ELLA

ELLA

La curiosidad hizo que mirase dentro de sí, y resultó que estaba vacío. Ahora recuerda que fue aquella mujer de trenzas negras, que pasó fugaz y sin prejuicios una oscura tarde de invierno. Se llevó todo consigo. Hasta el dolor del último amor que lo destrozó. Bastó una mirada, un “ya estoy aquí” y su mano tibia posada en el corazón. En la noche fue solidaria, generosa sin límites. En la mañana, el olor en la almohada de su paso vagabundo. Ni una nota, ni un roce que lo despertara. Llegó, robó sus sentimientos y se marchó sin más. Era una ladrona de guante blanco, de esas que nunca dejan huella, ni una salida para continuar.




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