La concepción
Al terminar de recuperar el aliento ambos rieron, satisfechos. Never have they felt so free, so happy, so connected to another human being*. Entonces notaron que el recubrimiento sobre su pene se había desgarrado. Ni una sola gota de elixir vital se veía en su piel, pero un ligero hilo blanco caía del sexo de ella hacía su muslo. Su orgasmo se había derramado libremente dentro de su compañera mezclándose con la transparente prueba de su ovulación.
Extrañamente aquel hilo blanquecino entre sus piernas le provocó un nuevo orgasmo seguido de una pequeña carcajada. Esa reacción provocó un gemido de incomprensión y placer en él –“Mier…” –comenzó a decir– “Sh…. Cállate por favor. Solo ríe conmigo. Recuerda el momento en que nacieron tus hijas; todo comenzó con un momento más o menos como éste” –le interrumpió ella.
–“¿Acaso quieres…” –comenzó él de nuevo– “…quedar embarazada? –le interrumpió ella nuevamente–.“Mmmm… Serías un excelente padre, y ambos lo sabemos, y yo enloquecería como madre en estos momentos… Sin embargo, quiero ser madre en el momento en que mi compañero y yo podamos celebrarlo. Quiero que los 3, incluyendo al bebé, seamos felices desde el inicio.”
Él guardó silencio con cara de póker.
–“Escucha” –continuó ella con voz más serena– “Tenemos tiempo para resolverlo. Solo déjame…” –Esta vez fue él quien la interrumpió, pero con un beso inesperado. Todo su cuerpo vibró con ese beso, en especial su vientre que se expandió, se calentó y vibró vigorosamente. Mientras él la besaba, tocó su sexo y presionó la palma de la mano sobre el hueso de su pelvis.
–“Eres increíble” –susurró él con su voz suave y profunda.
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Mientras se bañaban rieron y conversaron bastante. Ella le decía que quizás sería divertido ver un bebito con su abundante cabello canoso. Él la besó en el cuello y le dijo que sería mejor una niñita de rizos alocados y caderas sensuales como las suyas.
Era un simple juego, un ejercicio de imaginación sin mayores repercusiones en sus corazones.
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Una vez en el parque cerca de la farmacia ella tomó la píldora en su mano y la acercó a su boca. Antes de tomarla junto al jugo de maracuyá que tenía en su otra mano, ella susurró algo en dirección al medicamento y luego se lo tomó con una sonrisa.
Él la observó en todo el proceso y dudó un segundo antes de que ella se tragara la píldora. Ella estaba loquita y de eso no había duda posible, pero sería una excelente madre y una increíble compañera… ¿o quizás solo quería decir compañía? Antes de poder responder a su propia pregunta mental, ella se tomó la pastilla y al terminarse el jugo lo miró directo a los ojos. La intensidad de su mirada la sorprendió.
–“¿Qué? ¿Ocurre algo malo?” –preguntó inquieta.
–“Nada” –respondió él y la tomó del cuello para acercarla a sí y estamparle uno de sus acalorados besos… el primero que le daba en público.
*Nunca se habían sentido tan libres, tan feliz ni tan conectados con otro ser humano.