UN PATITO ALOCADO
Cierto día mi hermana mayor tenía una clase de Biología en la cual debía llevar un pato pequeño, mi madre que se preocupaba por cumplir las tareas de sus hijas, fue al mercado municipal y se lo compró.
El patito era una monada, muy gracioso, cuando caminábamos nos perseguía.
Mi hermana cumplió con su asignación y se devolvió con el patito a la casa, nosotras felices, jugamos mucho con él y dormía en nuestro cuarto, el pato hacia desastres ya que no sabía hacer sus necesidades sino donde mejor le parecía.
Mi mamá sin saber que hacer ya que tenía 5 niñas y mucho trabajo, pensó que no lo podía tener en el apartamento y se lo dio a mi tía que tenía una casa en el campo en las afueras de la ciudad.
Mi tía se lo llevó en autobús y al verlo el conductor le dijo, que él no llevaba animales, que buscará la manera de trasladar ese pato.
Mi tía tenía urgencia de irse lo metió en una caja, le puso comida, envuelto en una cobija se volvió a meter en el autobús. Gracias a Dios el conductor no se percató y mi tía se escabullo metiendo el patito debajo del asiento.
Durante el viaje llovió y el autobús tenía bastante goteras, el viaje era largo, la caja donde se encontraba el patito se deshizo, el pato empezó a chapotear por todo el autobús, mordía a la gente y armó un gran alboroto. Era muy inquieto y juguetón, le encantaba picotear los pies de las personas.
Como sabían que el conductor no lo quería llevar, se quedaron callados, mi tía recorría el autobús persiguiendo y resguardando el patito molestoso, apenada por su inquieta conducta.
Cuando llego a su destino, mi tía le gritó al conductor
– Déjeme en la esquina.
El conductor se paró y la gente gritaba:
– ¡Se baja la del pato!
El conductor molesto, vio con rabia a mi tía, la cual se bajó muy contenta con su patito en los brazos.
El patito creció, pero era un pato guardián, salía con los perros cuando alguien llegaba a la casa de mi tía a picotear a las las personas que se acercaban a la casa y los perseguía para ahuyentarlos. No podía nadie agacharse porque salía presto a picotearlo. Era un pato alocado e inquieto. Mi tía no quería deshacerse de él, porque le tenia gran cariño, sin embargo le causaba inconvenientes con los visitantes que venían a su casa.
Un día llegaron dos chicos, el pato presto, salió a defender su territorio, comenzó a perseguirlos y a picotearlos, ahuyentando a los muchachos, pues resultó ser dos ladrones que ya habían robado otras casas por el sector. Mi tía agradecida decidió quedarse con el pato loco.
Muchos vecinos al conocer la proeza, le pedían a mi tía que le prestarán el heroico pato.
Ningún perro había podido asustar a esos ladrones que habían causado tanto daño al sector,
El pato loco resultó ser muy útil para todos, no volvieron los ladrones por la zona y se creó la fama del patito guardián. Mi tía feliz de tenerlo lo conservó hasta el día de su muerte.