Nadie está a salvo
La pequeña tienda de ultramarinos de Amparo, estaba situada en la única calle adoquinada del pueblo. Los grandes centros comerciales habían hecho mermar notablemente su clientela y sobrevivía de las compras de las parroquianas del barrio, que más que comprar, iban allí a chismorrear y a ponerse al día en los asuntos de actualidad de la zona.
— ¿Te has enterado Amparo?, yo ya no sé qué le pasa a la gente, mira, otra chica muerta, pobrecita, has visto, al parecer estaba liada con su profesor de gimnasia y anoche la encontraron semienterrada en un campo. Qué barbaridad. Pero una cosa te digo… que ya son ganas de complicarse la vida, porque él era un hombre casado y con familia, pero parece que ella estaba obsesionada.
Amparo la escucha con rabia contenida, le está costando digerir la noticia, pero oír como su narradora culpa a la pobre chica, le destroza el alma.
—Así son las chicas de ahora, no tienen límites, pero de eso tienen la culpa los padres, las madres sobre todo, que no saben educar y las dejan hacer lo que quieren, se visten como fulanas con todos esos tatuajes, pendientes en la nariz o en la boca y esos pelos de colores. Si nosotras nos hubiésemos llegado a vestir así, menuda hostia nos habríamos llevado —mientras comprueba la calidad de un melón, dando unos golpes en el, continua—. Yo le digo siempre a mi hija Tere, que una mujer se tiene que hacer respetar, que somos sagradas, porque damos vida y si vamos por ahí vestidas así, ¿qué hombre nos va a tomar en serio? A los hombres les gustan las chicas así para una sola cosa, pero para formar una familia les gustan las chicas de casa, no las que han pasado de mano en mano. Últimamente se había puesto un poco rebelde Tere, cosas de la edad, le había dado por ir con un grupo de esas que salen a gritar a la calle, de las que van con las tetas al aire y quieren poder abortar cuando quieran. Por suerte se ha echado novio, y es un excelente muchacho. Tú conoces al padre, es el dueño de la tienda de muebles, esa que está en la avenida. Sí, sí, ese, cierto que la mujer se fue cuando los chicos eran pequeños, pero él los supo criar bien a Nacho y a su hermana, un cielo los dos, la nena es calladita, un amor, ojalá Tere coja el ejemplo, que bastante contestadora me ha salido.
Por suerte este chico enseguida la a puesto en su sitio, lo que es el amor, he. El otro día iban a salir a cenar con unos amigos y él hizo que se cambiase de ropa, le dijo que con ese escote él no la llevaba a ningún lado, y ella se puso un suéter y arreglado.
Hay que cuidar a las chicas, porque con esto de las feministas y esas tonterías, se están perdiendo los valores. Yo le dije a Tere, que si quería conservar a Nacho iba a tener que portarse bien y no ponerlo en ridículo, a ningún hombre le gusta que su novia sea amiga de otros chicos ni que se vista provocativa, eso les avergüenza.
Yo a ella le doy permiso hasta tarde si va con él. Es un chico de familia, muy serio. Pero para que salga con las amigas la controlo más, y es que las chicas solas se juntan para ir de busconas, y ahora que está con Nacho, no quiero que haga nada que a él no le guste, que humillación sería para el pobre chico.
Ay sí, lo vi por la tele, esa nena discapacitada de la que abusaron, que horror, ¿dónde estaba la madre? eh ¿dónde estaba? No sé para qué tienen hijas si después las dejan tiradas a la buena de Dios. Menos mal que no la mataron. Habría que meter en la carcel a la madre, por abandono, porque la nena estaba todo el día sola, y la madre a saber dónde se encontraba, porque trabajar, con las pintas que tenía, ya te digo yo que ni hablar. Les
ofrecen trabajo y encima quieren ganar más que tú.
Es como te digo, Amparo, a las chicas hay que cuidarlas, hay que enseñarles valores, porque con eso de la libertad, mira como estamos, cada vez matan más mujeres. Y es que, ¿sabes que pasa? Que antes una sabía que para que la pareja se mantenga había cosas que había que aguantar, pero ahora las mujeres se han vuelto violentas, le discuten a gritos al marido, los enloquecen, y si encima ellos han bebido o están nerviosos por el trabajo, pasa lo que pasa… así suceden las desgracias.
Bueno, te tengo que dejar, Amparo, mañana hablamos. Ah, no, mañana no, porque tengo reunión en la escuela de la pequeña.
Parece que hay una chica que está embarazada, una nueva, trece años tiene, y la verdad, las madres queremos que se tomen medidas, que se la expulse o algo, no va a venir a podrirnos a las nuestras que están a salvo.
Abona la compra y carga con las bolsas cuando un coche de la policía pasa por delante de la tienda, uno de los agentes la reconoce y da marcha atrás, dos agentes jóvenes bajan del vehículo y se acercan a ella. Uno de ellos le habla y Amparo ve como a su amiga se le caen las bolsas de la compra y de derrumba.
—Lo sentimos mucho… estamos intentando localizar a Nacho —dice el otro agente.
— ¿Pero qué ha pasado? —pregunta Amparo a los policías mientras intenta consolar a su amiga que permanece en el suelo.
Día sin cole
Hoy mi mamá me ha despertado para ir al cole, pero me ha dicho que no me ponga el uniforme. Ha sacado del armario un vestido oscuro que no me gusta nada y me ha dicho que me arregle.
A mí me gustan los vestidos de colores, o de flores, o con las dos cosas, pero mi mamá ha insistido en que tiene que ser ese. Puesto aún me gusta menos, pero me resigno, me hago una coleta y bajo a desayunar.
Algo raro pasa… en la cocina están mi papás y mi hermano en silencio y vestidos muy elegantes. Mi papá con un traje negro, mi mamá con un vestido oscuro y mi hermano tampoco lleva el uniforme del cole, sino unos pantalones negros y una camisa gris. Me estoy empezando a asustar. ¿Se habrán entrado que se me cayeron las temperas sobre la muñeca que me trajeron los reyes magos y estarán enfadados?
A Lucas, un compañero que hizo cosas malas, un día sus padres fueron al colegio vestidos también muy elegantes y se lo llevaron. La profe nos dijo que se lo llevaban a un reformatorio. Yo no quiero ir a un reformatorio…. Ni siquiera sé lo que es, pero seguro que allí no estarán mis compañeros de clase, y yo quiero estar con ellos, que son mis amigos.
Me siento en la mesa sin hacer ruido, no quiero que se enfaden más. A lo mejor si me como todo el desayuno y me porto bien, no me llevan al reformatorio.
—Sara, hoy no hay clase, pero vamos a ir al cole igual —dice mi mamá con la cara muy triste.
Ahora si me estoy preocupando de verdad. Si no hay clase, ¿Para qué vamos a ir al cole? A lo mejor dice cole para no decir reformatorio y que no me asuste. ¿Les digo que lo de las acuarelas fue sin querer? Mejor no, primero voy a ver a donde me quieren llevar.
—Mami. Y si no hay clases… ¿Para qué vamos a ir al cole? —le pregunto temiendo que la respuesta no me guste.
—Hija, hoy vamos al cole a manifestarnos. A la hermana de Ana, tu amiguita de clase, le han hecho cosas malas —me dice mi mamá, aunque no me queda nada claro.
No sé lo que es una manifestación ni conozco a la hermana de Ana; lo único bueno es que no ha nombrado el reformatorio, pero aun así, voy a acabarme el desayuno y a portarme bien por si acaso.
***
Cuando llegamos al colegio, comienzo a tener más dudas. Hay más gente que un día de clase… profesores, papás y mamás por todos lados, muchos de ellos con pancartas y niños de todas las edades en el mismo patio, pero lo que más me llama la atención es el silencio que hay. Veo que en el patio de infantil están algunos de mis compañeros de clase, y le pregunto a mi mamá si puedo ir con ellos. Me dice que sí, pero que no corra ni me mueva de allí. Me acerco donde están mis amigos que también van vestidos sin el uniforme del cole.
—¿Alguien sabe que pasa? —pregunto al grupo que estaba sentado en un banco.
—¿No te has enterado? —Responde rápidamente Paula, que es la más lista de la clase—. Mis papás me han dicho que estamos aquí para manifestarnos por que ha muerto la hermana de Ana.
Ahora si que no entiendo nada. Aunque sigo sin saber que es manifestarse, no comprendo porque hay que hacerlo porque se haya muerto la hermana de Ana. El perrito de mi tete se murió hace unos días y nadie se manifestó, mi papá hizo un agujero en el jardín y lo metió allí, pero no nos manifestamos. La verdad es que me da un poco de rabia que Paula lo sepa todo, pero creo que es la única que me puede aclarar que es eso de manifestarse, y sobre todo, porque no vinieron todos cuando se murió nuestro perrito Rufux.
—Paula, ¿Qué es eso de manifestarse? —le pregunto un poco avergonzada por si es una tontería y se ríe de mí.
—La verdad es que no lo tengo muy claro, pero mis papás dicen que hoy había que venir aquí a manifestarse porque han asesinado a la hermana de Ana, y eso no se puede permitir. Así que, según me han dicho, nos manifestamos para que no pase más —aclara Paula.
—Paula, habías dicho que se había muerto, no que la habían asesinado.
—Es lo mismo boba… si te asesinan te mueres.
—Ahhh. ¿Y por qué la han asesinado? —sigo preguntando intrigada.
—Ha sido por violencia de género —interviene Alberto, que no hace más que hacerme rabiar en clase tirándome bolitas de papel.
— ¿Y qué es eso de violencia de género? —sigo preguntando.
Esta vez no hay respuesta porque el profe de gimnasia, el señor Don Amalio, se acerca a nosotros muy enfadado para decirnos que vayamos a nuestro patio con todos los demás.
Todo esto de la manifestación, el asesinato y lo de la violencia de género tiene que ser muy grave, porque Don Amalio es el profe más simpático que hay en el cole, siempre se porta muy bien con todos y es muy amable, pero hoy parece muy enfadado, nunca lo había visto así.
Nuestro patio está lleno de gente, y casi todos están colocados detrás de una pancarta donde pone “BASTA YA – NI UNA MÁS” con letras muy grades.
Mi mamá y mi papá están en primera fila sujetando la pancarta y me llaman para que vaya con ellos. Me pongo allí, junto a mi mamá, en ese momento suenan las campanas de la iglesia que dan las doce y de repente todos comienzan a gritar una y otra vez: BASTA YA, NI UNA MÁS.
En ese momento no sabía que años más tarde ese sería mi grito de guerra.