¡CORRO!
A mi agüela Matilde Viana. Hace veinte años un niño campesino lloraba su partida
Mi agüela me hace señas
–¡Otro mandao! Ahora qué
agüela–
– ¡No seas pendejo que llegaron
esos desocupaos! –
-¿Quiénes?-
– ¡Corra más bien!-
De acuerdo, corro.
– ¡LA BENDICIÓN AGÜELA!
VOY A VER SI SE ATORÓ
LA PILA PORQUE ESTÁ
BAJANDO POQUITA AGUA
– VÁYASE POR LA ORILLITA
¡DIOS LO BENDIGA Y LA
VIRGEN LO FAVOREZCA!
De acuerdo, corro. ¡Juepúchica! El cerco de las gallinas obstaculiza mi camino secreto.
Tocó de salir por el portillo diadelante. – ¡Buenas tardes, hasta luego!- Esos desocupados no saben que vivo aquí. ¿Este no es el Júver?
Me dice:
-Mijo, ¿Pa’ dónde va?-
Respondo: – La agüela me manda a ver la pila diagua, tá bajando poquita-
-Venga ahora se va, trajimos confites- Me dice.
Pienso: ¿Cuáles confites? ¡Ni que no supiera a qué sabe la caña! ¡No quiero confites! ¡Lléveselos! ¡Viejo puerco!
Digo: -No quiero confites, tengo afán don Júver-
-¡Pere mijo, no se vaya! ¡Doña Mirtha!- llama – ¡Buenas tardeees!- dice el viejo puerco.
¡Que no salga mi mamá! ¡Por favor Diosito que no salga!
–Mi mamá se jue a trer yerba pa’ los cuyes-
-¿Cómo le va Doña Mirtha? Vinimos a lo de siempre. ¿Están todos los niños?- Se derrumba mi mentira. Estoy en problemas.
Mi mamá los recibe como si le diera alegría verlos.
¡Qué rabia! Ella responde:
– El Ferney está adentro viendo tele, el mono aquí está y a la Yuleimi la mandé a traer una pacunga pa’ los conejos-
El puerco del Júver abre su caja de icopor mientras dice: – No hay problema, mientas vacunamos a estos dos, irá apareciendo la otra-
No voy llorar, tengo que correr, eso duele, pienso mientras los veo… ¡Prefiero morir así no me vacunen! ¡Este Júver es un pendejo!
Mamá, agüela defiéndanme, vacunen al Ferney primero, a mí no,
Voy a ver el agua de la pila, ¿les importa más hacerme llorar que el agua de la pila?
-No llore que eso es pellizco y ya, tenemos confites – Responde el descarado del Júver.
-llévese esos confites, yo no quiero nada de usted-
-No sea grosero- dice mi mamá.
Mi mamá está en contra mía. Claro como a ella nunca la vacunaron cuando era niña.
El Júver me agarra el brazo y su cómplice el otro.
–No quiero, no quiero, no quiero,
agüela por favor, defiéndame – Grito.
-Yo estoy bien así- sigo gritando
– ¿Pa´qué vinieron? ¡Agüela por Dios!-
Mi agüela, mi súper heroína.
Viene, está roja de la rabia, se le mojaron los ojos.
– ¡Suelten a Mono!- dice -Si él no quiere no lo obliguen, ¡manada de desocupaos!-
Me libera, -¿corro?- Le pregunto,
– ¡sí corra mijo!- Me autoriza
Corro por la carretera destapada,
Corro y no paro.
¿Pa’ onde cojo? Pa’ la pila no, ellos saben que iba pa’ allá.
Sigo, corro, pienso:
¡Agüelita bella! Me iré a ir a vivir con ella a otro lugar, yo la mantengo y ella cocina. Corro.
– ¡Hola vergajo! ¡Vení pa’ acá! ¡Deja la tontera!-
¡Qué! Mi papá
¿Y él no estaba trabajando? Corro.
Viene en su bicicleta vieja y me va alcanzar.
Tengo miedo.
A él le tengo más miedo que a nadie, que hasta la misma vacuna.
¡Diosito ayúdame!
¡Ay no!
Estoy seguro que al Ferney ya lo vacunaron y está comiéndose un confite mientras ve la tele.
Esas piedras me lastiman,
Ladran los perros de misiá Isabel,
¡San Roque bendito, defiéndeme de esos perros!
Bajo la velocidad.
–Perrito, perrito-
Me ladra, solo me ladra.
Vuelvo, arranco, mi papá me va a alcanzar,
Sonó algo ¿Qué fue? ¡Sí! Algo le pasó a la bicicleta.
¡Dios, gracias! ¡Diosito siempre me escucha!
Me duelen los pies.
¡Gracias Dios!
Mejor corro más.
Parece que se le arrancó la cadena.
¡Bien hecho! Corro.
– A la casa volverás y te espera la vacuna junto con el rejo que ya conocés-
¡El rejo! ¡Dios! Con el rejo no.
Corro. Paro. Regreso.