Mente confinada y vestidos de Prada
¿Tomar consciencia?
¿Qué entiendo por tomar consciencia?
No os ha pasado nunca que habéis tenido un momento de lucidez, en el que cualquier circunstancia de la vida o parece tan fácil de resolver, tan clara, con tanta luz, que pensáis que habéis estado ciegos, encerrados, ¿o idiotas por no daros cuenta de que lo que te preocupaba era tan fácil de resolver? O más bien, que era tan fácil la respuesta.
Todos hemos tenido ese momento. Los que somos padres, con nuestros hijos, seguro que ha sido muy revelador. Cuando les hemos reñido y nos contestan: ¿y por qué no?…. momento de silencio, cara de idiota, asumes que la cara va con el resto del cuerpo, y entonces, sonríes. ¿y por qué no? Ufffff me encanta es frase!! Si tuviera cojoncillos me lo tatuaba junto a unas alas.
Los niños son tan maravillosos, tan libres de mentes confinadas, de estereotipos, de jueces, de amigos tóxicos mentales…
La mente se debería poder desconectar. On: voy a trabajar, voy a tener una reunión importante, voy a ser consecuente. Off: Voy a vivir.
Mente y corazón. No hay uno sin el otro. De eso nos olvidamos.
Mira que nos cabrea cuando comentamos todos nuestros problemas a alguien fuera de nuestro círculo, alguien que no nos conoce; porque el que nos conoce, el que vive a nuestro alrededor, está tan acostumbrado a nuestras frases del día a día que oye, y expulsa…por el otro oído. Eso es así. Pero nos desahoga. Nos mola.
Nos cabrea porque ante nuestro vómito de problemas, (ja y ja) que si además, acompañan aspavientos y ojos como platos, son más chulis, esos que no nos conocen nos sentencian con una frase tan sútil, tan dejada caer, con un: pues no lo hagas, pues pasa de todo, pues anímate…. Les metía una ostia. Pero de verdad. Eso no se dice. Tengo un problema y tú me tienes que compadecer, me tienes que entender, tienes que admitir mi mérito.
Nuestra mente vive entre cuatro paredes, nuestra mente no entiende de corazón (son opuestos) pero juega a ser Dios, a ser más que nadie. La mente tiene su papel, sí, pero no sirve para todo. Es racional y consecuente. Pero al corazón le toca ser desenfadado. No hay uno sin el otro. Siempre están unidos. Y para estar equilibrados uno no debe superar al otro; la mente es muy gilipollas.
Cuando algo nos preocupa le damos vueltas, y más vueltas. Un círculo, todo gira alrededor de los mismo, problema cíclico. Y vueltas y más vueltas. Nuestra mente es la que nos hace pensar una y otra vez en lo mismo. La mente pregunta: ¿y por qué? (el corazón dice: ¿y por qué no?).
Acepto el desafío explicando porqué nuestra mente confinada viste la realidad.
La mente confinada es la que tenemos entre esas cuatro paredes, entre esa realidad cerebral, esa realidad no real del todo.
Todos tenemos algo que nos preocupa. Es normal. Es lo que nos hace superarnos porque así nos vamos encaminando a nuestra esencia y a lo que nos hace felices. Pero no hay que andar en círculos, hay que pararse y seguir. En línea recta. A veces, la mente nos pone una venda y ¡hala! A dar vueltas.
Necesita (la mente) que le inyecten consciencia. Esa opinión de los idiotas que en el fondo tienen razón. Opinión de los niños que no tienen pudor a sentir sin pensar en las consecuencias. Y lo peor, lo que más le cabrea, es que eso que nos dicen, lo sabemos.
Cuando hemos pasado por malos momentos, por circunstancias difíciles, por caminos circulares, llega un día que ves una luz, te paraliza, te hace sentirte tan fuerte, tan feliz, tan eufórico, que no entiendes como no has podido sentir eso antes. La mente. Que le gusta jugar a Prada. Te viste de idiota, de quejicoso, de lamentable.
Esa lucidez es el tomar consciencia.
La mente confinada no nos deja. Ahí está para recordarnos que tenemos una preocupación. Como la madre que te dice que lleves bragas limpias por si tienes un accidente.
Circulando. ¿Me pongo una copa de vino ya que paso del fútbol? ¿Y por qué no?