Bienvenida a LA NOCHE

Bienvenida a LA NOCHE

El día empezó de lo más tranquilo. Teo en casa en su día libre y yo de
camino a la oficina. Nos despedimos en la puerta de casa deseándonos buen día y
esperando vernos de nuevo por la tarde.

Poco después de la hora de comer, Teo me dijo por skype:

–       
Hola cariño, ¿te vas
esta tarde a tomar algo después de trabajar?

–       
Creo que sí, vamos a
celebrar los buenos resultados.

–       
Ok, es que tenía pensado
en pedir unas pizzas y comprar una botella de ron y darte una sorpresa.

–       
¡¿En serio?! pues
entonces salgo pronto, me tomo algo con ellos y voy para casa.

–       
¡Vale, genial! Hazme un
favor, cuando vengas llámame y cuando estés a 5 minutos de casa también, ¿vale?

–       
Claro que sí. Te quiero

–       
Yo a ti también, Noelia.

Cuando salí de la fiesta con mis compañeros de la oficina, hice lo que Teo
me dijo. Le llamé pero me colgó. Continué caminando hacia casa y cuando estaba
a unos 5 minutos volví a llamarle, esta vez sí me cogió:

–       
Hola Noe, cuando llegues
a casa abre tú, que yo no voy a poder

–       
De acuerdo

Colgué extrañada. ¿Qué se trae este entre manos? Bueno, ahora cuando llegue
lo descubro.

Al llegar a la puerta se veía una luz muy tenue a través del cristal, abrí
y la casa estaba solamente iluminada por unas cuantas velas en la mesa del
salón, otras en el suelo y alguna mas esparcida por el salón. En los altavoces
sonaba “No ordinary love” de Sade, nuestra canción. En el extremo del sofá
estaba Teo, son unos vaqueros grises, una camisa blanca, una americana también
gris y unas botas negras. En su mano derecha sostenía una copa.

Me quedé completamente sorprendida ya que la imagen era muy romántica y muy
sugerente.

Me senté a su lado, le di un beso y me entregó otra copa. Sin decir nada,
señalo la mesa en la que había dos sobres. Cogí el primero:

Hola Noelia y bienvenida
a LA NOCHE

Esta noche espero que
sea algo especial y que permanezca en tu memoria durante mucho tiempo.

La noche consistirá en lo
siguiente:

–       
Copa de bienvenida (la cual ya tienes en tu mano)

–       
Aperitivos

–       
Cena

–       
Juegos

Los juegos
estarán divididos en dos partes. La primera te la explicaré cuando termines de
leer esta carta y tendrá lugar en diferentes zonas de la casa y la segunda
parte se desarrollará en la habitación, la cual está acondicionada para la
ocasión.

Espero que
disfrutes y que sea inolvidable para ti.

Te quiero,

Teo.

Al terminar de leer la carta volvió a señalar la mesa y me indicó que
cogiera el segundo sobre. En él había una tarjeta que tenia escrito que me
quería y que era lo más importante de su vida. Tengo que decir que me emocioné
un poco. Cuando acabé de leer le dije:

–       
A ver, explícame la
primera parte.

–       
Pues lo primero que
quiero es que te cambies, que te pongas un vestido sexy, tacones y medias. Después
lo que quiero es que esta noche tienes que hacer todo lo que yo te diga y me
tienes que dejar hacer todo lo que yo quiera, ¿vale?

Le mire extrañada pero confío en él

–       
Ok, me parece bien.

–       
¡Genial! Pues la primera
orden es: cuando llegue el pizzero quiero que le abras la puerta vestida solo
con una americana mía que te quedara justo por debajo del culo, medias de
rejilla y tacones.

–       
Mmmm… Venga, vale, me
parece algo divertido.

–       
Pues venga, cámbiate
antes que venga.

Me fui a la habitación y elegí un vestido negro que se anuda detrás de la
nuca y queda por encima de las rodillas.

Cuando volví el pizzero estaba llamando a la puerta por lo que no me dio
tiempo a cambiarme otra vez, así que decidí abrir el escote hasta justo el límite
de mis pezones y subirme más el vestido. Este al ser sedoso formaba mi cuerpo y
hacía notar mis pezones que ya estaban erectos. Abrí la puerta y el chico de la
pizza se quedó sin saber que decir. Cogí la pizza de sus manos y Teo se acercó
para pagarle. Cerró la puerta y nos reímos.

–       
Muy bien, cariño. Lo has
hecho muy bien. Dentro de poco vendrá la siguiente prueba.

Nos volvimos a sentar en el sofá disfrutando de un ron con Coca-Cola y los
aperitivos. De repente Teo se acercó a mi cuello y comenzó a besarlo de manera
muy sensual. Pasaba su lengua suavemente por mi cuello, lo besaba y me
susurraba al oído que me deseaba. Me excitó mucho.

Calentamos la cena en el microondas y cenamos. Mientras cenábamos me hacía
preguntas subidas de tono que hacían la conversación muy divertida y excitante.
De vez en cuando metía su mano por debajo de mi vestido y acariciaba mis pechos
con una mano y con la otra subía por la pierna hasta rozar con sus dedos mi
tanga. Cada vez me estaba calentando más.

Terminanos de cenar y nos servimos otra copa. En los altavoces se escuchaba
“Let get it on” de Marvin Gaye y me dijo:

–       
Quiero que bailes de manera
sensual esta canción para mi

Me levanté y dejé que el ritmo de la música se metiera dentro de mí. Me
contoneaba delante de él, pasaba mis manos por mi cuerpo de arriba abajo,
tocándome el pecho y acariciándome las piernas. Me sentía sexy, seductora. Me
acerqué a él, que continuaba sentado, me puse de espaldas y con un movimiento
muy sensual bajaba hasta frotar mis nalgas al ritmo de la música contra su
entrepierna. Podía notar su erección pero él no podía notar mi humedad. Cada
vez estaba más y más excitada.

La noche siguió y la conversación cada vez subía más de tono.

–       
Noe, ¿Cuándo fue la última
vez que te masturbaste?

–       
Jeje, mira que preguntas
me haces. Pues…eh…esto… hace tres días.

–       
Ah, ¿sí? ¿Y cuándo? ¿Dónde?
¿Estaba yo en casa?

–       
¿Te acuerdas cuando estabas
con la espalda dolorida, te di un masaje y te hice sexo oral?

–       
Sí, claro, como
olvidarlo.

–       
Pues cuando terminaste
estaba tan caliente y mojada que me metí en la ducha y me masturbé.

Nos reímos los dos y nos fundimos en un beso que hacía, si cabía, que mi
excitación fuera más grande. Cuando nos separamos me miró con ojos golosos y me
dijo:

–       
Quiero que hagas otra
cosa pero no quiero que te sientas incomoda

–       
Dime

–       
Quiero que te sientes en
ese sillón y te masturbes para mí.

–       
Eh… bueno… es que me da
mucha vergüenza. Lo hago si tu también lo haces

–       
Vale, trato hecho.

Me senté en el sillón, me quite el tanga y comencé a tocarme. Le mire como
se tocaba él también, era una situación extraña para mí pero me estaba
gustando. Me levanté y me senté a su lado. Los dos seguíamos masturbándonos.

–       
Noe, relájate y
disfruta.- Me decía mirándome a los ojos.

Le hice caso y seguí jugando conmigo misma. Cerré los ojos, me tocaba y mi
respiración aumentaba. Seguía tocando y jugando con mi clítoris, estaba disfrutando
haciendo que mi humedad fuera inmensa. Más rápido, mis dedos se movían más
rápido, con mas ritmo hasta que ¡Sí, sí, oh, sí! Cogí su mano para que notara
como mi vagina palpitaba fuertemente después de tener el orgasmo.

–       
¿Qué tal? ¿Te ha gustado
verme?

–       
Me ha encantado, Noe.
Verte disfrutar me excita mucho

La botella de ron bajaba sin que nos diéramos cuenta, estábamos disfrutando
mucho el uno de otro. Durante un tiempo no me ordenó más pruebas pero entre
copa y copa se agachaba y lamía mis pezones, besaba mis pechos, acariciaba mi
cuello o me tocaba los labios para que estuvieran completamente hinchados y
mojados. Deseaba que me tirara en el sofá y me penetrara pero su plan era otro.
Su plan era acabar la noche acostados haciendo el amor mientras durante el
resto de la velada estaríamos excitados, calientes, ardientes para así llegar
al final deseándonos al máximo.

Tomó el último sorbo de su copa y metió la mano en el bolsillo interior de
su chaqueta. Saco un antifaz y me lo puso en los ojos. No veía nada solo le oía
moverse, alejándose. Escuche unos tintineos pero no supe adivinar lo que era. Volvió,
me cogió de las manos y me guió por el salón. Me llevó a la cocina. Gentilmente
me guiaba hasta que mi culo tocó con el borde de la mesa. Completamente a
oscuras notaba como se agachaba hasta que agarro mi tobillo derecho y alrededor
ató una esposa acolchada. Se movió hasta el izquierdo e hizo lo mismo. Con sus
manos acarició mis piernas hasta llegar al vestido y me lo subió por encima del
pubis. Metió la mano por el elástico de las medias de rejilla y las rompió de
un tirón brusco que causó un gemido de placer en mí. Pasaba con su dedo por
encima del tanga y tiró de él hacia abajo arrancando otro gemido y produciendo
más excitación y humedad a mi sexo. Notaba su aliento cálido en mi vello,
notaba sus dedos tocando mis labios, jugando con el botón de mi placer. Su
lengua recorrió la entrada de mi vagina empapando su cara. Me encorvaba, gemía,
gozaba y gritaba de placer. ¡Sigue, no pares! ¡Sigue!, pensaba pero se percató
que estaba a punto de llegar al orgasmo y se detuvo. Se levantó lentamente,
parándose en mi pecho, besándome en el cuello, besándome en la boca y me
susurró:

–       
Hasta aquí, luego
continuamos.

Me moría, quería matarlo por haberme dejado así pero él mandaba, así que obedecí.




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