La celda
Hay un sujeto que grita con desesperación, sus lamentos aclaman a gritos que lo saquen de esa gran celda.
Sin embargo, esa prisión es eterna.
Hay 4 paredes rodeándolo, que con cada segundo lo van asfixiando.
Por la desesperación, grita llanamente, golpeando las paredes con unos puños que cada vez son más débiles.
Jala de sus cabellos llorando, gritando, suplicando…
Hasta que su garganta se destroza por los lamentos.
Suplica clemencia, misericordia, ya no quiere estar ahí. Pero nadie lo escucha, pues hace mucho que se fueron.
Se hace ovillo y esconde el rostro en sus rodillas, no acepta que es el final de sus días.
Da piruetas y malgasta la energía, esperando que por lo menos la muerte acuda en menor lejanía.
Se rinde y cae al suelo, mirando al techo y con el pecho sintiendo un hueco…
Su respiración se corta un poco más, y sus pupilas ya no se dilatan.
El corazón se detiene en su baile de muerte, sus labios se sellan acompañando al jinete.
Lo que no esperaba, era que no hay una luz al final del túnel, sino más oscuridad en un lugar lúgubre.