REQUIEM
En lo más profundo de un bosque, junto al arroyo más limpio; una pequeña comunidad de animales vivía de la manera más armónica y pacífica, pero todo esto cambiaría. Un día de lo más soleado, crecían los árboles, las flores esparcían su polen y las abejas zumbaban de aquí para allá.
La señora Castor entraba a su casa luego de ir de compras, consiguió la puerta abierta así que lentamente fue entrando, preguntando si conseguía a alguien. Lo peor que ella imaginaba se encontraba ahí, el cuerpo de su esposo muerto, y en su sillón se conseguía una silueta que esta no sabría distinguir; pensó en correr, pero fue tarde cuando lo hizo, este asesino ya se conseguía sobre ella.
Yo el agente Rodrigo Hurón quise tomar cartas en el asunto, ya que muchos policías o agentes daban por resuelto el caso pensando que podría haber sido un depredador, pero yo sabía que esto no era así, un depredador no dejaría los restos de un cuerpo y otro con una sola herida.
Anduve vagando por cada rincón de nuestro pequeño pueblo, pero en Villa Animalia jamás había ocurrido algo parecido, ni siquiera los depredadores que vivían cerca de nosotros se habían comido a un animal dentro de nuestra zona.
Fui incluso con criminales de afuera de la villa y ninguno me describía algo parecido. Únicamente tenía dos sospechosos, el Señor Sapo, antiguo amigo del Señor Castor, pero se enemistaron mucho cuando hubo problemas en su negocio, grandes asuntos que llevaron a este sapo a quedar sin trabajo y sin una buena reputación como para buscar un nuevo lugar donde laborar.
Había otro sospechoso, El señor Águila el hombre más rico y chiflado de la ciudad, estuvo en la guerra y se sabía que podía perder en control si no se tomaba sus calmantes. Para reafirmar mis hipótesis, los dos estaban fuera del pueblo, intenté contactar con algún policía fuera de la villa a ver si los conseguía y no hubo respuestas.
El alcalde tenía miedo ya que ocurrieron muchas protestas por falta de seguridad e ineficiencia del cuerpo policial, decidió dar una orden de captura a los únicos dos lobos que vivían a las afueras cerca de estos castores asesinados. Pero mientras todos dormían pensando que había paz, yo continuaba mis investigaciones.
No lograba conseguir nada, por primera vez un caso no dejaba ningún cabo suelto. Decidí a las tres de la mañana ir a revisar la escena del crimen nuevamente, cuando llegué conseguí algo atemorizante, la casa estaba completamente limpia, no había si quiera la cinta amarilla que había colocado el cuerpo policial, el tv estaba encendido y la tetera sonaba como si alguien recientemente se estuviese preparando un té.
Saqué mi arma, estaba pensando en dos cosas; Una, el asesino por alguna razón disfrutaba de estar en donde había cometido sus crimenes. Dos, que un simple vago había decidido tomar este lugar.
Empecé a recorrer la casa, no lograba conseguir nada, simplemente estaba vacía. Decidí irme, una gota cayó del techo, la limpié y era sangre. Rápidamente subí al único cuarto que había en la parte de arriba, de una puerta que estaba en la entrada de este lugar emanaba mucha sangre. Atemorizado corrí y abrí, el cuerpo del Alcalde Alce se conseguía ahí, ya no había nada que hacer, pero pensé que pudiese haber más.
Comencé a recorrer el lugar, estaba realmente oscuro, una bruma espesa recorría mi cuerpo, mis pelos se ponían de punta, el silencio atemorizante poseía mis sentidos. Al final de este ático, conseguí lo que no quería hallar.
Una gran silueta espeluznante se hallaba ahí de espaldas a mí, pero lograba ver como devoraba algún cuerpo, tomé mi arma y me preparé para disparar, dije las típicas frases que un policía dice. La silueta empezó a voltearse lentamente y pronunció su requiem “Todos los que se hallen culpables serán borrados”.
De una vez disparé, las balas no le habían hecho nada, así que empecé a correr. El monstruo era realmente rápido, pero por mi pequeño tamaño lograba pasar por lugares donde él no podría entrar. Salí de la cada y seguía corriendo. Tomé el camino hacia las afueras de la ciudad, buscando no espantar a nadie.
En medio de la persecución llegué a un edificio en construcción, no tenía salida. El monstruo estaba justo en frente de mí, un destello vino a mi mente, saqué mi arma y disparé a un tanque de gas, empezó a quemarse, pero no se detenía.
La persecusión continuaba y parecía no tener fin. De tanto correr, llegamos a un terreno lleno de vigas, no sabía cuan inteligente podría ser este monstruo, pero recurrí a un plan kamikaze, me lancé a un lugar que tenía las vigas como cimientos, gracias a mi pequeño tamaño, ninguna me tocó, pero el monstruo al tirarse persiguiéndome, quedó herido gravemente por estas.
Salió de estos cimientos, caminaba con las heridas abiertas. Por momentos llegué a pensar que esto no acabaría, pero frente a mí, cayó aquella gran bestia.
Luego de ese día mi vida fue muy diferente, me dieron honores, inclusive fui nombrado heroe de la ciudad. Una estatua en mi nombre fue erguida y el puesto de comandante policial lo colocaron a mi servicio si quería. Pero esto no suplía que en mis sueños siempre viese a este monstruo en diferentes formas y cada vez con peores frases. Creo que el daño que yo le hice nunca será suficiente al daño que él me ha estado haciendo con el pasar de los años…
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