Perentorio
Tengo ganas de hablar contigo,
de las nubes y las estrellas,
o de que tal estuvo el día,
abrazar tu mano y darle un beso
mientras tus ojos miran al universo.
Tengo ganas de
ver tus ojos
brillantes y penumbrosos,
pequeños y facinerosos,
mirarlos un poco
y ver mi alma atrapada en ellos,
la luna no ha respondido
los gritos ebrios de ausencia
que he arrojado a orillas del mar,
el sol guarda silencio
y mi boca llena de brisa
ya no puede cantar
las canciones de mi boca
pues también es la boca tuya
y todo es silencio.
Tengo ganas de tu aroma
que no encuentro ya
en los raudales de mis ideas
y el mar no huele a sal
ni la brisa huele a perennidad
y ni el café puedo sentir
pues hace un tiempo mi nariz
ha dejado de ser mía,
tengo ganas de besar
y mis labios no encuentran
la perentoriedad de tu piel
y mi cuerpo que no es mío
busca entre laberintos
la cadencia de tu cintura
y tu beso ansioso
pero solo encuentro vacío al mundo
y a mí mismo un poco más,
la noche está estrellada
y parece ser tan bella,
y yo sin ojos
ni manos
ni labios
ni alma,
estacionado en la puerta del cielo
esperando que vuelvas
o me devuelvas lo que te robaste.