Golondrinas azules y duendes
Oscuridad en tus ojos,
aroma dulce y añejo,
de los tiempos de tu cuerpo, y tu alma;
de aquel lejano tuyo.
Jueves quizás (día que no pensé);
tequila y un poco de fuego
acompañaban mi pluma,
pensando en historias republicanas,
para escribir;
en un viejo bar del sur,
una luz diferente me alcanzó.
Volví las gafas de cristal,
y una sonrisa me devolvió el aliento,
de cuando no decía más que tu nombre;
¡golondrinas azules y duendes!.
Tan igual desde que te olvidé,
distinta de lo que recordaba,
más humana, quizás, menos viva;
no entendía por qué, pero estabas.
Creo que nunca me viste, o sí;
ya no eras la chica más triste,
ni yo el tonto de siempre;
ahora bailabas al ritmo de mi tequila.
Debí invitarte un trago,
ahora lo sé, tonto de nuevo;
pero la oscuridad de tus ojos
detuvo mi fuego,
mi pluma y mi tiempo.
Ya no eras la chica más triste,
y yo, el tonto de siempre;
me quedé con tu aroma y el jueves,
de golondrinas azules y duendes.