EL VIAJE
Es la época navideña, en éste año ha habido más trullas y algarabía que en años anteriores; pero aún así me siento deprimido. Las trullas en Puerto Rico son alegres y esta vez comenzamos en San Juan hace dos noches en casa de unos amigos, con dos guitarras, tres güiros y cuatro voces. Luego de la cantata y visita ellos se anexaron a nosotros y así comenzó una super trulla que duró casi tres dias. Poco a poco fuimos visitando gentes que alguien conocía y los otros no. ♫ “Alegre vengo de la montaña, de mi cabaña . . .”, empezabamos a cantar en la puerta de la casa y al ver que se encendía una luz ♫ “Prendiste la luz, metiste la pata” El ritual era casi el mismo, nos dejaban pasar dentro de la casa donde la mitad de los visitantes no conocían a los dueños. Se nos servía uno o dos tragos, se seguía cantando y bailando, y una media hora más tarde nos despedíamos o los dueños seguían en la trulla con nosotros. Normalmente los primeros en separarse del grupo recibían de nuevo la visita cerca de la madrugada o para seguir la bebelata o para desayunar.
Nadie se acordaba cómo, pero de San Juan llegamos a Mayaguez a casa de los Laracuente dos noches más tarde, muchos del grupo estabamos sin dormir, y la gran mayoría estaban, digo. . . estabamos. . . “jumos”. Por mi parte en una ida al baño en casa de los Laracuente, ví una puerta de un cuarto abierta y el imán de la cama me llamaba. Entré al cuarto y me tumbé en la invitadora cama.
Me dejaron dormir en el cuarto de la hija, por supuesto, solo, como hasta el mediodía. Cuando me desperté no supe donde diantres estaba, que había pasado, y que pasó con la trulla. Estaba completamente vestido y la ropa muy estrujada. “Fo” El olor a alcohol viejo permeaba el ambiente. Con treméndo dolor de cabeza, el cuerpo estropeado, y la cabeza me pesaba mas de 50 libras, me levanté dando traspiés. La casa me era familiar por lo que fuí a orinar al baño. . . “Que alivio!” Me lavo las manos y la cara; con el dedo tomé pasta y me estrujé los dientes e hice gargaras. La cara que ví en el espejo me era familiar. Al salir, un poco mas repuesto, me encuentro con mi fraterno y su esposa saliendo ellos de la cocina. “Que clase de borrachera tenías” dijo la esposa.
“Jamás te había visto con semejante curda. Anoche llegaste con la trulla pero estabas pasmado de licor, te tomaste una cerveza y no supimos mas de ti. Cuando la gente se fue, nadie te echó de menos, pero la nena al irse a acostar, regresó con cara de asombrada. “Papi, hay alguien en mi cama y creo que está muerto!” Estabas como muerto pero de repente te largaste un ronquido como motora acelerando.”
“No recuerdo nada. Lo ultimo que recuerdo fue en casa de Julián en San Juan. ¿Qué hora es? ¿Qué dia es hoy?”
“Es como la 1 de la tarde, hoy es jueves.”
“Anda pál sirete, yo salí de mi apartamento el martes como a las 6 de la tarde a una fiesta.” Con la cara llena de verguenza invité a Franklyn y a su señora a almorzar al restaurant El Mesón. Menos mal que la tarjeta de crédito aguantó el cargo, pues yo solo tenía unos 18 US$ conmigo. Como a las 3 PM salí para regresar a mi apartamento en San Juan, desaciendome en excusas.
Saliendo por la carretera con la intención de regresar a mi casa vi el rótulo de RINCON, asi que desvié el automovil hacia el poblado de Rincón pues hacía mucho tiempo que no pasaba por ahí. No tenía la menor idea de por que me desvié, mi intención era llegar a mi apartamento, darme un largo baňo caliente, y dormir, dormir, dormir. Llegé como a las cuatro de la tarde, dejé el auto a la orilla de la carretera, pegado a una verja espeques y alambre de puas. Era un area que me parecía conocida como para pasar a la playa. Levanté el último pelo de alambre y crepté por debajo. Caminé por un sendero estrecho bordeado de palmas hasta la playa. Me senté sobre la blanca arena en esta bella playa del pueblo de Rincón. En ésta época navideña, oscurece más temprano y los días son frescos.
Este atardecer es maravilloso, el sol está bajando lentamente entre medio de unas nubes grisáceas, y se les ve una orla dorada a cada nube. Sin darme cuenta, detrás de mi venía un gran nubarrón negro. El único presagio fue un pequeño estremecimiento de escalofríos, como si me hubiese pasado la muerte chiquita por encima. Veo el enorme disco anaranjado palideciendo sumergirse en el arco azuloso del mar en el horizonte. El cielo azul pálido le sirve de recuadro y alrededor las escasas nubes están resplandeciendo de colores irisados tirando a color ladrillo. El sol refleja una estela de luz a través del mar, parece un camino dorado desde el medio del mar hacia el sol. Sonreí pensando en el camino de ladrillos de oro en el Mago De Oz. Al desaparecer el sol en el horizonte, me levanto rápidamente y disfruto un poco más del sol lentamente despuntando en la curvatura terrestre. ¡Qué bonita es esta isla! “Gracias, Puerto Rico por un bello atardecer.”
Pero. . . mi corazón está apesumbrado. Desde que llegué a la playa estoy pensando en todos mis problemas, tengo 35 años de edad y no he logrado hacer nada con mi vida. Me gradué de la Universidad con un Bachillerato en Gerencia, me he casado dos veces, tuve una sola hija que falleció hace dos años, victima del cáncer. Su enfermedad aunque fue corta, fue muy dolorosa y traumática para una niña de escasos 11 añitos. Luego de su fallecimiento mi esposa me puso la demanda de divorcio. He pasado por cuatro empleos y actualmente estoy desempleado hace dos meses. Mi último trabajo fue agente vendedor de seguros, pero fue un solemne fracaso. Como vendedor soy una verdadera porquería.
En el punto medio de caer el sol y subir la oscuridad de la noche se oye una fuerte tronada y de pronto, como sucede en el trópico, el nubarrón se cierra sobre este pedazo de paraíso y comienza a llover a cántaros con rayos y truenos. . . ¡A juyir!
Comencé a correr tierra adentro, alejándome de la playa, por lo que pensé era el caminito de entrada. Me topé con una vieja verja de metal oxidada que con una patada logré abrir su portón. “Me perdí,” pensé. No recordaba haber visto esto en el camino de entrada. Sigo corriendo por un caminito casi escondido en medio de pabonas que enmarcaban este camino aparentemente ya abandonado. Casi no se veía entre la oscuridad, y empeoraba la situación la copiosa lluvia y los matojos que lo cubrían. Buscaba con la vista donde cobijarme, pero no veía ni una mata de plátano para guarecerme en su espléndida y ancha hoja.
Voy corriendo y dando manotazos para apartar los matojos a diestra y siniestra. De pronto el matorral se abre en un claro y llegué a una estructura de concreto cubierta de vides, matojos, y rabo de puerco. Era de unos 24 pies de alto y el techo terminaba en forma de domo, y sin ventanas. Me topé con una puerta de metal también llena de herrumbre y me meto en el dintel de esa puerta buscando el escamparme un poco. Mirando hacia de donde llegué, traté de ver el caminito que me había traído, pero entre la maleza no se veía nada. “Menos mal que ese caminito estaba lleno de vegetación y no me mojé mucho,” pensé para mis adentros. Pero la noche estaba cayendo pesada y rápidamente con su acostumbrada oscuridad y comencé a sentir un poco de frio. Entre la frialdad de la noche y la humedad de la lluvia comencé a titiritar. Los coquies con su letargico cantar; “Coquí Co-Coquí” anunciaban mas lluvia y frialdad. Sentí un ardor en los nudillos y en las palmas de las manos, mirándolos en la semioscuridad, se notaban enrojecidos. Parece que los manotazos para apartar los matojos me habían causado múltiples cortaduras leves.
Estaba pensando en que el automóvil lo había dejado cerca de la carretera como a cinco minutos a pié de la playa y que no tenía la más leve idea de donde yo estaba. . . Para minimizar el efecto del frio fui acurrucándome poco a poco en el hueco de la puerta. De repente ésta cedió y con un chirrido como de ultratumba giró sobre los goznes lentamente. Tropezando, caí de espaldas dentro del edificio que se veía abandonado. Sentí una gruesa capa de sucio en el piso cuando mis manos lo tocaron al tratar de levantarme. Ajustando la vista para ver entre las tinieblas vi mucho equipo electrónico pegado a las paredes, mesas, sillas, pizarras, etc. Estaba todo a oscuras.
Poco a poco mis ojos se iban acostumbrando a la oscuridad y podía ver con más detalle. De súbito se activaron unas luces tenues alrededor del techo que le daba un aspecto fantasmagórico por las telarañas que colgaban del techo y de las esquinas. Poniéndome de pié, pude ver con más detalle el sitio, incluyendo una estructura interna que albergaba una puerta ancha de ascensor.
“¿Qué raro, si la estructura era de un solo nivel?” pensé. Acostumbrados mis ojos a la oscuridad me levanté lentamente sacudiendo el polvorín de mis manos chocando las manos una contra la otra y luego sacudiendo el pantalón. Exploré el cuarto que parecía una torre de control de un aeropuerto; pero a pesar que era redondo por fuera, el interior era cuadrado en el área de la puerta de entrada y el lado contrario donde se encontraba el elevador. Las consolas con esferas y perillas estaban adosadas a las paredes; en el medio se encontraba un escritorio con una lámpara de cuello largo como cisne; y una mesa con cuatro sillas a su alrededor. Todo parecía tener una gruesa capa de polvo por los años de desuso. Se veía mucho más grande por dentro de la impresión que daba por fuera. Llegué hasta el ascensor y noté que solo tenía un solo botón, por lo que presumí que era para bajar. “¿Cuán abajo?”
De pronto, me doy cuenta de que aparentemente estaba en el antiguo reactor nuclear “Bonus”, que había sido abandonado desde el año 1968, y supuestamente decomisado hace años por razones económicas. Afuera, la lluvia arreciaba y los truenos sucedían a los relámpagos casi enseguida, señal que estaban cayendo los rayos sumamente cerca. El viento entraba en ráfagas sacudiendo las telarañas. Empujé la puerta de entrada hasta lograr cerrarla, el fuerte viento, el moho, y lo pesado de la puerta dificultaba el cerrarla. “Tan fácil que abrió,” pensaba. Una vez cerrada la puerta, la iluminación automáticamente aumentó y pude ver todo con más detalle. Los ruidos del aguacero y de las tronadas disminuyó grandemente. Un zumbido de electricidad estática permeaba el ambiente. El techo, en forma de domo, estaba lleno de vigas finas de metal en forma cruzada como pirámides de la cual le pendían solo unas hilachas de telaraña.
¡De pronto!. . . percibo un olor dulzón amargo como el de la miel de pulga, se me erizaron todos los pelos del cuerpo. . ., una explosión de sonido y de luz me envolvió, y veo olas de corriente eléctrica zigzagueando alrededor del cuarto. La mesa de metal se levantó sola y fue a chocar con la pared de la puerta del elevador. Las puertas del elevador se entreabrieron y dejaron ver una luz que cambiaba de roja a verde por la pequeña hendija. Las cuatro sillas danzaban como locas en el piso, girando lentamente sobre una sola pata. Arcos voltaicos parecían danzar entre las telarañas. Oigo un zumbido, cada vez más fuerte.
Asustado, con el corazón que se me quería salir por la garganta pensé. . . “¡Me jodí! le cayó un rayo a la planta nuclear y la reactivó. Estos idiotas dejaron este reactor vivo, se activó y ya mismo o explota o la radiación matará todo alrededor, incluyéndome a mi.”
Traté de correr hacia afuera, pero mi cuerpo no respondía, estaba paralizado y aturdido por las descargas eléctricas en el mismo medio de la sala. Sentí mi cuerpo con mucho cosquilleo y la sensación de estar despegándose del piso. El escritorio se había movido de sitio a la puerta de entrada, y la lámpara explotó en mil pedazos. Mi cuerpo flotando, como monigote, sin yo poder hacer nada, se fue acomodando por su cuenta al centro de este cuarto.
Todo el interior del cuarto se iluminaba por estas corrientes eléctricas bailoteando como locas, parecía una luz estroboscópica como las que usaban en las discotecas. Ahora una luz verdosa intensa salía a través del marco del ascensor y parecía parpadear intermitentemente y al ritmo de un zumbido extraño. Las puertas del elevador se abrían y cerraban rápidamente y con mucho estruendo, los colores que emanaban del hueco vacío del elevador cambiaban ahora rojo, ahora verde, ahora anaranjado. Todas las esferas de las consolas se encendieron con una iluminación verdosa que parpadeaban en pulsaciones lentas también al ritmo del zumbido. Zuuuuum, Zuuuuum, Zuuuuum!
Con un estruendo que me pareció estar sentado en medio de los palos de boliche durante una chuza sentí otro rayo caer sobre la estructura. El ruido fue ensordecedor y otra vez el olor dulzón amargo. Sentía que mi cuerpo se erizaba completo, comenzó de nuevo el cosquilleo y la piel se sentía que se arrugaba pero sin dolor alguno.
La actividad de arcos voltaicos se intensificó, el ritmo era más rápido y los rayos parecían más gruesos, envolviendo mi cuerpo en la corriente eléctrica y de mi cuerpo salían rayos desde los dedos. La nueva sensación de cosquilleo y un grado de paralización de los músculos fue instantánea. De momento me doy cuenta o más bien siento que el cuarto se va engrandeciendo, más, y más. .
¡No!. . . Soy yo quien se está encogiendo. Me lo estoy imaginado o me jodí de verdad. ¿Será así la muerte? De pronto pensé en la serie de televisión Tierra de Gigantes…. ¿Estaré soñando, o así es como se siente cuando uno se muere?
Sigo achicándome, el engrandecimiento del cuarto lo iba convirtiendo en una imagen que se iba poniendo más y más borrosa. Me sentí como si estuviese dentro de esas bolas de arcos voltaicos. Hasta las telarañas, maravillas de construcción de estas pequeñas obreras artesanas, parecen lonas de un barco gigantesco cundidas del fuego de San Elmo. El grosor y la distancia de los arcos eléctricos a mi alrededor iban en crecimiento. Cual títere pendiente de hilos, mis brazos y piernas se movían a un ritmo diferente que el resto de mi cuerpo. Sentía que los brazos, cuerpo, y piernas se repelían unos a otros. Sentía mi cuerpo y extremidades como si estuviesen moviéndose lentamente dentro de una tina de gelatina aguada.
Todo se ve tan grande que los objetos se salen de foco completamente. Siento que caigo en un abismo sin final. Caigo, caigo lentamente,. . . una oscuridad total, excepto por millones de puntitos de luz a mi alrededor, los cuales se van engrandeciendo. Me da la impresión como si estuviera en el Planetario Hayden en Nueva York, viendo las galaxias, y los sistemas solares que parecen átomos, con un núcleo (un sol) y los protones o los neutrones, o como se llamen, a su alrededor (¿planetas?). Recordé una novelita de ciencia ficción que leí cuando era muchacho donde se exponía una teoría del microcosmos y el macrocosmos. Exponía una posibilidad de que nuestro sistema solar en expansión era una partícula de un átomo de quizás una explosión de un cerillo en un macrocosmos. Para ellos un segundo, para nosotros varios eones. Vi que mi triste vida pasaba por frente a mi como en una película, “¡Gran Arquitecto! Yo pensé que eran cuentos de las gentes.”
Pienso que morí, ¿pero donde estaba la famosa luz al final del túnel de la cual todos hablan? Dejé de resistir, por lo que aflojé la tensión del cuerpo y aunque sigo asustado me dejo caer. La sensación de caer era mil veces el efecto de una montaña rusa. Mi cuerpo se sentía como si hubiese hecho diez horas de ejercicio por primera vez, me dolía todo, pero no lograba juntar mis piernas o mis brazos por más que me esforzaba.
Sigo cayendo, pero ya no siento la sensación de caída; ya no sentía el nudo en la boca del estómago, ni las mariposas en la boca del estómago, ni el estómago en la garganta; ni la sensación de caer al vacío. . . era como si flotara. . . “¿Veré a San Pedro? ¿Existe Dios? ¿Será Dios varón o hembra? ¿El limbo? ¿El Demonio? ¿El cielo y el infierno?”
Pierdo la conciencia.
* * *
Despierto, mi cuerpo está boca abajo en una posición como de un pulpo en tierra seca; a pesar del dolor me volteo lentamente y miro a mi alrededor. Aunque domina la oscuridad hay una luz tenue, como un amanecer, veo, puedo respirar, pienso. Repasé mentalmente mi cuerpo, no creo que tenga nada roto, solo me duelen las coyunturas. . . nada . . . “¡Estoy Vivo!”, exclamé. . . “creo.” Solo sentía un terrible dolor de cabeza y un zumbido fuerte dentro de la cabeza, como si estuviese metido dentro de un panal de abejas.
“¿Donde rayos estaré?”. . . Me enderezo en el piso, me volteo con cuidado boca abajo y me paro poco a poco, tocándome por todo el cuerpo a ver si había algo roto o si algo me iba a doler. Camino por los alrededores con mucha cautela. “¿Donde estaré?. . . Parece que estoy en el mismo sitio pero fuera del edificio del reactor, no veo ni oigo, ni siento la playa; el sol está saliendo de un color amarillo rojizo, unas nubes doradas, cachetonas, y regordetas bailan lentamente en el cielo azul con un leve matiz nacarado, y la temperatura es muy agradable.”
Estoy en un área campestre, veo árboles, flores, maleza, y oigo el cantar de pájaros. “¿Habrá explotado la planta nuclear, sobreviví, y caí cerca?”
Voy a explorar un poco con el sol de frente, hacia el este; lo que pensé era tierra adentro alejándome de la playa de Rincón. No había camino, asi que emprendí por la maleza haciendo camino. Poco más tarde encontré un camino de tierra bien cuidado que me llevó hacia el sur-este. El sol había subido a casi un cuarto cuando llegué a la afueras de un poblado. El cielo estaba casi limpio excepto por varias nubecillas casi rosadas, cual hilachas del algodón dulce de las ferias. De lejos veo que las casas eran de uno a tres pisos máximo, de ladrillos y/o madera y pintadas en colores vivos. Los rótulos que me había encontrado en el camino eran todos en el idioma inglés. Acercándome, noto que visten a una usanza moderna, pantalón con camisa los hombres, faldas y trajes las damas. En las esquinas veo grandes faroles de gas pero no veo postes de alumbrado eléctrico; ni postes de teléfono. Parece que no hay electricidad y andaban en coches halados por caballos. Parece una película de los Amish en los Estados Unidos de Norte América. Un carromato halado por un caballo se oía venir detrás de mí. El cloppiti clop del caballo se sentía más y más de cerca. Por si acaso, me escondo en medio de unos matorrales para verlo pasar. Una pareja de viejos en una calesa con dos ruedas grandes con un semi techo de lona negra, halado por un inmenso caballo gris, iban mirando aburridamente hacia el frente del camino. “Look, darling, we are here.” exclamó ella, señalando hacia el poblado.
“¿Donde demonios estoy?” pensé. “Estaré soñando? ¿Estoy muerto? ¿Así es el cielo? ¿O el infierno?”
Adentrándome en el poblado noté que la gente habla un inglés como del de Inglaterra, como si tuviesen canicas en la boca. A distancia prudente seguí la pareja hasta llegar a la calle principal del poblado que se notaba que era bastante ancha. Travesando la calle principal “MAIN STREET” encontré una biblioteca que tenía un gran reloj que representaban las 10:30, presumo que de la mañana por el cariz del tiempo. La puerta de entrada que parecía de una catedral, era de madera tallada como de 10 pies de altura pero abrió fácilmente y sin ruido. Entré a un gigantesco salón con varios anaqueles llenos de libros sumamente grandes y gruesos. Una dulce y amable chica de raza negra me ayudó a conseguir unos libros de historia contemporánea y me puse a leer. Los impresos son de muy mala calidad, parecen hechos en una imprenta manual y otros eran copiados a mano.
“¡Gran Arquitecto!, o morí, o estoy soñando, o estoy en otro mundo, dimensión o lo que sea. ¡No estoy en la Tierra! Y menos en Rincón.”
Los libros de historia relatan que están en el año 3,435 luego de un gran
holocausto. Son 6 países separados por grandes cuerpos de agua dulce, solo en los lagos hay agua salada, tienen una sola religión, una sola ideología política, una moneda universal, llamada “Sun”, de un metal blanco que llamaban zulmium que parecía plata o platino, y un solo lenguaje. Los dirigentes de este lugar son un regente electo y una persona representando a cada país. Los términos políticos son vitalicios. El último censo refleja unos 70 billones de seres, 71% féminas y 29% de varones. No ha habido ninguna guerra documentada después del holocausto y un grupo de sobrevivientes fueron los precursores de la sociedad actual. De antes de ese holocausto, la historia no refleja absolutamente nada, ni siquiera da información de que causó ese holocausto ni detalles del mismo. Son de un sistema semi-socialista, todo negocio diezma un 30 por ciento de las ganancias y cada persona hábil trabaja 4 horas para la comunidad y el resto del tiempo para su propio beneficio, para mejorar su capacidad y calidad de vida. El sistema del diezmo le provee lo básico al que lo desee, 3 comidas al día, todos los jugos naturales que quiera, 2 jarras de cerveza, o dos vasos de vino, y un lugar limpio y tibio para dormir. Es una sociedad matriarcal. El sexo aunque es de carácter abierto y liberal, es mayormente dominado por las hembras. Las féminas pueden tener hasta tres maridos, pero no hay libertinaje. Ellas dominan casi tres a uno y muchas son líderes en la comunidad y en la gran mayoría de los negocios.
Son el 4to planeta de 7, con un sol amarillo rojizo, un poco más rojizo que el de la Tierra y tres lunas. Mi reloj de muñeca dejó de funcionar a las 6:50 de aparentemente anoche. Lo tiré discretamente en un zafacón pues no vi a nadie que tuviese un reloj de muñeca; vi varios relojes de sol y las gentes usan el reloj de bolsillo. Ya eran pasadas las 5 de la tarde y de pronto me doy cuenta que tengo un hambre feroz. Cuando entregué los libros, mi estómago gruñó de tal forma que la chica que me atendía se comenzó a reír suavemente a mis espaldas.
Salí de la biblioteca y seguí caminando por los alrededores hasta que llegué a un “Canteen”, que es como un cafetín un poco más grande donde había comida en “buffet” y varias personas alrededor comiendo. Pasé desapercibido, comí y me tomé una jarra de cerveza fría, muy rica. Entiendo que es gratis pero aún asi miraba de soslayo a ver si me venían a cobrar. A todo esto estoy pensando que si morí y esto es el cielo, el infierno, o el limbo. Divertidamente y para mis adentros me decía, “No puede ser el infierno, pues no veo a nadie conocido.”
¡Definitivamente no estoy en Puerto Rico!
Seguí deambulando por el pueblo cuyo nombre era GISLANE. Tenía seis calles o avenidas principales, de una materia como brea pero más dura, y un sinnúmero de calles aledañas, de tierra, las avenidas excepto la MAIN STREET eran por números y las calles tenían nombres seguidos de “North y South”. Las calles estaban limpias, las gentes bien vestidas, amables y con una sonrisa a flor de labios. Parecía un pueblito vaquero de las películas, pero mas moderno. ¿Será éste el paraíso o el limbo? Caminando por la avenida de la biblioteca yendo hacia el norte vi un rotulo que leía “Employment Placement Center-Open till’ 10 PM.”, entré a averiguar. Según los rótulos y la literatura, aquí es donde le consiguen empleo a toda persona que llegue nuevo al pueblo. Llené unos formularios con una pluma de ave a vez de pluma fuente o bolígrafo, sentado en un escritorio como pupitre de escuela que en un hueco a la parte superior derecha tenía un tintero. Me entrevista un joven alto rubio y de ojos color azul que se limitó a preguntar en cuanto a experiencias de empleo. Por poco meto las patas para mencionar que sabía trabajar con computadoras, aquí están como en el siglo XIX. No preguntaron de donde
venía, sólo sobre mis experiencias de trabajo. Le hablé de mi experiencia en ventas, pero que no era bueno para eso, mi experiencia en oficinas y que sabía trabajar la madera; gracias a mi maestro de artes industriales; me asignaron a un taller de carretas.
Llegué a la casa del carretero aún con una leve claridad del día, gracias a un mapa, en las afueras del poblado en la parte sur. El dueño, Sghina, era un hombre de unos 6 pies de estatura, blanco de ojos de color marron, y su pelo y barba negra con trazos de canas plateadas. Estimé que pesaba unas 200 libras y se veía bastante sólido y fortachón por el trabajo arduo. Me asignó al corte de las maderas para las ruedas. Todo corte era a serrucho. ¡Qué atraso! Yo estaba acostumbrado a sierras eléctricas. Pero, ni modo. Una vez me dió el paseo de rigor por las facilidades me llevó al área de dormir de los empleados. Los 3 empleados dormíamos en unos cuartitos individuales detrás del taller. Nuestro único baño; de toilet moderno como para mis estándares, aunque se accionaba con una cadena que pendía de una caja de agua ocho pies de alto; era una caseta de letrina afuera de la casa. La casa grande tenía una caseta para sus habitantes y la otra para dividírnosla entre los empleados. En la casa grande solo vivían Sghina y una cocinera/ama de llaves. Las bañeras eran separadas de la caseta de letrina y consistía de una regadera encima de una tina que funcionaba por gravedad de un tanque común elevado en una torre de madera. Si se quería agua caliente había que calentarla y traerla en baldes. Yo era el único que se bañaba a diario aunque fuese con agua fría. Solo el séptimo día por la noche calentaba agua y me daba un baño de tina hasta que se enfriaba el agua.
La primera noche pareció interminable, di mil vueltas en el colchón. Aunque estaba cómodo y cansado, el trajín de pensamientos no permitía que durmiese bien. El primer día de trabajo se me hizo interminable, y me dolía hasta el pelo. Cuando oscureció, los tres cenamos en la misma “Canteen” que yo había estado antes. Caminamos un rato para bajar la hartera, llegamos a los cuartos, me tomé una ducha y a dormir. Dentro de mis pantalones encontré las llaves de mi auto, unos dólares, y mi cartera, lo que escondí en el fondo del armario que me asignaron. Hubiese sido muy difícil explicar estos objetos.
Mis compañeros, Evan y Lurel eran también recién llegados por lo que nos daba oportunidad de explorar a GISLANE juntos y empaparme de sus experiencias en otros lugares. Me comentaban que una persona que se baña tanto pierde los aceites naturales del cuerpo y son propensos a enfermedades. De ellos aprendí mucho; me comentaron entre otras cosas que la mitología común exponía que los precursores al holocausto hablaban en otros lenguajes, y que los sobrevivientes decidieron unificarla para borrar toda causa del holocausto. No hacía mucho sentido pero la mitología es solo eso, mitos. Pero “cuando el río suena. . .”
* * *
Pasaron un par de meses y poco a poco, sin despertar sospechas, logré saber bastante de este planeta. La rotación sobre su eje es de 24 horas, y de 475 días alrededor de su sol. Las lunas son pequeñas y no afectan las mareas a menos que estén en línea, cosa que sucede cada 8 años. No existe el tabaco, pero fuman algo parecido a la marihuana que causa el efecto de estar con unas cuantas copas, pero sin efectos secundarios, tampoco daba hambre. Era vendido legalmente bajo supervisión gubernamental. El alcohol, en forma de cerveza, vino, y algo que parece ron, es permitido, pero toman a mal el estar borrachos y hacer el ridículo. La temperatura del planeta es de unos 70 hasta 90 grados Fahrenheit. Es casi un paraíso. Poca criminalidad existe, pues la severidad de las penalidades por delitos cometidos ayuda grandemente a controlar. Se dejan llevar por el Libro Sagrado, cuyas leyes son parecidas a la ley de Moisés que tenía como mil “pecados”. Cada 7 días, se reúnen en el templo por espacio de tres horas. Ese es un día de recogimiento espiritual en todo el planeta donde no se permite trabajar excepto en caso de servicios necesarios. Casi toda la población asiste a los diferentes templos, y luego se reúnen en comunidad para cenar y compartir. Creen en un solo Dios, sin nombre, y tienen un libro llamado “The Sacred Book”. Es increíble el parecido de éste libro fundamentalista con los libros del Antiguo Testamento de los católicos, el Corán de los musulmanes, y el Torah de los judíos de la Tierra. El libro también relata desde el holocausto. Mi impresión es como si el Gran Arquitecto “limpió” el planeta dándole una segunda oportunidad. Durante estos 3,500 años, según el libro, este Dios los ha ido llevando de la mano, aunque a veces se rebelaban y se desviaban. Cuando esto pasaba, alguna desgracia ocurría a nivel del planeta. Especialmente cuando inventaban y adoraban a otros dioses. También había unas profecías sobre un Redentor, pero hasta el momento, según ellos, no ha habido un Redentor, sino unos profetas menores. Estos profetas, aún hoy día, son acogidos dentro de la comunidad de los templos para ayudar a llevar el mensaje de Dios a los seres de éste planeta.
Hay una pequeña secta de disidentes, que creen que el redentor ya había
pasado por la tierra y fue conocido como uno de los grandes profetas. Pero
nadie les hacía mucho caso, eran simplemente soportados. Increíble la similaridad de sus creencias a las de la Tierra.
Todos manejaban sus carromatos por el lado izquierdo de los caminos. En cierto momento leí sobre esta costumbre y se remonta a los tiempos que andaban solo a caballo y que al acercarse y saludarse datando de los tiempos antiguos se saludaban con la mano derecha, y por si acaso podían vigilar cualquier movimiento brusco de la izquierda que podría blandir un arma.
Las tres tiendas de ropa, si uno llevaba un vale del patrono, le daban ropa a crédito y el patrono se lo descontaba poco a poco del salario.
A veces pienso que estoy aún tirado cerca del reactor atómico de Rincón, o en un estado comatoso en un hospital en la Tierra y estoy soñando, o “tripeando en Ketchup” como decía una amiga mía. Pero ya era muy largo y detallado para ser un sueño. ¿Estaré muerto?
* * *
Sghina era un innovador y le gustaba estar inventando. Tenía un horno aunque principalmente se utilizaba para ablandar el metal para darle forma a martillazos para las ruedas y derretir para moldear algunos metales suaves. Le puse la idea en su mente de agrandar la cabina y mediante unos fuelles aumentarle el calor para poder derretir otros metales más duros.
Así logramos fundir y hacer moldes de varias piezas para las carretas en vez
de moldearla a fuego, martillo, y sudor. De esta forma se abarataban los costos y nos permitía diseñar varios modelos y estilos. Las ruedas eran de madera con el borde en metal pues nunca pude diseñar una cámara de aire para acojinar el golpe del rodaje. Las cosas que uno da por sentado, las cosas de dia a dia, pero no tiene uno la menor idea de cómo lograrlo. ¿Qué tan difícil sería hacer una llanta? Lo mejor que pudimos hacer para la comodidad de los viajes era el mejorar las sopandas.
Me ideé un molde de barro para hacer tubos de varios tamaños y experimentando con varios metales, fabricamos unos tubos para canalizar agua y unas bombas más grandes manuales para bombear el agua hacia las duchas, los toilets y para toda la casa. Luego de eso las bañeras y toilets los construían dentro de las casas. Estoy deseoso que alguien “invente” el plástico y la goma. Mis conocimientos de química no eran para tanto. Para no aparentar que uno sabe mucho, ni levantar sospechas, yo intentaba darle las ideas de forma que a él le pareciera que salía de él mismo. Poco a poco, en mi tiempo libre fabriqué un modelo rústico y básico de bicicleta. El rodaje era duro debido a las ruedas rígidas. A Sghina le encantó y seguimos experimentando.
Casi un año más tarde Sghina ya se había convertido en un próspero hombre de negocios y se casó con Rothseina, una rubia despampanante. El era el primer esposo de ella, y probablemente el único, por la condición social de Sghina. En mis ratos libres también fabriqué unos prototipos de yo-yos, trompos, y una chiringa; juguetes desconocidos hasta el momento para ellos. Mi primer mercado fue local y causaron furor. Convencí a Sghina para anexar otro edificio a la fundición para fabricarlos en cantidades. Los fui vendiendo poco a poco a nivel mundial y mi situación económica mejoró grandemente igual la de Sghina.
Nos asociamos Sghina y yo para exportar estos “juguetes” y las bicicletas, ya mejoradas. En poco tiempo nos convertimos en empresarios de mucho dinero y prestigio. Éramos la fuente de trabajo de muchas personas, especialmente de los recién llegados que fuesen diestros o con el potencial de ser entrenados. Poco a poco el pueblo fue en crecimiento poblacional y económico. Más construcciones en las afueras y más tiendas de todo tipo.
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Conocí a Xenia de pura casualidad. Era prima de uno de los empleados de los tornos para madera y estaba recién llegada. Un día le trajo almuerzo montada en un bello caballo alazán. Yo estaba llegando al taller y por poco me arrolla con el caballo. Viró en el momento y me arengó como si yo tuviese la culpa. No pude hacer otra cosa que simplemente escucharla, sin oirla, completamente mesmerizado por sus ojos. Me impactó grandemente su color natural de piel bronceada, pelo rubio, y ojos almendrados de un color verde profundo como el jade. Xenia era una muchacha trabajadora en un campo de otro país que se fue convirtiendo en capataz, y aunque era un poco brusca de modales, era bella, muy trabajadora . . . en fin, un diamante en bruto. . . Esa noche ella fue con su primo al “Canteen” que normalmente íbamos, me llama aparte y se deshace en excusas. En una se le zafa, “I did not know you were one of the bosses.” Parece que el primo se dió cuenta de lo pasado y le increpó su posible error. Lo único que le dije fue “No problem.” Realmente yo escuchaba su voz lejana pues solo veía sus ojos verdes flotando al frente mío. Tiempo más tarde me confesó que pensó que yo era tonto, pues casi ni palabra le dirigí, y que me le quedaba mirándola fijo, como un idiota. Ambos sentimos la picazón del amor a primera vista y comenzamos a vernos seguidamente.
La fui enamorando sin prisa y sin darle mucho detalle de mi pasado.
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Para irlo preparando, le conté a Sghina que había tenido un sueño donde veía carruajes sin caballos, carruajes volando como aves, personas volando como aves con alas postizas. . . Me dijo que estaba loco . . ., bueno,. . . la expresión fue “Daft”.
Me di a la tarea de crear una olla de presión grande; en un año estuvo lista con unos engranajes y válvulas para controlar el vapor de agua. Lo monté en un marco de bicicleta pero en forma de carromato de tres ruedas. Debí atender mejor al profesor Jacobs en la clase de física en la escuela superior.
Mi público consistió en los empleados que me ayudaron a construir esta
contrapción, mi socio, su esposa, y Xenia. Preparé y encendí el carbón debajo de la olla. Le di calor a la “olla” que había montado a la parte trasera de lo que parecía una bicicleta grande pero con tres ruedas. En lo que entendí que era el momento preciso, abrí una de las válvulas y el automóvil salió impelido hacia
adelante. . .Primero a paso de tortuga y luego aceleró un poco. Entre aplausos, gritos, y exclamaciones de euforia, el vehículo recorrió como seis mil codos en línea recta. “Ay, carajo; no le puse frenos” pensé azorado. Cerré la válvula y dejé que la inercia fuese deteniendo el vehículo peligrosamente cerca de una curva con un gran árbol. Llegando cerca y dándole la vuelta poco a poco con el manubrio reabrí la válvula, casi rozando con el árbol. Esta vez, poco a poco regresé al lugar donde comencé. Me bajé del vehículo al mismo tiempo que Xenia corría a abrazarme, me viré y le dije a Sghina, “I am not that Daft.” (No estoy tan loco), “and I am getting married, you and Roth will be my witnesses.”
Xenia azorada por esta proposición matrimonial tan poco ortodoxa, me abrazaba y se reía. A mi se me zafó en español, “¡Que líndo me quedó!” Todos me miraron como si yo hubiese caido de una de las lunas.
Esa noche, sentados en el patio de la mansión de Sghina compartiendo una jarra de cerveza, Shgina me comenta que en los cuentos de su familia comentaban que los precursores del holocausto hablaban en otros idiomas. Que todos se asustaron cuando yo proferí palabras que eran extrañas para ellos. voladoras, que unas cosas parecidas tambien se mencionaban en las historias.
“Remember that I am somewhat daft,” le dije y ambos nos reimos.
Cuando comenzamos a hacer dinero experimentamos con uvas para vino y Xenia fue la encargada de la sembradía. La boda fué a todo dar, con vino!, de acuerdo a nuestras posibilidades económicas engrandecidas. Para la luna de miel salimos de paseo para visitar los otros 5 países, el cual fue el regalo de los padrinos. Estuvimos un año de viaje, y al mismo tiempo que eramos turistas, yo visitaba las universidades para ver sus adelantos mecánicos y científicos. Me entusiasmó el ver que el trompo se había convertido en una base de giroscópio para estabilizar embarcaciones, y estaban experimentando otras cosas. Para algunas universidades me consideraban un genio, en otras, un loco. Al regreso, el taller se había convertido en un super negocio. Los carruajes de vapor corrian ya a unos 16 kilometros ¡por hora! Mi socio los había mejorado con unas ideas que le había dado antes del viaje, tales como frenos, un volante, etc . . . A Sghina se le ocurió ponerle cuatro ruedas con un sistema adosado al volante.
Yo habia aprovechado el viaje de luna de miel el cual también lo combiné con negocio. ¡Las ordenes llovían! Algunos de los sectores religiosos nos estaban acusando de cambiar el orden natural de las cosas. ¡Casi unos brujos!
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En los próximos diez años me dediqué a explorar de nuevo por todas las universidades del planeta para ir aquilatando los jóvenes más avezados en física, mecánica, metalúrgia, etc. Así podía apadrinar unos experimentos nuevos. Yo les daba la idea básica y suficiente dinero, y ellos la desarrollaban. Ellos tomaban el crédito por la invención y tomaban toda la fama, amén de mucho dinero y nosotros teníamos la exclusividad para desarrollar la producción en masa de los productos. Así, los “brujos” eran otros. De ahí salieron las primeras alas; los famosos “hand gliders”, una chiringa glorificada; un prototipo de un autogiro; un motor de vapor para buques; un tren. . ., etc. En fin, luego de haber estado aquí por 29 años eramos inmensamente ricos y habiamos hecho a otros ricos. El pueblo se convirtió en el centro industrial mas grande, todos los habitantes habían mejorado sus calidad de vida.
También éramos mecenas de varios artistas y establecimos varios museos de arte a través del planeta. También establecimos para nuestro empleados un plan de seguridad social donde se les pagaba parte del salario al no poder trabajar más, no importase la edad. En este planeta nadie se retiraba, seguían activos en sus trabajos hasta que el cuerpo o el espíritu no daba más. La idea gustó y pronto otras empresas copiaron la misma.
Con estos medios de transportación más rápida se había probado el bien de unir las secciones del planeta, y ya no nos consideraban “brujos”, bueno, al menos no la mayoría.
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Ya era hora de comenzar a experimentar con la electricidad.
Yo tendría, por mi medida anterior unos 64 años. Sin embargo, no me veo mucho mayor de cuando llegué. Los dos compañeros que conocí hace 29 años, que fueron capataces de las fabricas, están casi iguales físicamente, parece que aquí duran mucho más. Yo los convertí en socios en otras empresas que fuí desarrollando y mi esposa era la “chairperson”.
Siempre residiendo en GISLANE, engendré tres vástagos, dos varones y una hembra, los tres heredaron el bronceado y los ojos verdes de la madre. Sghina y su esposa tuvieron lo contrario, dos hembritas preciosas y un varón. Hubo boda entre mi nena y el varón de mi socio. Mi socio y amigo se convirtió en mi compadre!
Una tarde, rodeado de mi familia, mirando un atardecer en un lago de agua salada, se me aguaron los ojos al recordar a mi hija fallecida antes de llegar aquí. Tambien pensé, “Con tres hijos, una bella esposa y un fantástico negocio. ¡Al fin, hice algo útil con mi vida!”