La princesa que se salvó sola.
Introducción: Muchas veces damos por perdido lo perdido, pero lo importante para tener un buen resultado es saber usar estrategias en la búsqueda.
Si la búsqueda se hace en el interior de cada uno, entonces debemos reconocer qué fue lo que nos pasó para que nos encontremos perdidos, y luego tomar decisiones con proyecciones y tener una noción de un posible resultado, que puede ser positivo o negativo para nosotros mismos o para los que nos rodean.
El cuento que aquí se desarrolla está inspirado en tres majestuosas historias: Los Fugitivos – Alejo Campertier; Pedro Páramo – Juan Rulfo; y Barranca abajo – Florencio Sánchez.
Estos cuentos tienen en común los temas como la muerte, la desolación, el abandono y la voluntad.
“La princesa que se salvó sola”.
La mayoría de los cuentos de princesas comienzan con “había una vez…”, pero no es el caso de este cuento.
Así es, Lismalor fue una niña huérfana, destinada al maltrato y al desamor.
Creció en varios lugares y en cada uno que iba siempre recordaba a su madre. Cada vez que alguien se ponía a cocinar ella interrumpía “mi mamá hacía lo mismo” o “mi mamá le ponía tal condimento”, era la forma que mantenía viva la memoria de su madre, ya que quedó huérfana a los nueve años. Era muy pequeña, pero tiene más recuerdos de ese ser querido que cualquier persona que tenga viva a su madre.
Un día, le tocó cocinar, nunca se dio cuenta que era todo un desafío.
Comenzó a pelar papas, puso a calentar el agua, quería que todo le saliera bien y para no cometer errores se subió a una silla para colocar la olla en la hornalla. Se sentía una chef de televisión en una cocina tan precaria. Con todo lo que estaba haciendo también se daba un tiempito para observar lo que hacían sus hermanos más pequeños. Ella tenía ocho años.
De regreso a su casa, luego de una de las tantas visitas que hacían casi a diario a lo de su abuela, iban caminando su madre, sus hermanitos y ella, cruzaban por un camino abandonado que al costado de él había unos cachorros casi recién nacidos, la madre no se percató pero Lismalor y sus hermanos los vieron de cruce pero no hicieron comentarios.
Cuando llegaron a su casa se pusieron a jugar. De pronto la madre llamó a todos para que entraran a la casa, pero Lismalor no se encontraba allí. La buscaron por todo el lugar, pasó un tiempo y la preocupación de la madre creció.
Cuando de repente la ven acercándose a la casa con una caja en las manos. En ella había unos pequeños cachorros, sus hermanos estaban alegres que todos juntos pidieron a su madre que deje tenerlos. Todos gritaban ¡los salvamos!, ¡los salvamos! Y así tuvieron la responsabilidad de cuidar a tres hermosos cachorros.
La inocencia de estos niños invadían las vidas de los adultos que los cuidaron temporalmente. Tanto es así, que el día en que su madre muere lejos de donde ellos estaban al cuidado de unos tíos, la hermana menor de Lismalor pregunta ¿Cuándo volverá mamá? Y Lismalor contesta ya va a venir, sin saber que su madre ya había muerto. Las lágrimas inundaron los ojos de su tío, dándole la espalda a las niñas para que no lo vieran y tragando la angustia que sentía.
Con tal acontecimiento, el padre de los niños aparece luego de años sin verlos, los había abandonado yéndose a vivir muy lejos.
Queriendo hacerse cargo de sus hijos, decide quedarse a vivir en el pueblo y llevar a sus hijos a su casa.
Fue allí donde Lismalor sintió la falta de cariño, aunque ya no debía cuidar a sus hermanitos porque muchos adultos cuidaban de ellos. Así creció ella, en el desamor, engaño, con un corazón tierno sin lastimar a nadie. Sabía lo que quería, no se dejó vencer por el desamparo, ni tampoco espero el rescate de un principe azul. De pequeña tomó las riendas de su vida y batalló buscando una vida feliz. FIN: