EL HABITANTE DEL ÁRBOL

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EL HABITANTE DEL ÁRBOL

El habitante del árbol

 

 _ Fue un día como cualquiera. Caminaba distraída por la plaza y allí fue donde lo vi… me impactó, no podía creer,  qué estuvieras aquí, aquí en Santiago.

-De repente ese impacto me motivó a hablarle -Qué estás haciendo Cuasimodo, enfrascado en aquel árbol?… si me hablaste,  fue por algo en aquella noche maravillosa… llena de misterios…

Yo te hacía allá en Francia, en las sombras de las campanas de la catedral de Notre Dame.

 

Qué tristeza me dio cuando te vi… tan mudo, enajenado, melancólico, lejano. Quise abrazarte  pero… me dio miedo de pincharme con las espinas de aquel palo borracho. ¡Dónde te metiste! ¿Cómo fue que sucedió?

 

_ CUASIMODO: Fue en un largo viaje  de ensueños, en el cual  desperté –ahora mírame, vivo encerrado aquí… un poco solo y melancólico.

De vez en cuando vigilo las calles. Me distraen los autos!  La gente que pasa.

Aunque  lo cotidiano se me hace monótono.

Vivir así  no es muy bueno.

Pero casi me acostumbro.

Ya no corro como antes, extraño mucho el sonido de las campanas cuando saltaba en las cuerdas para hacerlas vibrar, eso era mágico. Ya casi nada  me enamora…sabes?, ya nada puedo expresar.

Me alimento de la raíz y también bebo por ahí.

Hasta el sonido me cambió…

Ya no escucho las campanas. Solo el ruido de motores,  bocinas perturbadoras. Todo refleja la impaciencia de la gente. Es me abruma, me satura.

Algunas veces,  escucho una música chillona que despiden los autos, los cuales muchas veces se estacionan bajo mi sombra y sus dueños aprovechan para limpiarlos, mientras sus hijos se distraen un poco por acá. En realidad no la puedo entender, no es la misma música de antes. Cuando los violines tocaban el alma, se disparaba de mi pecho y la emoción mágica me llevaba a volar por las nubes, como si estuviera enamorado…que hermosas sensaciones que al recordarlas me ahogo en un suspiro. Y cuando vuelvo a la realidad me siento un poco molesto conmigo mismo.

Entiendo el castellano, pero no lo ejercito… es que no tengo con quién hablar.

Asimilo lo que hacen. -a la gente me refiero-

Me siento útil cuando en días calurosos los jóvenes, niños y en ocasiones adultos también, vienen presurosos a buscarme y cobijarse en la sombra del árbol que hoy soy…

Es bueno sentirse útil, de alguna manera, le da significado a mi existencia. No es cierto?

 

_ CUASIMODO: -YA no me comunico como antes.

Si era feliz, o si me sentía triste, o si lloraba… pero ahora ya no lloro. No me caen lágrimas. Pero siento… !A veces estoy contento. A veces pienso mucho…  en todo lo que viví.

Tengo tanto que contar!  No escribo porque no puedo.

Cuando apareciste, sentí la necesidad de arrancar de mí, tantas historias…sobre mi vida, mis sentimientos, mi largo viaje… hasta este gentil árbol que me cobija, árbol que se convirtió en mi nueva morada.

 

Los lunes son agitados. El tránsito es incesante en las calles. Todo el año hay muchos accidentes. Jóvenes que entregan sus vidas en alocadas carreras de moto…

Regalar la vida así, sin un propósito… ufff, es algo que me hastía y me duele.

 

Cierto  día… ¡hay qué día! Vino un auto velozmente, no sé cómo sucedió, subió a la acera y… casi me chocó!

-A mí!  A mí!

Que podía hacer yo  aquí enfrascado.

Ese día me puse a pensar, cómo iba  a quedar! Si ya tengo los dientes feos, el ojo medio chinguiao y lo último que me faltaba… es tener más cicatrices! Cortajeao, como cuando Sixto, te corta el pelo con el violín!

Es lo último que me faltaba. –Che… ya se me está contagiando el santiagueño!!!-

A decir verdad, me gusta esta tonada medio shalaca -como dicen ustedes-.

 

_ CUASIMODO. –a mí me gusta ser espontáneo – como ustedes-

Cuando te vi pasar, me sedujo tu andar, la alegría que llevabas…mucho más cuando reparaste en mí y te acercaste… fue mágico el encuentro.

 

_ CUASIMODO. –Vi que me miraste, te acercaste demasiado, luego tocaste mi rostro –se me estremeció la piel-.

Aunque no lo puedas creer fue así.

-Te sigo contando.

El martes seguí conmocionado por el accidente. Pero por lo general los martes son tranquilos aquí en la plaza.

Esta plaza era linda, tenía un camión donde los niños jugaban.

Los niños…ya hace mucho que noto que no juegan como antes!

Hay que revisar que es lo que está pasando con los niños. Saber qué cosas son la que cada vez les arrebata su inocencia.

Tema delicado… son muchos los niños que se encierran en los juegos de esas máquinas, son esas cosas las que muchas veces no los dejan disfrutar del aire puro, de la naturaleza, que nos envuelve en una caricia amable con el viento. En un juego de ludo, como solíamos hacerlo cuando éramos niños o de saltar a la piola o treparnos a los árboles, jugar al futbol con la pelota de trapo, o simplemente sentarnos a dibujar en papel, pero la tecnología de hoy nos distrae, y nos vuelve cada vez más cretinos. Es por eso que los niños, ya no juegan como antes. Que tristeza me da pensar por que? hoy los niños no disfrutan de sus padres. Porque cuando se van a sus trabajos, quedan dormidos y cuando sus padres están de vuelta, los niños ya volvieron a tomar el descanso de la noche; esa es la vida moderna… todo el mundo en busca del dinero. Y el amor, la familia solo se reduce a las horas de los fines de semana…

Son esas cosas las que muchas veces no entiendo o tal vez no quiero entender.

 

_ CUASIMODO. –Los miércoles y los jueves, es lo mismo.

Los viernes y los sábados por lo general, son más distraídos.

Los jóvenes se juntan.

 

Las señoritas coquetas caminan por el boulevard…

 

Tienden a acompañarse, o enamorarse…

Muchas veces las barras se juntan a fumar un pasto putrefacto, nauseabundo… algunas veces estarán tranquilos, compartiendo como amigos…

Otras se desparraman, se pelean se agreden. Se lastiman.

¿En qué se está convirtiendo este mundo?…-dicen que el presente es de los jóvenes-, pero al ver esto, algo no esta  funcionando bien, que alguien les diga que la vida es una sola.

Siendo así entonces ¿por qué dejarla liberada al azar?

Estoy seguro que un fuego interior arde en esos jóvenes corazones. Quizá ese comportamiento es un grito desesperado, por escapar de sí mismos, de esa vida que solo conduce a la fatalidad…

Mm…ya me fui por las ramas, jajá…de pronto me puse poético. Sigamos conversando.

 

El verano es más distendido, dicharachero, alegre, por cierto que hace mucho calor…

¡Vaya si hace calor…!!!

Las tardes son largas, niños y padres pasean relajados.

 

_ CUASIMODO. –No sé si algún día volveré a ser el mismo, el Cuasimodo, de Notre Dame- Yo cuando lo era, era un hombre medio oculto; porque desde que nací, no fui acepado por la sociedad.

Por mi fealdad.

Pero soy un ser humano…

Con mis sufrimientos y mi propia sensibilidad…

Cuando era aquel, hasta aprendí a amar.

Hoy soy lo que soy.

Hoy he aprendido, a observar. A ser más receptivo. Aunque no me relaciono, muy bien tengo sentimientos.

No soy tan feliz…pero no es solo porque fui un hombre antes. Hoy aprendí a ser y a pensar como un árbol.

 

-Marce: Querido  Cuasimodo me encantó escucharte,

Nunca pensé encontrarte aquí enfrascado en un árbol, pero si no fueras un palo borracho me encantaría abrazarte y demostrarte mi cariño.

Prometo volver pronto a escuchar tus  nuevas experiencias, sé que de hoy en más, tendrás nuevas aventuras por contar. O tal vez alguna historia, que te quedo en la memoria de tiempos pasados.

Me voy feliz por haber encontrado a un amigo

Adiós querido Cuasimodo hasta pronto!!!

Prometo volver, pero la próxima vez que lo haga, no volveré sola. Volveré con todos los niños  de la ciudad, a que te conozcan como el árbol más sabio de todos los tiempos….

 

Dedico este cuento a un árbol, que aún permanece vivo en una plaza de mi ciudad, el cual contiene la imagen de la cara de cuasimodo.

 
AUTORA MARCELA CORVALAN

ARGENTINA – SANTIAGO DEL ESTERO.
CP 4200 – CE
marcec541@hotmail.com




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