El encuentro
Verlo, siempre es un placer. Ayer volvimos a encontrarnos y fue un renacer de sonrisas. Ese cuerpo boscoso sabe albergarme en sus brazos. Lo quiero, y me reconforta conversar con él, sin ataduras, sin compromisos más que los pautados por nuestras pieles.
De cada palabra se cuelga una nueva aventura para el intelecto y los sentidos, con un leve gesto ya el pecado está en camino, y allí estamos los dos, oliéndonos, tocándonos, besándonos… mi mano vuelve siempre presurosa a su torre de marfil, tan provocadora, tan altiva. Acariciarla jugosa, bordearla con los dedos, los labios, es un reto del que salgo victoriosa. Mi premio se vuelve lluvia desbordada, me anega el cuerpo, la mirada, y regresa rauda como río a los canales de mi espíritu. Vernos, siempre es un placer.