La Pandemia
LA PANDEMIA
Todo Sucedió como en una novela de terror, o de las que nos contaban nuestros padres para que acabáramos la comida. El Ejercito salió a las calles, la orden era de que nadie saliera de sus casas. La televisión repetía día tras día las medidas de seguridad que debíamos tomar. Pero contra quien era la lucha? Era un enemigo invisible, no lo veíamos, pero aterrorizaba a los adultos.
Todo comenzó como una simple gripe, nadie le prestó atención; fiestas, reuniones, actividades de todo tipo, allí empezó a nacer el “INOMBRABLE”, así lo llamaremos.
EMPIEZA LA LUCHA
En una lejana ciudad asiática se reúnen 2 mujeres en alrededor de un mercado
–Xio ming, que vas a preparar para el año nuevo? Sabes que es el año de la rata.
–Lo sé Mei li, a mi esposo le provoco algo especial veré que encuentro, ojalá algo barato, tengo 5 yuánes nada más
–Prepárale una sopa de murciélago, le va a encantar, dicen que es exquisita, y en la noche te lo agradecerá jajajaja…
–Qué cosas dices amiga, ojala este barato.
Con esta simple conversación empezaría una de las peores pesadillas que sufriría la humanidad.
Han pasado 2 semanas después de esta conversación, y Xio ming se encuentra tosiendo y con algo de fiebre, el esposo y sus 3 hijos están igual, pero el papá de Xio ming de 75 años está en cama respirando dificultosamente.
–Zhao, querido tienes que llevarnos al hospital, ya no podemos seguir así.
El obediente esposo lleva a su familia al hospital para darse con la sorpresa, de encontrarlo atiborrado de personas enfermas con los mismos síntomas. Médicos y personal sanitario no se daban abasto para atender a tantas emergencias.
Mei li, después de conversar con su amiga viajó a Japón a pasar el año nuevo chino, en Tokio se encontraría con un grupo de profesoras que tomarían otro vuelo a Corea, en pleno vuelo empieza a toser y le dice a su amiga
–Hui ying, tienes pañuelo que me prestes?
–Si amiga, cógelo de mi mochila, estas sudando, te sientes bien?
–Si, solo tengo un poco de sed, invítame agua de tu botella.
–Claro coge nomás.
En un vuelo con cerca de 180 personas que se infectaran, estas propagaran al INNOMBRABLE por todo el mundo.
ALARMA EN OCCIDENTE
Lo que empieza con unos pocos casos, en una lejana ciudad de China, llegan a números aterradores en pocas semanas, empieza a llegar la lista de los primeros muertos. Países como Europa reportan sus primeros casos: España, Italia. La OMS declara al INNOMBRABLE como una pandemia, una emergencia sanitaria a escala mundial.
–Paolo, hoy juega la Juventus contra el Milán, vas al estadio?
–Claro, ya tengo mi entrada y mi polo de CR7 listo
No saben que entre el público asistente hay varias personas que se cruzaron sin conocerse con otras que venían de Asia y que pronto tendrían como común denominador al INNOMBRABLE.
Paolo, llega a casa después del partido a visitar a su abuelo Piero de 80 años, un hombre fuerte, agricultor dedicado al cultivo de las uvas en el norte de Italia.
–Abuelo, abuelo, ganó la Juve, golazo de CR7
Y se unen en un fuerte abrazo de celebración con el abuelo, no saben que será el último que se darán en sus vidas.
AISLAMIENTO TOTAL Y ABURRIMIENTO EXTREMO
Y nos tocó, el INNOMBRABLE llegó a nuestro país, ¿qué hacer? ¿cómo afrontar? Encerrados en casa, la televisión se volvió aburrida; ya no llaman los amigos para la “pichanguita” de la tarde, ahora las clases se dictan vía virtual; hasta extraño al profesor más molestoso, a los amigos del salón, me pregunto ¿cuánto durará? El Presidente dice 15 días, pero serán 15? ó 20? ó más? Quien sabe.
–Jorge, vamos a la loza deportiva, se están reuniendo la muchachada para jugar.
–¿Cómo? A Uds. No les interesa el problema del virus?
–Para nada, no nos va a llegar, está muy lejos, me contesta.
Yo muy entusiasmado, a punto de salir con las zapatillas en la mano, salgo por la puerta, cuando
–¿A dónde vas jovencito? – Me detiene la voz en tono entre autoritaria y amenazadora de mi madre.
–Voy a salir un rato acá nomás a la loza deportiva, los chicos se reunirán, no va a pasar nada, porque la situación más fuerte está en otros países, y no nos llegara.
–¿Éstas tú loco? – dijo mi papá con cara de pocos amigos.
–¿Acaso no ves las noticias a diario?
–Centenares mueren a diario en España, Italia y China.
–El Presidente ha dado una orden y hay que cumplirla nos guste o no.
–Pero, papá es sólo cuestión de unos minutos, regresó me baño a conciencia lavo mi ropa y me desinfecto con alcohol.
–No hijo, no saldrás es por el bien tuyo y nuestro; a lo mucho podemos salir a comprar víveres para nuestra alimentación, no te expongas y nos expongas a nosotros.
–Piensa que tus padres somos los más propensos a ser contagiados y si nos pasa algo a nosotros que será de ti y tu hermanita de 02 años.
Masticando mi rabia y tragando mi malhumor, regreso a mi cuarto y le escribo a mi amigo
–Lucho, lo siento no me dejan salir hasta que pase lo de la cuarentena.
–Bueno amigo otra vez será justo nos faltabas tú, te esperaremos 15 minutos por si te “animas” a salir jajajaja.
Me pican los pies por escaparme, la ventana del baño da a la parte de atrás de mi casa, puedo escaparme por allí y regresar del mismo modo; mis padres están ocupados viendo televisión por cable. Es mi momento.
–Jorge por fin apareciste, ya íbamos a comenzar si ti.
–Lo sé, pero mis padres estaban vigilándome, así que aproveché un descuido y me escape por la ventana del baño. Que empiece la diversión.
Todo iba de las mil maravillas, era un partido muy disputado, cuando de la nada se aparece un camión del ejercito, de esos verdes altos que mi tío lo conocía como el “cocodrilo”. Bajaron como 10 soldados al mando de un oficial y rodearon la loza.
–Ustedes, ¿qué carajos, hacen acá? ¿no saben respetar las leyes?
–No es eso jefecito –responde asustado Lucho.
–Lo que pasa es que aburre estar metido todo el día en la casa, y salimos a estirar las piernas.
–Ah chistocito te crees, ¿no sabes que es una emergencia a nivel mundial?
–Si jefecito, lo sabemos todos, pero una salidita de media hora no mata a nadie.
–Por chistocitos y faltosos los llevamos al cuartel a todos.
–No, jefe no sea malo, no hicimos nada malo, solo salimos a jugar a quitar el aburrimiento, entienda jefe.
Allí fue cuando el oficial le dio un par de cachetadas a Lucho, para hacerlo entrar en razón.
– Ya verán lo que pasara en el cuartel, dijo en tono amenazador a lo Darth Vader (Star Wars) con su voz y respiración entrecortada por la mascarilla.
Asustados mirándonos a la cara subimos al “cocodrilo”, acurrucados por que había más personas adentro; sin saber qué hacer ¿cómo avisar a mis padres? ¿qué les iba a decir? ¿qué actitud tomarían ante mi desobediencia?
Llegamos al cuarte, un lugar bastante alejado del centro de la ciudad, un recinto amurallado con torres de vigilancia en las 4 esquinas, parecía un castillo medieval resguardado por soldados en posición de firmes con cara de pocos amigos.
Nos hacen bajar formando dos columnas, el oficial a cargo nos dice:
–A ver los que se creen lo mejorcito, que les gusta desacatar órdenes –había entre hombres y mujeres, ellas fueron separadas del grupo– formen dos columnas.
–Acá les haremos trabajare para que no se aburran. Estarán acá los menores de edad hasta que vengan a recogerlos sus padres o familiares más directos.
–Sargento Ramírez.
–Si mi Capitan.
–Haga estirar los músculos a los “niñitos”, 3 vueltas a la pista de combate, y usted detrás de ellos, al que se canse le mete una patada en donde ya sabe para que corra más.
–Entendido mi Capitán.
A la mente me vino historias que contaba mi abuelo de la época del terrorismo, que muchas veces los soldados se excedían y maltrataban, torturaban e incluso mataban a los detenidos.
Terminada la agitada carrera y muertos de cansancio, nos echamos al piso a tomar aire. Pasada 3 horas de barrer las cuadras de aquel cuartel, escucho que me llaman:
–Jorge Espinoza
–Presente sargento, contesto.
–Preséntese en la entrada sus padres han venido por usted.
Asustado me acerque al portón de entrada y me encontré con la cara de pocos amigos de mis padres, esperando como reo la pena de muerte, agachando la cabeza les pedí perdón por mi irresponsable proceder. Mi papá me dijo:
–En casa hablaremos jovencito.
Más asustado que nunca, me encogí en un rincón del taxi esperando pasar desapercibido. Lo que paso después a la llegada de mi casa fue lo más doloroso, me entere que amigos de la infancia, para ser exactos dos, fueron contagiados con el INNOMBRABLE, encontrándose ambos delicados por sufrir de asma crónico. Lo que me hizo reflexionar sobre mi mal proceder.
Han pasado ya dos semanas desde el último reporte de las noticias y siguen aumentando el número de casos a nivel mundial, mis amigos siguen delicados, me entristecí mucho al enterarme. Mis padres no me castigaron, que más dolor que el ver a mis amigos en ese estado. Solo me aconsejaron y me pidieron por favor nunca más desobedecer.
No pensé, que el ser humano sea tan estúpido o como decirlo falta de cerebro? Salir en plena cuarentena como sí no le importara sus familias? Sus hijos? Sus padres? Si tus padres se desvivieron por ti cuando eras un nene, es el momento de que cuidemos de ellos.
El único castigo que recibí de mis padres es quitarme el celular, desconectar el inrternet de mi computadora y en penitencia 2 semanas. Mi papá como castigo (ya que el es profesor de matemáticas) es ponerme 20 ejercicios tomados al azar, que buen castigo (ya que odio las matemáticas).
Pasan los días entre las 4 paredes de mi casa y mi cuarto, salgo a la ventana a ver el sol salir todas las mañanas, con la esperanza de un nuevo amanecer libre del INNOMBRABLE, prendo la tele y los noticieros me hacen regresar a la realidad.
Le pregunto a mi madre que es ferviente religiosa
–Mamá ¿porqué Dios nos castiga de esa manera?
Ella con su infinita sabiduría me responde:
–Hijo, Dios no nos castiga, él es un Dios de amor.
–Tú crees que con toda la maldad que el hombre hizo desde tiempos antiguos no nos hubiera castigado? Es más al ver al hombre crucificar a su hijo crees que no merecíamos ser castigados?
Le respondí:
–Tienes razón mamá.
–Perdóname por dudar.
Días más de aislamiento, otro que sufre terriblemente es mi cocker spaniel, llamado “koko”, acostumbrado a salir en las mañanas y en las tardes, esta huraño en un rincón, apenas mueve la cola cuando lo llaman o le dan su comida al pobre.
Ya me cansé de ver los mismos capítulos de las series que antes me hacían reír, como “El chavo del 8”, busco distracciones en la tele por cable, pero no me resulta tan divertido como antes.
Sin querer una tarde entre a la biblioteca de mi papá, ví un estante lleno de libros, pensé que solamente eran libros de matemáticas, pero no ¡Oh sorpresa! Había libros de diversos temas.
Me adentre a un mundo de fantasía, ficción mezclado con realidad, allí conocí a Julio Verne, y quise viajar con él a la Luna; me emocione y entristecí al leer la vida y obra de nuestro señor Jesucristo, quise convertirme en Dartagnan y luchar contra los hombres del Cardenal, etc., etc. Que maravillosas historias encierran los libros y no les prestamos atención.
UNA LUZ AL FINAL DEL TUNEL
El gobierno declara fin de la cuarentena, y podemos salir a la calle nos abrazamos entre vecinos que nunca nos hablamos, agradecemos a Dios, por protegernos a mi y mi familia, ahora se cómo siente un preso cuando recupera la libertad.
Mi papá se acerco a mí, me abrazo y me dijo:
–Espero que con lo que ha pasado hayas aprendido la lección.
–Si papá –Le contesté.
–No ser egoísta y no pensar solo en mi, pensar en los demás ayudar en lo que se pueda a nuestros hermanos.
–Asi es hijo, también acatar las órdenes, que muchas veces es para nuestro bien asi no nos gusten
–Ahora si papá puedo ir a la loza a jugar con los amigos?
–Si hijo, diviértete con cuidado y mete muchos goles jajajajaja
–Te lo prometo papá.
Ya en la loza nos reunimos la muchachada nos fundimos en un fuerte y prolongado abrazo, como si no nos hubiéramos visto en años. Peguntando por los amigos que estaban hospitalizados; y es donde nos enteramos que los 2 se recuperaron sin secuelas, y todos reunidos agradecimos a Dios en el centro de la loza.
Estábamos a punto de iniciar el partido, cuando de la nada aparece el “cocodrilo”.
–Mierda, dije para mis adentros, de nuevo otra vez? Nooooo.
Del camión bajo el mismo oficial que nos detuvo la vez pasada con otro grupo de soldados, pero esta vez desarmados, se acercó y dijo:
–Otra vez faltando a las leyes? Muy serio él
–Nooo jefe, ya se acabo todo.
–jajajaja, soltó la risa.
Más relajado vino a disculparse si es que se había excedido un poco en aplicar la ley, pero era no solo para protegernos a nosotros sino al resto de la población. Nosotros lo entendimos y aceptamos las disculpas del caso.
Obviamente que no terminó todo allí, jugamos un partido contra el EP. Quieren saber quien ganó? Será motivo de otra historia… jajajajajaja………