Deseaba darle un cuerpo a “Mis Momentos” donde pudiesen confluir, encontrarse y descansar juntos. Donde ellos me esperasen unidos para volver a revivirlos. No quería que muriesen en el cajón de la mesita de noche o en uno de la estantería o que desde allí también fuesen a convertirse en polvo. Sólo una parte, como son estos treinta y cinco, porque otros seguirán esperando hasta que tengan su espacio. Momentos que fueron surgiendo de los sentimientos por la pérdida y ausencia de algunos seres queridos, por el vacío del amor frustrado, por las vibraciones de la soledad, por encuentros conmigo misma y con la naturaleza, por el miedo y su silencio…

Sobre todo, deseaba darles un cuerpo, para que con el paso del tiempo y de mucho tiempo… otras generaciones, como es la de mis nietos, pudiesen seguir encontrando a la abuela en algo más permanente…