En un segundo…
Él le pidió en matrimonio. Aquel no era el lugar adecuado pero consideró que era el mejor momento.
Ella, sorprendida, no supo qué decir. Finalmente, le respondió: “Este no es el momento ni el lugar. Cuando salgas del hospital, hablamos”.
El cáncer había llegado a sus vidas sin ningún aviso, sin dar señales, nada que les pudiera preparar para esta enfermedad.
Sin embargo, todo indicaba que se iba a recuperar. Él se esforzaba todos los días por luchar contra su nueva situación. Intentaba llevar con el mayor optimismo la “quimio”, hacía ejercicio, se alimentaba lo mejor que podía para recuperar fuerzas; en definitiva, estaba preparado para ganar la lucha.
Una noche cualquiera, como todas las noches, ella se despidió con un beso y un hasta mañana.
Ya en el parking, los padres de él, con lágrimas en los ojos, le cuentan la verdad.
“Ya no va a ver un mañana”, le dijeron. Ella no entendía nada. Todo iba bien, no sabía a qué se referían.
Cuando vio que la madre rompió a llorar desconsoladamente, se dio cuenta de que algo no iba bien.
“No pasará de esta noche. El cáncer ha podido con él”. Le explicaron que ya desde el principio se sabía que no había cura. Habían ido a pedir más opiniones médicas pero todas con el mismo resultado. Tenía los días contados.
Le pidieron perdón una y otra vez. Habían tomado la decisión de no decírselo a nadie para que sus últimos días fueran agradables.
Ella se quedó pálida, sin palabras, no se lo podía creer. Habían pasado solo 4 meses desde que le diagnosticaron el cáncer, y después comenzó a llorar, y siguió llorando durante mucho tiempo.
Esa noche fue una de las peores noches de su vida. La angustia, la culpa por no haberle respondido a su petición de mano, la tristeza por no haberle dicho un último te quiero, la rabia por no haber podido despedirse.
Esa noche él se fue y una parte de ella se apagó para siempre.
Precioso!!! Me encanta
Gracias María
Buenisimo.
Muchas gracias, Carlos