Armas de mujer

Armas de mujer

MARITNA POLICIA

 

Martina se distrae con la radio, el coche caracolea y una sacudida le
advierte que acaba de chocar con otro vehículo.  Pablo se detiene y
desciende con las manos en la cabeza.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué hizo eso?
—¿Por qué hice qué?
—Esa maniobra.
—Ah, eso. Porque lo miraba a usted.
—¿A mí? ¿Por qué no mirabas la carretera?
—No sé…
—¿Eso qué quiere decir?
—Que cuando lo vi me quedé embobada.
—¡Vaya! —Pablo suaviza el tono.
—¿Le hice mucho daño?
—Sí, un poco.
—Estoy temblando, ¿sabe?
—Bueno, mujer, tranquila, estas cosas pasan…
—Lo digo por encontrarnos así, en medio de la nada…
Pablo, desconcertado, vacila.
—Vale, pero… ¿Tienes seguro?
—Claro, ¿lo traigo?
—Sí, por favor.—Pablo la mira mientras se aleja. ¡Vaya  bombón!
Martina regresa con una botella.
—Tome mis papeles. ¿Quiere que brindemos?
—¿Qué brindemos?
—Sí, porque no nos hemos hecho nada.
—Como quieras, pero dame tus datos. —Pablo bebe un trago.
—Me llamo Martina.
—¿Cuántos años tienes, nena?
—Veinticinco. —Él sonríe seductor—. Eres bonita, ¿sabes?
—Lo sé, gracias.
—A qué te dedicas? —Bebe otro trago.
—Soy policía…
Pablo la mira incrédulo mientras ella, inmutable como un oso de peluche, saca
su alcoholímetro del bolso…

 .




  • 0 Comentarios

    Dejar una respuesta

    Contacto

    info@scriboeditorial.com
    666 47 92 74

    Envío
    o de las

    Inicia Sesión

    o    

    ¿Ha olvidado sus datos?