“Asuntos de trabajo”
Capítulo I
Era su forma de caminar, su sonrisa, su… virilidad, pero sobre todo era el modo en el que le trataba cada vez que tenía que verle por asuntos de trabajo. Siempre iniciaba el saludo con una sonrisa y un: ¿Cómo va campeón? Acompañado de un fuerte de apretón de manos.
Ambos tenían trabajos diferentes, pero a menudo coincidían para resolver temas comunes. Él estaba casado y tenía dos hijas, de hecho se le engrandecía la boca cada vez que hablaba de su familia, sobre todo de las pequeñas. Pese a todo, Alejo no dejaba de hacerlo el personaje principal de sus fantasías sexuales en cuanto le era posible. En el momento que su mente se encontraba “desocupada” de otros temas, comenzaba a imaginárselo mordisqueando sus duros pezones y bajando poco a poco hasta su erecto miembro, para después introducírselo en la boca y sentir su lengua empapando todo su glande.
Instantes después Alejo correspondía haciendo lo propio con él. Le encantaba como olía, ese olor a macho le ponía terriblemente cachondo, enloquecía metiendo la nariz entre el vello de sus axilas. Sus manos acariciaban su fuerte torso y suavemente su enorme y duro miembro, mientras él gemía de puro placer.
Finalmente él lo penetraba, mientras abrazándose se fundían en un húmedo y apasionado beso. La penetración era lenta y Alejo sentía que iba a estallar de puro placer. Poco después, aquel hombretón de sus fantasías lograba llegar al clímax y Alejo sentía su semen caliente correr dentro de su cuerpo, mientras él se masturbaba para disfrutar juntos.
Después permanecían abrazados hasta quedarse dormidos. Era entonces cuando la fantasía de Alejo llegaba a su fin, que tomaría de nuevo forma cuando volviera a verle por asuntos de trabajo…
Capítulo II
Aquel día cuando fue a verle, estaba tan guapo como siempre, aunque con un semblante diferente al de otras ocasiones.
Poco a poco, mientras él resolvía los papeles que Alejo le había llevado, comenzó una conversación entre ambos paralela al trabajo. Él le contaba que se sentía algo agobiado, ya que su tiempo libre lo dedicaba única y exclusivamente a las actividades de sus hijas.
-Es que yo no sé lo que es quedarme una tarde en casa sin hacer nada o dedicarme a mis cosas -le replicaba a Alejo a modo de queja- Yo adoro a mis hijas, pero de vez en cuando me gustaría tiempo para mí. Siempre hay un cumpleaños, alguna actividad, ir aquí o allá, visitas al dentista, deberes, etc.
Alejo sintió como si aquel hombretón se aferrara a él, como un náufrago se aferra a un trozo de madera en alta mar, lo que todavía le ponía más cachondo. En ese momento se habría lanzado sobre él y le habría hecho olvidar todo aquel agobio con una buena mamada por debajo de la mesa. Sin embargo, Alejo se tuvo que conformar obsequiándole con buenas palabras de ánimo.
Entre toda aquella vorágine de pensamientos, Alejo acertó a darle su teléfono por si alguna vez necesitaba charlar con alguien, a lo que el hombretón aceptó con buen gesto.
Instantes después, al despedirse, Alejo notó que aquel hombretón se sentía más tranquilo, mas desahogado después de aquella conversación, como si esa mamada se hubiera producido realmente…
Capítulo III
Aquel mediodía, al salir de trabajar, tuvo que pasar por el supermercado a comprar algunas cosas necesarias para la casa.
Mientras escogía algo de fruta, oyó como alguien por detrás mencionaba su nombre. Al darse la vuelta, comprobó que era el hombretón de sus fantasías.
Estaba tan espectacularmente guapo como siempre. Llevaba un abrigo largo color gris marengo y la habitual sonrisa en su rostro. Lo que le hizo pensar al instante en retozarse con él allí mismo entre naranjas y manzanas, besándole y quitándole la camisa y empezar a pasear su lengua por todo su torso, bajando hasta el ombligo, para después mordisquearle suavemente el glande e introducirlo en su boca, para instantes después sentir todo su semen caliente entre su lengua, mientras Alejo manejaba su miembro erecto, hasta eyacular encima de él, estallando ambos de puro gozo.
Como Alejo ya “suponía”, aquella fantasía no se llegó a cumplir, pero le bastó esos minutos de trivial conversación, para después, a solas con su miembro, “gozarla” en sus pensamientos…
Capítulo IV
Al regreso de las vacaciones, lo encontró, si cabía, todavía más guapo. Mientras Alejo esperaba a ser atendido por el personal de la oficina, apareció encaminándose hacía él con la mejor de sus sonrisas, arropada por una oscura y arreglada barba, seguida de un fuerte apretón de manos, que Alejo sintió fuerte entre las suyas, diciéndole como siempre: ¿cómo va campeón?
Llevaba un polo color claro, que resaltaba sobremanera el moreno resultante de las vacaciones y Alejo tuvo que hacer un esfuerzo “so-bre-hu-ma-no” por no “devorarlo” allí mismo. Estaba tan terriblemente guapo y encantador, que con toda probabilidad, la gente que allí aguardaba ser atendida, sintió emanar los efluvios de testosterona de Alejo, fruto de aquella “aparición”.
Fueron algunos segundos los que duró aquella charla, suficientes para que el miembro de Alejo diera señales debajo de sus vaqueros. Suficientes también, para que después de ser atendido, tuviera que utilizar el baño, y así poder desfogar aquella semejante carga de clímax contenido, satisfecha a los pocos minutos de manipular tremendamente excitado su miembro.
Poco después, autocomplacido, abandonó las dependencias, no sin antes despedirse con una enorme sonrisa de su hombretón, a la que él correspondió igualmente…
Capítulo final
Aquella mañana Alejo salió de su despacho con la única idea de volver a ver a su hombretón, ya que hacía algunos días que no tuvo que acercarse por su despacho. Seguro que estaría allí sentado detrás de su mesa, tan terriblemente guapo como siempre, reservándole la mejor de sus sonrisas.
Pero cuál fue su sorpresa que al llegar a la entidad y viendo como Alejo buscaba con la mirada a su hombretón, una de las empleadas le dijo que “aquella maravilla del universo” (bueno, ella no lo definió así) ya no trabajaba allí, ya que había sido trasladado a otra entidad a unos cuantos kilómetros de la ciudad donde vivía Alejo.
La desazón se apoderó inmediatamente de Alejo, sumiéndolo en una profunda tristeza, ya que ni tan siquiera pudieron despedirse, pensó. Sus asuntos de trabajo ya no iban a ser lo mismo sin él. Había puesto “tantas ilusiones” en aquellos encuentros esporádicos, que le resultaba terriblemente arduo no volver a contar con ellos.
Pero aquella tristeza tenía los minutos contados. Poco después de abandonar la entidad, Alejó oyó como entraba un whatsapp en su móvil. ¿Quién coño será ahora? Pensó hastiado. Era un remitente desconocido, pero al abrir el mensaje, el semblante de Alejo se transformó por completo, como cuando las nubes serenan y dejan brillar al sol después de una sombría tormenta.
Con la cara contenida por la emoción, Alejo acertó a leer: ¡Hola campeón!, no te preocupes, nosotros podremos continuar con nuestros “asuntos de trabajo”…