A orillas de la fe.
Confino al barrer de la contemplación los credos dormidos
que por inercia tensan desteñidos
mis ataduras a la duda del tiempo.
Choque de lo súbito, lo crítico, muerto incidente
y recio borde doliente,
congela el amago de mi certeza.
Testigo soy de ese mi infinito vacío,
esta devoción secreta
que dicta los bosquejos de mi piel ignota.