45 MINUTOS
No reconozco nada a mi alrededor, la cabeza me da vueltas y el terror, el miedo y la incertidumbre se apoderan de mí, no puedo razonar, no recuerdo ni mi nombre, empiezo a sollozar lentamente pero poco a poco se convierte en llanto, todos a mi alrededor están confusos algunos ríen otros sólo guardan silencio mientras que me miran. Me hablan pero no entiendo lo que dicen.
Empiezo a calmarme y los sonidos empiezan a tener sentido, -¿DANIELA qué te pasa, Por qué lloras?- me demoro en formular una respuesta, pero salen de mis labios las palabras casi como un grito desesperado lleno de angustia.
-No recuerdo nada- Grité
Y el llanto surgió nuevamente, quien me pregunto qué me pasaba estaba confundido, me trajeron un vaso de agua y trataron de consolarme. Aunque seguía sin recordar nada, mi cerebro empezó a hacer deducciones lógicas, por ejemplo entendí a que me encontraba en un aula de clases por las sillas y el tablero, y que quien me preguntaba todo tipo de cosas debía de ser el profesor, entendí que mi nombre era Daniela aunque realmente no podía asociar ese nombre conmigo, el profesor me condujo hasta la enfermería donde me tomaron el pulso, me miraron los ojos y me dieron algunas pastillas para calmarme, la enfermera no supo que más hacer o decir, no entendía que me podía suceder.
El profesor le contó que estábamos en clase y que de un momento a otro empecé a llorar, que no me golpeé con nada, ni me desmayé.
Me acostaron y me dijeron que descansara que podía ser cosa de estrés, que si luego de una hora seguía sin recordar me llevarían a un hospital, pero no fue necesario. A los 45 minutos, de la misma manera en que mis recuerdos se fueron, así mismo llegaron de la nada, las lagrimas empezaron a brotar nuevamente; sòlo que ahora el motivo era otro, estaba feliz por recordar todo, por saber quién era y qué era.
Ahora que ya todo término y que lo recuerdo todo, puedo decir que fueron 45 minutos de libertad absoluta, de ser libre de mi pasado, presente y futuro.
