados
que obtuvo fueron la ruptura con su novio, mucho estrés y la pérdida de su
trabajo. Así que este era el momento perfecto para irse.
Llegó al aeropuerto, se acercó al mostrador y cogió el billete que hacía una
hora había reservado por teléfono. Con cuidado, como si fuera un precioso
tesoro, levantó la solapa del sobre que contenía su billete y comprobó su
destino: Nueva Delhi.
Con fuerza se apretó el billete contra el pecho, respiró hondo y se fue directa
al control de seguridad. De camino a la puerta de embarque observaba a la gente
y veía gente de muchas razas y nacionalidades. Su plan para perderse y
disfrutar de su tiempo empezaba a tomar forma. Con paso tranquilo comprobaba
las puertas de embarque. J20, J22, aquí está J24 Nueva Delhi.
Aún quedaba tiempo para que el vuelo saliera por lo que decidió sacar de su
mochila su e-reader y disfrutar de la lectura mientras escuchaba música.
Minutos después, en frente de ella se sentó un chico. Sacó una libreta y un
bolígrafo pero este se le escapó y rodó hasta golpear en las sandalias que
Danielle llevaba puestas. Ella se agachó a recogerlo y se lo devolvió al chico
con una sonrisa.
–
Thanks. – Dijo él con acento británico.
– You
are welcome. – Respondió Danielle y se ruborizó al escucharse ella misma su
acento español.
– Pasajeros con destino a Nueva Delhi pueden embarcar por la puerta J24-
Anunciaban
su vuelo. Danielle recogió sus cosas e hizo cola para embarcar. La fila
avanzaba con fluidez. Le entregó a la azafata del mostrador su pasaporte y
cuando esta se lo devolvió miró hacia atrás con una sonrisa de satisfacción
pensando: ¡Ahora es mi momento! En ese momento su mirada se volvió a cruzar con
la del chico británico. Este la sonrió y ella amablemente le devolvió la
sonrisa completamente colorada.
“¿Qué te pasa, Danielle?” pensaba mientras hacía cola en el túnel
para subir al gigantesco pájaro. “¿A qué viene eso de ponerte
colorada?”. Pero realmente sabía el por qué. Cuando le devolvió el
bolígrafo, le miró a los ojos, unos ojos negros como el azabache, profundos, y
sintió un “algo” en el estomago, que hasta ella se había sorprendido.
Nunca le había pasado nada parecido.
Entró en el avión, cogió su e-reader y colocó su mochila en el portamaletas.
Estaba en la parte trasera del avión y miraba hacia adelante para intentar ver
de nuevo al chico británico. No hubo suerte. Se puso los auriculares y empezó a
leer pero antes de que el aparato despegara, ella ya se había dormido.
Pasadas unas cuantas horas de vuelo se despertó sobresaltada por una pequeña
turbulencia. Miró hacia la parte delantera del avión y comprobó que todo estaba
tranquilo y en orden. Al volver la mirada a su derecha observó que a su lado
estaba sentado el chico británico aprovechando que nadie estaba sentado al lado
de Danielle. Ella al verle volvió a sonrojarse.
– Hi. My name is Liam- y le tendió la mano educadamente para presentarse.
–
Hola, digo…- se apresuró a corregirse- sorry, hi my name is Danielle-. y le
devolvió el apretón de manos completamente nerviosa.
Liam, al escuchar que Danielle era española, hizo un esfuerzo para hablar con
ella en español con un fuerte acento inglés.
– Hola. Perdón que te asustara al ser aquí sentado
–
Estar, se dice.- Le corrigió
–
¡Oh yeah, it´s true! Perdón que te asustara al estar aquí sentado
pero es que desde que hemos despegado te he estado buscado por el avión para
ver dónde estabas. Al verte en el airport he sentido la necesidad de hablar
contigo.
–
Ejem…- completamente nerviosa- eh, bueno, no sé qué decir a eso. ¿Gracias?-
Se tocaba el pelo rizo castaño que tenía hasta los hombros.
En ese momento pasó la azafata con el servicio de bebidas.
–
¿Desean algo?
– Una
cerveza.- Dijo Liam
– ¿Y
usted, señorita?
– Sí,
tomaré otra.
Después de servirles las cervezas, Liam cogió su vaso y lo levanto par hacer un
brindis y dijo mirando a Danielle con esos ojos negros que antes la habían
hecho estremecer:
–
¡Cheers! Por un viaje tranquilo.
Ella levantó el vaso y brindo con él sin apartar la mirada de sus ojos.
En
ese mismo instante otra turbulencia más fuerte que la que había despertado a
Danielle sacudió el avión. Ella, en un acto reflejo, agarró fuertemente la mano
de Liam y este la miró coomo diciendo “no te preocupes, yo estoy aquí”,
en ese instante Danielle se dio cuenta que sentía una atracción sexual hacia él
que nunca había sentido antes. Se sintió excitada y para reponerse dijo:
– Que brindis más oportuno has hech…-. Y Liam se lanzó a los labios de ella
sin dejarle terminar la frase.
Se besaban fuertemente, con mucho deseo. Un deseo que estaba latente desde el
mismo momento en el que se vieron en el aeropuerto.
Liam mordisqueaba el labio inferior de Danielle mientras iba deslizando las
manos por debajo de la camiseta de tirantes que ella llevaba. Ella intentaba
ahogar los gemidos que le producían los besos del británico pero el deseo y la
excitación eran tan fuertes que difícilmente podía.
Las manos de Liam eran suaves y fuertes y las notaba bajar hasta sus muslos.
Los acariciaba con fuerza por encima de los pantalones cortos que Danielle
tenía puestos. Ella metía las manos por debajo de la camiseta de Liam y
descubría que su cuerpo era fibroso. Podía notar su calor y una leve
transpiración que delataba su excitación. Él besaba el cuello de Danielle y sus
manos se iban deslizando desde la parte superior de los muslos hasta su
interior. Danielle se estremecía y retorcía de placer. Él continuaba subiendo
hasta tocar con la cara interna de la mano el pubis de Danielle por encima del
pantalón. Eso fue demasiado para ella y soltó un gemido que se escucho por todo
el avión. Se separaron, se miraron y se echaron a reír.
Cogidos de las manos, con la respiración rápida se miraban. Danielle se acercó
lentamente al oído y le susurro: – Quiero follar contigo en el baño, ya.- Liam
se apartó sorprendido y asintió con la cabeza.
Se levantaron de los asientos y comprobaron que las azafatas estaban en la
parte delantera del avión. Corrieron hacia los estrechos baños y cerraron la
puerta.
Liam la cogió fuerte con sus dos manos por debajo de las orejas, la atrajo
hacia él y la besó de nuevo. La separó, y la puso de espaldas a él. Ella no
tenía mucho espacio para moverse entre la puerta y el británico. Mientras la
besaba en el cuello y los hombros se pegaba a ella y le quitaba la camiseta de
tirantes que llevaba dejando al descubierto su sujetador. Seguía. Continuaba
besándola. Con una mano la acariciaba por el pecho, con la otra desabrochaba el
pantalón corto que llevaba y tiraba de él hacia abajo mostrando un tanga del
mismo color que el sujetador.
Ya solo con ropa interior, Danielle intentaba darse la vuelta pero él no le
dejaba y eso la excitaba más si cabía. Le desabrocho el sujetador y aparecieron
los pechos de Danielle con los pezones completamente erectos. Mientras, Liam
pasaba la mano por encima del tanga comprobando que estaba húmeda, muy mojada.
Él no podía más. Le quitó el tanga y allí estaba Danielle completamente
desnuda.
Rápidamente Liam se quitó la ropa y los dos desnudos, acalorados, excitados se
volvieron a besar. Ella sin poder moverse contra la puerta y Liam gemía y le
decía:
– Te
quiero dentro de mí, ahora. Estoy muy mojada.- y le cogió la mano guiándola
hasta su vagina para que comprobara lo mojada que estaba. Él se entretenía
jugando con su clítoris aumentando la excitación de Danielle a puntos que nunca
había alcanzado.
De repente, Liam se metió dentro de Danielle. Ella gritó: – ¡Ah, sí, más!- él
empujaba hasta estar completamente dentro. Se movían al unísono. Liam le
agarraba los pechos fuertemente y ella se estremecía. Continuaban. Danielle
pasaba las manos hacia atrás para agarrar el culo de Liam como si le quisiera
más adentro. Ella continuaba disfrutando, muy mojada. Los dos gemían, gritaban.
Danielle estaba a punto de llegar al orgasmo y le pedía a Liam que siguiera que
quería que la hiciera perderse.
-¡Aaahh! ¡Sí! ¡Sigue, por Dios! ¡Estoy a punto de llegar! ¡Sí, voy a llegar!
En ese momento escucharon, toc, toc, toc. Alguien llamaba a la puerta.
Danielle
con la voz entrecortada respondía que estaba ocupado. Volvían a llamar. Toc,
toc, toc. -¡Ocupado!-. Gritaba. Toc, toc, toc. Seguían llamando.
Abrió los ojos y vio que el avión no había despegado todavía y la azafata
estaba dando las instrucciones de seguridad. Miró hacia sus piernas y se vio
que tenía la mano metida dentro del pantalón. Se sentía mojada.
No sabía si ese viaje le iba a hacer perderse pero si el viaje no lo conseguía,
ella ya se había dado un pequeño adelanto.