Domingos
Domingo, siéntate aquí a mi lado. Dilata tus horas. No te vayas tan rápido. Vamos a abrigarnos juntos en el sofá. Te prometo dejar a un lado los recuerdos y las heridas.
Prometo abrazarme a ti cuando tenga miedo.
Cerremos los ojos para acariciarnos. Para reconocernos en los besos esta tarde gris y fría. Para jugar a la escondite con el tiempo. Para escondernos lejos y evitar que nos sorprenda el lunes.
Vamos, domingo, a ocultarnos detrás de las agujas del reloj y que el tic tac del segundero nos haga cosquillas para reírnos de la vida.
No te oscurezcas, domingo. No te vayas dejándome sin tu olor a café y puro. Sin tu hueco en las paredes de esta casa que se agrieta si tú no estás.
Quédate, domingo, que me da miedo la noche y lo que me depare la semana que comienza a abrirse camino. No te vayas tú también, que ya lo hace la luna y empiezo a sentirme huérfana.