LETRAS ASESINAS
Subió las escaleras hasta el cuarto de televisión.
Cogió el mando a distancia y la encendió. La pantalla quedó en negro y un
recuadro color azul con la leyenda “sin servicio” apareció justo al centro.
—¡Otra vez no habéis pagado el cable! —gritó para
que alguien en la planta baja lo escuchara.
Molesto, Maverick se dejó caer en el sillón
individual que se encontraba en un rincón de la habitación. Su vista recorrió
el cuarto, hasta que se detuvo en la mesita que estaba a la derecha de donde se
encontraba sentado. La portada del libro que descansaba junto a la pequeña
lámpara atrajo su atención. Sobre un fondo negro, una vieja puerta de madera
entreabierta dejaba asomar algunos destellos de luz, los cuales, llegaban hasta
la parte superior del libro donde se encontraba el título: “El Devorador”.
Nunca lo había visto antes. Lo cogió, y tras
darle una hojeada curiosa y rápida, lo abrió por la primera página y comenzó
con la lectura: “Corrió lo más que pudo hasta perder de vista a su perseguidor.
En medio del bosque, Simón encontró una vieja cabaña y decidió entrar para
refugiarse en ella…”.
La lectura atrapó a Maverick por completo, tanto fue
así, que las horas pasaron y no se percató de la poca luz que, para ese momento
del dia, apenas iluminaba la habitación. Dejó el libro abierto sobre sus
piernas y se llevó la mano izquierda al rostro para frotarse los ojos con sus
dedos. Al mismo tiempo, estiró su mano derecha para encender la lámpara que
estaba sobre la mesa. Escuchó el sonido que se generó al estirar la pequeña
cadena que colgaba desde el foco, y en ese momento, dejó de frotarse.
Abrió los ojos, y para su sorpresa, todo estaba
muy oscuro. Volvió a estirar la mano en busca de la cadenita para encender la
lámpara, pero no encontró nada. En su regazo tampoco estaba el libro.
Sobresaltado, se enderezó para sentarse en la orilla del sillón mientras
trataba de acostumbrar sus ojos a la oscuridad.
No tardó mucho en darse cuenta de que estaba
sentado en medio de una habitación desconocida y que, salvo el sillón en el que
se encontraba, no había absolutamente nada más. Antes de ponerse en pie,
agudizó sus sentidos para ver si podía percibir algún movimiento, algún olor,
algún sonido, algo que le fuese familiar. El silencio era sepulcral, y todo
indicaba que estaba solo en ese siniestro cuarto.
Se levantó y comenzó a recorrer lentamente aquella
habitación en medio de la penumbra.
Nada.
Salió de la habitación y se encontró con un
pasillo. En uno de los extremos, alcanzó a ver una escalera que conducía a la
planta baja y que era iluminada por la tenue luz de la luna que entraba por una
pequeña ventana. Caminó hacia ella, y antes de bajar, miró a través del
cristal. Por lo visto, se encontraba en medio de un enorme bosque de árboles
muy altos, cuyas hojas se movían lentamente a consecuencia del aire que
soplaba.
Un ruido en la planta baja atrajo su atención
apartándolo de la ventana. Decidió bajar, y aunque lo hacía lenta y
cuidadosamente, la vieja escalera de madera crujía a cada paso que daba. Al pie
de la misma se abría un espacio bastante amplio y diáfano en el que Maverick
descubrió, únicamente, una pequeña mesa de centro sobre la que reposaban, al
parecer, las páginas de un periódico.
Sus ojos se habían acostumbrado totalmente a la
poca luz. Se acercó a la mesa y cogió el periódico. En la primera plana, la
nota de ocho columnas comenzaba con el encabezado: “Extrañas desapariciones
alarman a la población”. Sin ganas de leer más, dejó caer el diario al suelo en
el mismo instante que volvió a escuchar el ruido anterior, solo que, en esta
ocasión, mucho más fuerte.
Volvió hacia el pie de la escalera, y al fondo de
la casa, alcanzó a ver un destello de luz. Con los nervios ya a flor de piel,
fue acercándose poco a poco, hasta que lo que apareció frente a él lo dejó
completamente en shock. Estaba de pie frente a la imagen real de la portada del
libro que había estado leyendo. Aquella vieja puerta de madera entreabierta que
dejaba entrar un destello de luz, estaba a un par de pasos de distancia de él.
Se acercó a ella hasta estar a punto de tocar el
pomo.
Un escalofrío recorrió su espalda justo antes de
que decidiera abrir la puerta. Una luz intensa lo cegó, no sin que antes
pudiera apreciar la silueta de una enorme figura encapuchada abalanzándose
sobre él. Sintió un fuerte golpe, y a partir de ese momento, no volvió a sentir
nada más.
Una joven recorría los angostos pasillos de una pequeña
librería buscando un ejemplar. Al intentar coger uno de la repisa superior de
uno de los estantes, otro de los libros cayó al suelo quedando con la portada
boca arriba. Los ojos de la chica se posaron en él y se agachó para recogerlo.
Una vieja puerta de madera estaba al centro de la imagen dejando entrar un
destello de luz que iluminaba el título del libro: “El Devorador”.
Después de estudiar cuidadosamente la portada, la
chica abrió el libro por la primera
página y comenzó a leer: “Corrió lo más que pudo hasta perder de vista a su
perseguidor. En medio del bosque, Maverick encontró una vieja cabaña y decidió
entrar para refugiarse en ella…”.