Lagrimas.
Mentimos sobre saber despedirnos, pero con lagrimas en nuestros ojos siempre solemos irnos.
Mientras la melancolía viajaba en el viento que nos rodeaba hermosa y sin cuidado, tornándose tan roja como la sangre del tiempo pasado, volviéndose un eclipse para el amor no deseado.
Nuestros sueños cuelgan de un hilo atado a las estrellas, pero que fácil se pierden algunas de ellas , que difícil es confiar en alguien, pero si están sentados al lado ¿por que no acercarse sin cuidado?
Aveces nuestras lágrimas crean ríos de orgullo que nos impiden pasar al otro lado y poder tomar en brazos a quienes por melancolía extrañamos, esta tristeza crece, hasta que ya no hay donde esconderse, porque monstruos se alimentan de nosotros hasta que nos enloquecen.
Contradictorio es que los recuerdos caminan tomados de las manos, cuando ya ni siquiera nos hablamos, esta tempestad me arrastra y me condena, llevando esto a una muerte certera.
Mirándonos a los ojos pretendamos decir adiós, mientras nuestras sombras sigan sin entender la razón, mirándonos grabemos en nuestra mentes al otro antes que el tiempo extienda su blasón y no nos reconozcamos ni frente a frente.
En un adiós funesto. Un adiós jurado, pero siempre en tu mente me encontraras como tu amado.