BREVE RELATO VESPERTINO…
Al
llegar a casa, el hombre cansado pensó en escribir una historia titulada con el
nombre de la muchacha. Desistió rápidamente al concluir que ella podría leerla,
enterarse de todo, y asustarse. Sentado a la orilla de la cama se deshizo de la
camisa y soltó las trenzas de sus zapatos. Una vez descalzo, procedió a
quitarse los calcetines y luego se quedó con ambas manos puestas sobre las
rodillas.
Ceñifruncido,
el hombre pensó en la muchacha y calculó los años que lo separaban de ella. Sin
mudar su ademán, exclamó: ¡Bien podría ser mi hija!
Se
rindió a su propio peso y se dejó caer de espaldas sobre la cama con los brazos
abiertos. Pensó de nuevo en la muchacha, recordó que podría ser su hija y
entonces, para que nadie (ni siquiera él mismo) lo oyera, siguió pensando:
¡Bien podría ser mi hija! ¡Pero no lo es!
Y
con esta última conclusión, el hombre, sonriente, se quedó dormido…