Un pollo en la nevera.
El frío de la soledad me congela como al pobre pollo en la nevera.
Estoy como un perro perdido que ladra solo en la pradera.
Y nadie se entera.
Ladra que te ladra y no hay quien lo sepa.
Y ese móvil que no suena.
Y ese puñetero mensaje que no llega.
Solo, escuchando a Mark Knopffler y calentándome la azotea.
Baladas suaves que no incitan a pelea.
Pero que me achicharran la cabeza de ideas.
Buenas, si me llamas.
Malas si pasas, o si no te acuerdas.
Eso quiere decir, que ni te enteras.
Y vuelvo a tener frío.
Ya no me fío que vengas.
Pero también me río.
Soy un perro que ladra.
También un caballo de carrera y hay otras yeguas.
Y más de una cuadra…