El adiós
“No la miró a los ojos al despedirse. La besó en la frente para no profanar con su cobardía, sus labios de miel. La abrazó con tal fuerza que sintió un leve gemido de dolor seguido de un suspiro. Se quedó con ella un rato más aunque el final era inevitable. Por fin, y al cabo de acariciar sus mejillas con las asperas manos, cerró su cuaderno y dejó de escribir”.
autor: Martín H. Villalba.