No me dejes
Sara Evans era una chica como cualquier otra, de tamaño promedio, ojos color café, cabello azabache y una sonrisa con la que podria conquistar a cualquier hombre que deseara. Era una chica cotidiana, popular en su ultimo año de secundaria y altamente cortejada por los chicos de su instituto. Su día consistia en ir a clases, practicar soccer y claro, lo más importante, molestar a su victima.
Así es, Sara no es la chica de amor y flores que te estabas imaginando, la tierna y vulnerable Camila Hudson era su objeto de distracción favorito, con su poca diferencia de estatura Sara lograba intimidar a Camila al mirarla un poco por encima de sus ojos, le lograba decir en cada oportunidad que tuviese ese apodo tan cliché y estupido que más estupido era que le doliera tanto “Rubia oxigenada”. Tanto Sara como Camila y el resto del instituto sabian que Camila era rubia natural y a parte de ello la mejor de la clase, pero la juventud es cruel, es en el momento donde estás más conectado con tus instintos, ellos aplaudian, reian y celebraban tales insultos y cotidianos encuentros en los pasillos, no deseaban que Sara los tomara a ellos de objetivo. Ante cada encuentro los ojos esmeralda de Camila siempre lograban llenarse de lagrimas, más nunca se permitia derramarlas, no permitiria que la vieran como debil.
Hoy, no era un día fuera de lo común, la campana del cambio de clases habia sonado y los chicos llenaban los pasillos chocando entre si como un cardumen que cambia de rumbo sin aviso previo. Sara llegaba frente al casillero de Camila donde se encontraba la anteriormente mencionada retirando los libros que necesitaria para su próxima clase. Al sentir un carraspeo de garganta tratando de llamar su atención suspiró lentamente y se volteó hacia Sara con una cara de indiferencia.
” ¿Puedes hacerlo rapido? Debo llegar a clase de Quimica” Dijo Camila.
La cara de Sara pasó de tener una sonrisa burlona a portar un seño fruncido ante tal indignación, no podia creer las agallas de Camila al hablarle de tal manera.
“¿Quien te crees para hablarme así? Además, ¿Qué importa si llegas tarde o no llegas? No es como si alguien te estuviera esperando” Respondió con desdén y burla Sara.
Los ojos de Camila rapidamente se llenaron de lagrimas, era bien sabido que era una chica solitaria, solo la habian visto alguna vez en su infancia con una niña con la cual, al pasar el tiempo y a pesar de que habian sido inseparables, simplemente dejaron de juntarse, la pequeña se alejo de Camila sin explicación alguna, eso le rompio el corazón a la dulce Camila.
Sara al notar la reacción de Camila simplemente rió, pero al ver la primera lagrima correr por su mejilla algo dentro de si le hizo detener. El brillo de esa gota saltina que acariciaba el rostro de la chica frente a ella hacia que su corazón diera un vuelco doloroso, tal vez era culpa mezclada con… ¿Cariño? No, no podria ser.
Sara aclaró su garganta una vez más y bajando su mirada murmuró un suave “Olvidalo”
“¿Uh?” Musitó Camila al subir su rostro desconcertada.
“Que lo olvides” Repitio un poco más alto Sara. “No debí decir aquello, no fue lo correcto. Ahora ve a clases, se que hoy tienes examen.” Dijo cabizbaja antes de retirarse.
Camila solo pudo observar enmudecida como Sara se retiraba y desaparecia por el pasillo. ___________________________________
Al salir de clases Sara se retiró a su casa en silencio, pensativa y desanimada. Odiaba llegar a esa casa, no le decia hogar porque no lo consideraba como tal, lo unico que le esperaba al llegar a casa eran unos padres desmayados por el alcohol y eso era si tenia suerte suficiente. Estaba cansada de malos tratos, de todo lo que vivia día a día en ese lugar.
Al llegar a casa abrió la puerta lenta y silenciosamente, caminó hasta la cocina y pudo ver a su madre desmayada encima de la mesa del comedor, un par de botellas vacias a un lado de su cabeza y un vaso de vidrio con un poco de ron siendo sostenido por su mano derecha.
Trató de buscar a su padre con la mirada más no lo encontró, pensó que habia salido y sintió un alivio enorme. Hoy podria aguantar los golpes, pero lo que luego venia era algo que no queria tener que aguantar hoy.
Se volteó sonriendo en camino a su habitación y en el proceso chocó con quien no deseaba encontrar, su padre la miraba con ira mientras posaba una mano en su hombro y apretaba fuertemente. “Estaba esperando que llegaras pequeña mierda” el aliento lleno de alcohol golpeó de en su cara haciendola tornar su ristro en repulsión, por ello no logro ver la cachetada que venía en camino.
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En otro lugar, al mismo tiempo de los hechos anteriormente narrados, logramos ver a Camila en camino a casa pensando en los eventos de hoy. En el sorprendente cambio de corazón de Sara, tal vez fuera un cambio momentaneo, algo que al día siguiente cambiaria, pero no dejaba de pensar en ello. Tomó valor y decidió enfrentarla, decirle que deseaba mantener ese trato. Cambió de dirección, notando que estaba cerca de la casa de Sara, y con pasos decididos en pocos minutos llegó a aquella casa de color pastel que tanto conocía, acercandose a la puerta estaba decidida en golpear cuando un ruido dentro de la casa la distrajo. Sonó como un plato cayendo al suelo, preocupada se acercó aún más a la puerta y notó que estaba entre abierta, la abrió lo suficiente para deslizarse dentro sin ser notada. Caminó hasta la cocina ya que de allí provenian los ruidos, pudo ver una escena que hacia varios años no presenciaba.
Sara estaba levantandose del suelo, sangre de su labio roto rodando por su barbilla, su padre dandole la espalda mientras vaciaba su vaso de un trago, al voltearse el hombre Camila supo que el proximo golpe era inminente, con una velocidad y fuerza de la que no sabia que fuera capaz Camila empujó al hombre haciendolo golpear su cabeza contra el refrigerador y resbalar sobre la misma hasta caer sentado. Viendo al hombre quejarse desde el suelo Camila tomó a Sara de la mano, quien estaba en un estado de shock, y la arrastró fuera de ese lugar, corrieron hasta llegar a un parque y tomaron asiento en unos columpios mientras recuperaban el aliento.
Ninguna articulaba palabra, Sara miraba su regazo mientras Camila admiraba la belleza del parque con una mirada melancolica.
“Ahora nunca podré regresar” Murmuró Sara con un deje de tristeza.
Camila asombrada por el comentario volteó a verla y dijo “¿Y qué? Es para bien el que no lo hagas”.
“No entiendes, yo-” Inició diciendo Sara para ser interrumpida.
“No! No tienes derecho a hacer lo mismo que hace años, tal vez no te entienda pero te quiero lo suficiente como para saber que seguir aguantando eso es lo peor que puedes hacer” Dijo Camila molesta “Ven a vivir con mi madre y conmigo, ella estaría de acuerdo y no tendria problema alguno, yo quiero tenerte en mi vida nuevamente, eramos inseparables” Dijo ya más calmada y melancolica.
“Mila, sabes que no quiero ser una carga” Dijo Sara usando el diminutivo que le transmitia una calidez en el pecho, recordando esa infancia adorada.
“Evi, sabes que jamás serás una carga para mi” Dijo Camila tomando su mano y acariciandola.
Se quedaron mirandose un rato sonriendose para luego en silencio observar el atardecer tomadas de la mano. Haciendo referencia a cuando eran tiempos más simples, dos pequeñas en ese mismo parque, en los mismos columpios, tomadas de la mano y disfrutando de su compañia.