¿qué pensarán los carniceros?
absorbo delirios,
reflejados en el vidrio trasero de un barco que ya no navega desde hace un tiempo.
de uno que ya no quiere navegar.
me pierdo en algunos agujeros de mi persiana,
en los taladros que me taladran.
en el sollozo hambriento de tu alma.
tu tacto desgarra, pero depura. abandona,
me deja en soledad y después vuelve. con locura.
cae el muro de berlín una vez más. derrochando desde el alma
un pentagrama sin notas.
la memorización de cada blues se intensifica,
se acuesta en tus párpados.
y, en las ultimas notas de un cuaderno incompleto,
el lápiz contornea un castillo que se desarma en el suspiro del sudor
que se desliza;
cansado de jugar.
cuatro balas me atraviesan la garanta cuando el sol incendia la piel,
ahora que la noche es más cálida.
en el pasillo, dejo mis zapatos.
y un flechazo equivocado por la ciudad de las luces bajo tu lengua.
y me pregunto qué pensarán los ceniceros.
ahora que no sienten
la yema de tu índice rozando el mármol con lágrimas que queman.
aferradas a una espera
(inevitable),
que se cuela y no deja salir.
¿qué pensarán los ceniceros?,
me pregunto.
me pregunto.
me pregunto.