¿Donde van los duendes a morir?
Suelen elegir, cuando pueden, los pies de un árbol
(prefieren la cara que da al norte, por el musguillo).
Se entierran un poco los pies, piensan en su recuerdo más bonito
y silban su tonada más alegre y con su último aliento soplan al suelo con cariño.
Quedan quietos y casi sin vida hasta la puesta de Sol;
entonces empiezan a encogerse, hacerse chiquitillos,
hasta convertirse en una semilla verde azulada con motas rojas.
De esas semillas nunca se sabe que planta nacerá,
depende de cual fuese la planta favorita del duende.
Suelen ser arbustos, con flores de colores vistosos.
A veces, muy pocas, un duende se convierte en árbol al morir,
pero solo los duendes más viejos y sabios.
A su alrededor suelen habitar
seres poco habituales y difíciles de encontrar.