Transgresión a la temple
Transgresión a la temple, el constante consecutivo con el que adoro el pragmático desecho vivencial.
¡Así escribo tu nombre!
En el virico recurrente diseminado en cualquier pesar y en la transmutación a olvido que le susurra a todo lapso, cuando el plagio de todo lapso conoció el viceral rememorar de la metódica y encaprichada necedad del cariño.
Necesidad no es en las personas, sino incapacidad de tolerancia a los vacíos planos e inhabitados del ser, si la comprensión de ello viniese del yaciente racional, el miserable no sería miserable, sino dichoso. Pues aquél alivio que se halla en la engañosa necesidad no es más que la fórmula de evasión al pesar.
Si la palabra de consuelo fuese “me necesito” la amplitud por demostrar y engendrar el amor sería significativa.
Te puedo acariciar ciertamente con aquel demostrar significativo y el transmutar a olvido sería olvido ya.
Te puedo acariciar ciertamente con aquel demostrar significativo. Pero no soy un miserable, y soy dichoso.
E.L.V.