El Secuestro de Danna

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El Secuestro de Danna

  • Danna había llegado cansada de trabajar. Era secretaria de una importante multinacional americana relacionada con el comercio. Abrió la puerta del portal y subió por las escaleras los tres pisos que la separaban de su lugar de descanso.
  • Abrió la puerta y dejó las llaves en el recibidor, cerró y se descalzó.
  • Una sensación de alivio recorrió su cuerp desde los dedos de los pies hasta el último cabello de la melena azabache que adornaba su cabeza.
  • Se calzó con unas chanclas de andar por casa y caminó hacia la habitación. Abrió el armario de las mudas donde guardaba la ropa que planchaba el día anterior, las toallas limpias y la ropa que no usaba en esa época del año.
  • Cogió dos toallas y fue hasta el baño, encendió la luz y abrió los grifos de agua caliente y fría, taponó el desagüe para que se llenase la bañera.
  • Su novio no volvería hasta las diez de la noche, tenía cuatro horas para relajarse. Lo primero que iba hacer, era servirse una copa de vino tinto.
    Aprovechó que estaba en la cocina para desabrocharse el vestido que se deslizó por su oscura piel hasta caer al suelo. Sacó una pierna y después otra de la tela y se agachó para recogerlo. Abrió el cesto de la ropa sucia y lo dejó caer en él. Volvió de nuevo hacia la isla donde había dejado la copa y dio un trago.
    Con la copa aún en la mano se dirigió hacia el baño. Cerró la puerta, una espesa nube de vapor empezó a formarse, se quitó la ropa interior y tanteó la temperatura del agua con la yema de los dedos del pie. Al comprobar que estaba tibia, se metió por completo. Se sentó en la bañera para luego estirarse tal larga era. Danna no era muy alta, un metro sesenta y ocho centímetros, sin usar tacones. De hecho, odiaba tener que llevar tacones de aguja cuando acababa su espalda le recriminaba el uso de éstos. Pero ahora, solo pensaba en relajarse.
    Empezó a mojarse la piel, el agua discurría por esta, como si de una montaña rusa se tratase. Se dejó resbalar lo suficiente para que pudiera meter la cabeza debajo del agua. A los pocos segundos la sacó, se secó el agua de los ojos y volvió a estirarse. Le encantaba la sensación de paz, de tranquilidad, sentir como el agua aún estando estancada en la bañera luchaba por el espacio contra su cuerpo.
  • Cerró los ojos y alargó la mano para coger la copa de vino. Pero la volvió a dejar al acordarse que faltaba algo en esa sesión de relajación. Se levantó y presionó el botón power de una radio que tenía colgada en la barra de ducha. De inmediato, empezó a sonar una melodía relajante. Ahora sí. Cogió la copa y se dejó deslizar en la bañera. Tan sólo tenía al aire del cuello hacia arriba. Cerró los ojos y se relajó por completo.
  • Danna era capaz de estar cerca de una hora en el agua, relajándose, pero esa noche había decidido cocinar para su novio. Hacía un año que se habían conocido y para ella, eso significaba mucho. Un año atrás, era rehén de un mal nacido, hipócrita, celoso y controlador. Aguantó todo lo que pudo con la esperanza de que ese hombre cambiara, pero, todo, fue en vano. Hasta que conoció a su novio actual.
  • Iván que así se llamaba el chico, tenía veintiocho años, 4 más que Danna. Era Informático y se conocieron en una excursión a una ciudad romana que habían encontrado en un pueblo llamado Driebes en la provincia de Guadalajara. Ella había decidido  cortar con su ex. No podía soportar más aquella vida. Gracias a sus amigas, María José y Aurora se había decido, no sólo a dejarle, sino a cambiar totalmente el estilo de su vida. Vio en el Facebook de un contacto suyo la excursión y decidió asistir.
    Era fácil, una oportunidad para recobrar su vida, para hacer lo que ella quisiera sin tener que pedir permiso a nadie o que la acompañasen como si fuera una niña pequeña. En un breve descanso, fue a fumarse un cigarro pero se había dejado el mechero en el coche. Vio cerca de ella a Iván. Un chico moreno, con el pelo castaño, barba de dos días, medía un metro sesenta y ocho igual que ella. Vestía unos vaqueros cortos y una camiseta negra con el dibujo de alguna banda de rock. Se acercó a él para pedirle fuego. Fue un amor a primera vista.
    El chico muy amable le regaó el mechero y, sin saber cómo, siguieron toda la excursión hablando.
  • Cuando se acabó la visita se dieron los números de teléfono y se despidieron con dos besos en la mejilla.
  • Eran las siete de la tarde cuando salió de la bañera. Su piel estaba arrugada, se envolvió con una toalla el cuerpo y con otra el pelo. Vació el agua y fregó la bañera para eliminar las marcas del agua.
  • Fue hacia su habitación y se dispuso a secarse y a darse crema. Eligió un pijama que Iván le había regalado unas semanas antes y ajustándose la toalla de la cabeza, fue a la cocina.
  • Abrió el frigorífico y observó lo que podía preparar.
  • Entre carne, pescado, verduras, eligió el pescado. Haría lubina al horno, con unas patatas panaderas y una pequeña ensalada.
  • Se felicitó ella misma por la decisión y se dispuso a prepararlo todo.
  • Las primeras semanas de la ruptura le había costado verse sola. Pero hacía ya seis meses de aquello y empezaba a volver a ser la que era. Ahora se reía, salía con sus amigas, bailaba, se compraba ropa bonita de colores vivos, sentía ganas de vivir de nuevo.
  • Una hora después ya tenía todo casi listo. Fue al baño y se termino de secar la larga melena que llegaba hasta la cintura. Después pasó al vestidor. Quería que él se llevara una sorpresa. Abría las puertas del armario y escogió un vestido morado liso, no muy largo, de manga corta y con un poco de escote. Abrió el joyero y saco un colgante que le había regalado semanas atrás, con forma de lagrima y los pendientes a juego.
  • Eran las nueve de la noche, el estaba a punto de llegar. Comenzó a poner la mesa, coloco dos velas una a cada lado, saco unos cuantos hielos y los metió en una cubitera para enfriar el vino.
  • Deseaba que fuera la noche perfecta. Ya solo le quedaba el maquillaje. Se dio una base de maquillaje, para borrar la expresión de cansancio de su rostro, se perfilo un poco los ojos con color negro, para darle más profundidad a la mirada, en los labios se puso un poco de crema de cacao para darle brillo y volumen.
  • Se sentó en el sofá y se puso a leer un libro que le había recomendado su hermana de auto ayuda.
  • Casi no le dio tiempo a empezar a leer cuando escucho las llaves y se abrió la puerta. Dejó el libro a un lado del asiento y se levantó para ir a recibir a Iván.
  • Cuál fue su sorpresa al ver que quien entraba por la puerta no era su novio, si no un hombre que no conocía de nada.
  • —¿Quién es usted y que hace en mi casa?
    —Echó una mirada al rededor buscando algo que coger para defenderse.—
  • —¿Es usted Danna Smith? Tranquila no vengo a hacerla daño. — Su voz sonaba rara, tenía algo en ella que a ella le parecía raro—
  • —Váyase o llamare a la policía. Mi novio está a punto de llegar.
  • El hombre se metió la mano en la americana y saco una cartera con una placa.
  • —No tema señorita. Me llamo García y soy del CNI.
  • —Y acostumbran los espías a entrar en las casas con las llaves de…
  • A Danna se le heló la sangre en un instante.
  • —¿Dónde está Iván? ¿Qué le ha pasado? —Avanzó hacia el hombre quitándole las llaves de la mano. —Estas son sus llaves, ¿Dónde esta?
  • —Su novio ha tenido un accidente de coche. Lamento tener que decirle que ha fallecido.
  • Danna se quedó muda. No podía evitar volver a oír una y otra vez la noticia en su cabeza. De pronto sus piernas flaquearon y su cuerpo se tambaleó. García la sujetó antes de que cayese contra la mesa y la ayudó a sentarse en el sofá.
  • —¿Cómo ha sido?
  • —Lo siento señorita es confidencial.
  • Danna le miró echa una furia. — ¿Cómo va a ser confidencial? Si era un simple informático por el amor de dios. —
  • —Lo siento señorita pero no me está permitido relevarle ninguna información. Ni si quiera tendría que estar informándola.
  • —¿Qué quiere decir? —Preguntó a García sin entender nada.
  • —Lo que digo, es que la muerte de su novio es alto secreto. Y —Se miró el reloj de la muñeca — Deberíamos irnos cuanto antes. Tiene que venir conmigo —
  • —¿Irme con usted? Yo no me muevo de mi casa.
  • —Señorita por favor no hay tiempo.
  • —¿Qué parte de no me voy no ha entendido señor CNI?
  • García estaba perdiendo la paciencia. Sacó una pistola eléctrica y apuntó a la mujer disparándola. —Lo siento mucho señorita. Pero tengo que sacarla de aquí.—
  • A Danna no le dio tiempo a pedir auxilio. Empezó a tambalear como si tuviera espasmos hasta que se quedó totalmente inmóvil.
  • García quitó los cables del cuerpo de la chica y se guardó la pistola. Cargó el cuerpo sobre su hombro, presiono un botón de su americana y dio una orden. —Tele transporte. —
  • Una luz brillante invadió todo el salón, los envolvió a los dos y donde antes había estado García de pie solo quedaban unas partículas brillantes en el ambiente.
  • Al cabo de unas horas Danna se despertó. Estaba tumbada sobre una tabla mecánica.
    Sentía molestias en todo su cuerpo, como si tuviera algo clavado. Empezó a oír unos pitidos, como los de un hospital. Dedujo que estaría conectada a alguna maquina.  Encima de ella empezaba a ver una gran lámpara iluminándola a ella. Intento girar la cabeza, pero algo se lo impedía. Solo podía mirar por el rabillo de los ojos. Presto su atención en averiguar dónde estaba. Las paredes eran blancas, como si fueran paredes de una habitación, no había cristales o al menos ella no los veía. Fue recorriendo la habitación de un lado hacia el otro desde su precaria situación. De repente se paró y abrió extremadamente los ojos. Estaba viendo unos brazos mecánicos, luego se dio cuenta de que era un robot. ¡Estaba viendo un robot! Trató de levantarse, pero le era imposible. Poco a poco se dio cuenta de que estaba atada de cabeza pies y manos. ¿Pero por qué? ¿Qué había hecho ella para estar en esa situación?
    ¿Qué le había pasado realmente a Iván? Se puso a llorar, a gritar desconsolada. Al lado de ella había toda clase de bisturíes y sierras. ¿Dónde la habían llevado? Comenzó a pedir auxilio a gritos, pero nadie la escuchaba, parecía que la habitación estaba insonorizada.
  • Como si el robot se hubiera dado cuenta de que hubiera despertado, empezó a tomar vida. Primero fue hasta sus pies, con sus frías manos el descalzo, dejando caer los zapatos sin ningún miramiento. Cogió unas tijeras y empezó a cortar el vestido, desde las piernas hasta la cabeza.
  • Danna no paraba de gritar, de moverse. Pero contra mas intentaba soltarse más daño sentía que se hacía. Las tijeras llegaron hasta sus pechos, sintió el frío del metal en su piel y notó cuando estas cortaron la tela de este y terminaron de cortar la tela del vestido.
  • Danna se encontraba totalmente desnuda, salvo por la ropa interior. Miraba con pánico al robot, que se dio la vuelta y abrió una puerta en la pared. Cualquiera que no supiera que estaba allí no la habría visto jamás. Detrás de la puerta había una habitación con un montón de seres extraños, seres de otros mundos, seres extraterrestres. Danna creía que estaba teniendo una pesadilla, que eso no podía ser real. Empezó a gritar a pleno pulmón cuando uno de esos seres se acercó a ella. Media al menos dos metros, tenía el cuello largo, pero no tanto como los que salían en las películas de ciencia Ficción. La cabeza era bastante grande, no entendía como podía sujetarla con ese cuello. Los ojos eran diminutos en proporción a la anchura de la frente. La piel era escamada y roja.
    De su boca salía una especie de lengua que le recordaba a las serpientes. El ser cogió un bisturí y con la otra mano empezó a palpar el vientre de Danna. ésta solo podía llorar y suplicar que la dejaran irse. Pero para sus secuestradores les daba igual que estuviera despierta, llorando o pataleando. Sabían muy bien que querían hacer. Cuando el ser creyó que había encontrado lo que buscaba empezó a cortar la piel. Danna se quería morir en ese momento. Lloraba, gritaba aún más, sentía como la carne se separaba tras el paso de la cuchilla y ella solo podía gritar y seguir gritando.
  • Danna hubiera preferido perder el conocimiento, pero no tuvo suerte. Cuando el extraterrestre hubo acabado de abrir, otro ser se acercó, con lo que parecía un tarro de cristal. Dentro de él, había algo. Algo se movía dentro en el líquido. No hacía falta ser muy lista para saber que estaban haciendo. ¡Querían meterle algún tipo de embrión dentro de ella!
  • Ya no pudo más, se dejó vencer por el pánico, su cuerpo estaba emitiendo señales de dolor, que ella recibía sin poder hacer nada. Las lágrimas le recorrían las mejillas, dejando surcos a su paso. Sus ojos estaban cerrados, no tenía valor para seguir mirando. Se sentía ultrajada, violada, indefensa. Sentía como hurgaban dentro de ella, como hablaban en un dialecto totalmente desconocido para ella.
  • Mientras esos seres hacían con ella lo que querían, ella rogaba a dios que la dejase perder el conocimiento, ya no aguantaba más. Su garganta estaba hinchada de tanto gritar, la sentía seca, la dolía. Sus ojos estaban irritados, si los abría sentía dolor, debido al intenso sufrimiento que la hacían padecer, si los cerraba, el dolor no cesaba, pues sus parpados estaban doloridos. Su cabeza parecía estallare. Pero ni con todo eso lograba perder el conocimiento.
  • Esos seres a parte de ultrajarla, no tenían ni una pizca de empatía con sus víctimas.
  • Danna no lo sabía, pero el lugar donde estaba era una granja, pero no una granja de animales, si no de personas, más bien de mujeres. Mujeres de todas las razas, de casi todas las edades, niñas, adolescentes, mujeres.
  • Al no poder ver que hacían con ella, solo podía imaginar los pasos que estaban dando, aunque tampoco lo sabría a ciencia cierta, ya que ella no era cirujana. Pero tampoco necesitaba serlo cuando empezó a sentir las manos intrusas cerca de donde ella sabía que se gestaban los fetos.
  • De la misma puerta que se había abierto antes, pasaron otros dos seres, fue ahí donde consiguió escuchar lo que parecía gritos y lloros de muchas mujeres, de muchas niñas. Se distinguía a la perfección. En ese momento supo que nada podría hacer. Que su vida ya no la pertenecía. Que acabaría siendo una incubadora para el resto de sus días, eso sí tenía suerte y el ser que la estaban metiendo dentro de ella no la mataba antes



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