Recuerdos de Pearl Harbor

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Recuerdos de Pearl Harbor

Los aviones de combate también cuentan cuentos. Y estas son historias de guerra, cuentos de hangar narrados desde un punto de vista totalmente diferente: el del avión.
Inspirado en hechos reales…


—Tom, permíteme presentarte a mi mejor amigo y, a la vez, toda una leyenda aquí en Pearl… —hizo las presentaciones un orgulloso Skywarrior.
—Es un verdadero honor… —saludó el viejo biplano.
—El honor es mío señor… —replicó el F-14.
—Duck y yo nos conocemos desde hace algo más de… Eehhh… 10 años, ¿no?… —volteó a mirar al pequeño avión.
—Creo que ya son 11… —respondió Duck con una benevolente sonrisa. 
De inmediato, el Skywarrior les hizo una seña a los dos aviones para que lo acompañaran a la popa del “bote”.  
—Por cierto, Tom, la principal razón por la que traje al viejo Duck es porque… Es primo lejano tuyo —le informó el RA-3B—. Quería darte esa sorpresa.
El F-14 se quedó de una sola pieza. No tenía ni la más mínima idea de que un pariente suyo, tan lejano, estuviese vivo, menos en un lugar tan emblemático. 
—Y, además, Duck es sobreviviente del ataque japonés a Pearl Harbor —acotó el Skywarrior.
—No puede ser… —murmuró el F-14.
Tom siempre había querido escuchar de primera mano alguna historia referente al inicio de la guerra en el Pacifico.
—Por favor, ¿podría contarnos como fue ese día?… —le pidió Tom a Duck.
El ruido de la maquinaria pesada le indicó al viejo biplano que había movimiento en uno de los ascensores por lo que, con un vistazo hacia atrás, Duck pudo observar cómo los integrantes de la Banda de Guerra del Enterprise se dirigían desde el elevador número 3 a su usual ubicación frente a la Isla del buque, trayéndole con esto recuerdos imborrables de aquella mañana del primer domingo de diciembre de 1941. 
—Si Duck, haznos los honores… —insistió el RA-3B.
El pequeño avión parecía estarlo meditando. Nunca antes había tenido una audiencia tan especial como esta, así que…
—Por supuesto… Sería un honor para mí… —respondió al final con una sonrisa de complacencia. 
La Banda cumplía con sus habituales ejercicios de afinación y el sonido proveniente de sus instrumentos inspiraba aún más a nuestro viejo amigo a contar su pequeña gran historia. 
Y eso fue lo que hizo.
En el mismo instante en que la Banda comenzaba a ensayar el “Hands across the Sea”, un sin número de recuerdos se agolpaban en la mente del J2F purgando por salir y contarle a los demás como habían sido las primeras horas de la mañana de aquel domingo en la rampa de vuelo en NAS “Ford Island”.
—En realidad, todo se inició en la noche del sábado —empezó a relatar Duck con una mirada melancólica—. Como cosa inusual, la totalidad de los acorazados de la flota del Pacifico se encontraba fondeada al completo en Pearl… 
Tanto Tom como Skywarrior se dispusieron entonces a ponerse cómodos y a prestarle total atención al pequeño avión utilitario.    
—La luna brillaba en todo su esplendor, inundando el cielo con una alfombra plateada que se extendía hasta el infinito y, las luces en los barcos de guerra, vertían por sobre las instalaciones navales en el puerto grandes cascadas de destellos luminosos que luchaban por abrirse camino en cada esquina, en cada recoveco, por entre los edificios y los almacenes, buscando descubrir, escondidos entre las sombras, figuras espectrales de amantes enfrascados en relaciones prohibidas… 
Cerrando sus ojos, Tom trataba de imaginarse la escena descrita por el viejo Duck quien en ese momento hacía una breve pausa para contemplar los almacenes ubicados justo detrás de ellos.
Luego continuó.
—Era noche de club… Ustedes saben… —hizo un gesto significativo con su cara—. Y una suave y esporádica brisa se encargaba de traer, de aquí y de allá, el rumor de los acordes musicales con los que las grandes bandas amenizaban sus fiestas en las diferentes instalaciones dentro de la base… “Moonlight Serenade”… “Sing, Sing, Sing”… “Blue Moon”… “Boogie Woogie”… Y la preferida de todos en el “O” club de Pearl… ¡“Sweet Leilani”!… ¡Ni más ni menos!  En fin, cada quien se esforzaba por divertir más y mejor a su respectiva concurrencia…
Pronto se le unió al grupo un Corsair, quien al ver al trio de aviones reunido en la popa del barco, decidió acercarse a ellos para escuchar mejor lo que el viejo Duck tenía para contar.  
—Por supuesto, en el hangar número 6 en NAS “Ford Island”, teníamos montada nuestra propia fiesta… —se apresuró a decir el J2F.
Al llegar a este punto, la banda tocaba “Sentimental Journey”, llevando a nuestros amigos en un viaje nostálgico por el pasado.
El líder de la banda le guiño un ojo a Tom.
—Aahhh!… Se me olvidaba… ¡“La Batalla de la Música”! La final de la competencia para escoger la mejor Banda de la Flota… —dijo mirando, en esta ocasión, al recién llegado A-7E—. ¡Inolvidable!… —continuó—. Habían quedado finalistas las Bandas del Tennessee, Pennsylvania, Detroit… Y… Eehhh… Si no me equivoco, el Argonne… —dudó por breves instantes—. ¡Si, el Argonne!…
Los ojos se le iluminaron con la alegría de quien vivió el momento.
—Ganó la Banda del Pennsylvania —hizo un medio gesto de desagrado— Y para celebrar, tocaron el “God Bless America”… En lo personal, hubiese preferido la Banda del Arizona… ¡Era la mejor!
Un fragmento de “Stardust” fue el siguiente en ser interpretado por la Banda del “Big E”.
Tom, Skywarrior y Corsair estaban embelesados con la historia que contaba el pequeño avión. Y la música, bueno, “On a Little Street in Singapore” fue seguido por “A String of Pearls”… La Banda quería poner su grano de arena…
Los minutos pasaban más, sin embargo, los cuatro aviones parecían estar desconectados del tiempo.
El silbido penetrante, proveniente del silbato del Contramaestre, indicaba el primer anuncio de la mañana, sacando de su concentración al veterano avión.
—Esta es la primera llamada, la primera llamada para “Los Colores”… —se escuchó la voz del Contramaestre a través del sistema de parlantes 1MC del buque. 
Entonces, y a medida que la Agrupación de Bandera se dirigía hacia el asta de la bandera situada al extremo de la popa del “Bote”, la Banda tocaba “The Trio Strain to The National Emblem”. En la proa del buque, otros marinos hacían lo propio con la “Union Jack” en el asta reservada para ella. 
—… Aten… ¡CION!!!
Segundos después, es decir, a las 0800 horas, la Banda comenzaba a interpretar las notas del Himno Nacional e inmediatamente se procedía con el izado simultáneo de ambas banderas. 
Si bien Duck escuchaba la ceremonia matutina del izado de banderas una y otra vez, todos los días, no es igual cuando se está a bordo de un buque de guerra. La emoción que se siente es indescriptible.
—¡Continuar!… —se dio por finalizado el acto.
Los músicos comenzaron a recoger sus instrumentos y el resto de los aviones que nada tenían que ver con el grupo de Tom, iniciaban su rodaje a la pasarela que los llevaría al puerto y con ello, a las actividades planificadas para ese día.
—NAS “Ford Island” fue la que más sufrió durante el ataque japonés… —comenzó de nuevo a relatar con voz ronca el pequeño hidroavión, con la mirada puesta en la pista como si todavía estuviese esperando ver explotar las bombas lanzadas por los “Val” al momento de salir de su picada de bombardeo —. No tanto por el ataque al campo de aviación, sino porque los acorazados se hallaban anclados por pares justo allá… —acotó, esta vez señalando con su ala izquierda, el lugar donde se hallaba la “Fila de Acorazados” con respecto a la isla—. Y ellos, constituían el blanco principal del ataque…
Los cuatro aviones se movían a sus anchas por la despejada cubierta de vuelo del Enterprise, a medida que Duck les iba contando a sus nuevos amigos la historia del traicionero ataque perpetrado por la Flota Combinada Japonesa en aquella mañana de domingo. 
—El Nevada… El Arizona y a babor, el buque de reparaciones Vestal… —señaló las boyas de amarre situadas al sureste de la isla—… El Tennessee y por su parte externa, el West Virginia…  El Maryland y por fuera el Oklahoma… —continuaba indicándole a sus amigos la posición exacta de los buques al momento del ataque. 
Tom estaba asombrado por la memoria del viejo hidroavión. Le sorprendía enormemente que recordara tantos nombres, tomando en cuenta que el ataque había ocurrido casi 34 años atrás.
—Al otro lado de la isla, los cruceros Detroit, Raleigh, el antiguo acorazado Utah y el buque de apoyo a hidroaviones Tangier sufrían los ataques con torpedos de los aviones que llegaban por el norte… —dijo a manera de información. Y luego, bajo la mirada. 
—El Utah sigue allí… 
—¿Sigue allí???… —preguntó un asombrado Skywarrior, tratando de estirarse lo más que podía para poder ver, cosa imposible, la otra orilla de la isla y verificar así la información dada por su amigo.
—Si… Y al igual que el Arizona, el Utah se convirtió en la tumba para una gran cantidad de tripulantes…
Para Tom, resultaba obvio que no era lo mismo leer la historia plasmada en un artículo conmemorativo en alguna revista de la Marina que escucharlo, relatado de primera mano, por uno de sus propios protagonistas. 
—Exactamente, ¿a qué hora se inició el ataque?… —preguntó Tom.
El viejo y cansado Duck se tomó su tiempo para ordenar sus recuerdos.
—Esos “bastardos amarillos” iniciaron su ataque a las 0755 horas.
—Eehhh… Disculpen… —interrumpió un Vigilante. Y, mirando al Corsair, le preguntó—… ¿Vienes o te quedas?…
—¡Me quedo!… —respondió el A-7E sin titubear.
—OK… ¡Tú te lo pierdes amigo!
—¡Lárgate ya! —le espetó Skywarrior al RA-5C.
Tom y Skywarrior miraron fijamente a los ojos del Vigilante.
—Continua Duck… —le pidió amablemente el Corsair.
—En fin, en la “Fila de Acorazados”, solo tenían que preocuparse por izar las banderas por la mañana —dijo con nostalgia—. La ceremonia empezaba siempre a la misma hora… Eehhh… 0755. 
A medida que el pequeño Duck contaba la historia, Tom se iba haciendo una imagen mental de los acontecimientos; podía imaginarse la paz y tranquilidad reinantes en ese primer domingo de diciembre.
—Y a las 0800 horas, se arriaba la bandera “preparatoria” y se izaban las otras dos… —se entretuvo unos segundos observando la bandera del Enterprise ondear al capricho del viento—. Dependiendo del tipo de buque, hasta la Banda podía tocar. Este fue el caso del Nevada…
El hidroavión utilitario ahora miraba hacia el lugar exacto donde 34 años antes se encontraba fondeado el Nevada, imaginando por unos segundos a la Banda tocar el “Star and Stripes forever”.
—Fueron justamente los músicos de este Acorazado quienes observaron algunas manchas en el cielo, hacia el sur-oeste…
Tom, Corsair y Skywarrior escuchaban con atención cada parte de la historia que venía a la mente de su amigo.
—Y vaya que si se acercaban muchos aviones… —continuo con su relato—…Y de varias direcciones a la vez: Un oficial del Raleigh vio como aproximaba un grupo desde el nor-oeste; un marinero del Arizona observó otro grupo provenir de las montañas del este; y, desde el destructor Helm, el único buque navegando por el canal principal, el timonel advirtió al que sería el tercer grupo, aproximándose en vuelo bajo desde el sur…
De nuevo y, con la mirada fija en algún punto sobre la vertical de la Isla de Ford, como esperando ver la aparición espectral de algún avión japonés, el pequeño Duck continuó con voz sombría…
—… “Tora… Tora… Tora”… —volteó a mirar directo a los ojos de Tom—. El resto, es historia…



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