Ramón, qué has hecho?
Cuenta una leyenda que en aquel pequeño pueblo, donde las calles estaban hechas de galleta, los autos bailaban y los caballos usaban tenis, existía un pequeño viejito que tenía un don muy especial: era el mejor pintor de autos de todo el pueblo.
Así es, él pintaba los autos de cualquier color y usaba una escalera para alcanzar los techos de los autos, pues era muy pequeño y cada auto que pintaba, bailaba más y mejor que el anterior.
Este viejito tenía una esposa que se llamaba Dulcinea y ella le preparaba la comida con mucho amor, aunque a veces se enojaba pues Ramón siempre llegaba tarde a casa por estar trabajando.
A Ramón le apasionaba pintar autos, y se quedaba hasta altas horas de la noche en su taller trabajando; cuando llegaba a su casa, Dulcinea estaba muy triste pues lo extrañaba muchísimo.
Ella quería que Ramón dejara de trabajar, pero él quería pintar 100 autos todos los días, y no dejaba de pintar hasta que terminaba el número 100, sin importar la hora que sea, el terminaba el auto 100 y hasta entonces cerraba su taller y se iba a casa con Dulcinea.
Una noche, cuando Ramón dormía, Dulcinea decidió cortarle un mechón de cabello para poder abrazarlo mientras Ramón estaba trabajando, y así no extrañarlo tanto.
Así que tomó unas tijeras y le cortó un mechón muy grande y lo amarró con una liga y se quedó profundamente dormida, abrazando aquél mechón de cabello de Ramón.
Por la mañana, Ramón se levantó muy temprano, desayunó, le dio un beso a Dulcinea que dormía todavía y se fue a trabajar a su taller.
Pero Ramón pronto se daría cuenta que algo malo estaba sucediendo.
Se le tiró un bote de pintura, sus brochas estaban todas desacomodadas, los botes para agitar se habían ensuciado, sus trapos especiales no estaban en su lugar, su cinta se había terminado…que estaba pasando que todo en su taller estaba de cabeza?
Ramón acomodó pronto todas sus herramientas y empezó a pintar el auto número uno del día, y el número dos y el número tres y Ramón seguía avanzando rápidamente pues quería llegar al auto número 100.
Tenía que pintar 25 patrullas de policía y ya tenía el tiempo encima, así que debía apurarse.
Cuando acabó de pintar las patrullas, decidió tomar un descanso y comer algo, así que buscó su lonchera, esperando que Dulcinea le hubiera mandado algo delicioso de comida.
Cuando estaba comiendo una deliciosa hamburguesa que le cocinó dulcinea, llegó el comandante de policía, aquel que despacha a todos los superhéroes a salvar gatos; llegó al taller de Ramón a ver cómo iba la pintura de sus patrullas.
No tardó mucho en soltar un grito enorme que parecía de espanto y enojo.
Pero que está pasando Ramón!!!!!????
Ramón se dio cuenta que no había escogido bien el color de pintura para las patrullas y había tomado el bote de color equivocado… así es, ahora las patrullas de la policía estaban de color rosa oreja de ratón!
El comandante de policía se enojó mucho y Ramón le aseguró que podría pintarlas de nuevo.
Después de muchos regaños, el policía se fue y dejó a Ramón muy triste y desconsolado, pues todo le había salido muy mal en este día… será posible que Ramón haya perdido su habilidad para pintar autos?
Triste y regañado, empezó a caminar rumbo a su casa para cenar con dulcinea, que había estado abrazando su mechón de cabello todo el día.
Cuando llegó y Dulcinea lo vio tan triste ella confesó todo, el cabello que le había cortado, era para tener algo que abrazar mientras él no estaba junto a ella, pero aquel mechón de cabello era lo que le daba ese poder a Ramón, para pintar los autos con el brillo más espectacular del mundo, así que se lo regresó y lo metió en su bolsillo.
Se abrazaron y Ramón corrió a su taller a probar si sus habilidades para pintar habían vuelto.
Ahí se quedó toda la noche pintando y terminó las 25 patrullas y las dejo más brillantes que nunca.
Al amanecer, recibió al comandante que quedó muy contento cuando le entregaron sus patrullas relucientes y negras.
Ramón fue a su casa y le prometió a Dulcinea que nunca más trabajaría en cien autos cada día, a partir de ahora, Ramón solo pintaría 2 autos al día, y aunque no los terminara, regresaría a su casa para estar junto a su gran amor, Dulcinea, para que ella no lo extrañara más.