Te veo…

Te veo…

Te veo…
…y comprendo, con una sonrisa, que eres mi espejo.
Me reflejas.
Por eso me veo cuando te veo.

Veo la luz de la inocencia que brinca y salta en mi propia conciencia cuando en tus ojos me pierdo.
Veo el calor de mi risa en el brillo de tu mirada, cuando te miro.

Oigo las palabras que mi conciencia ya me ha dicho al oído salir de forma alegre y espontánea de tu alma.

Escucho el repiqueteo de mi risa estruendosa en el silencio deleitante de tu mirada.

Te veo y me veo

Río y disfruto

¡Vivo!

Porque de eso se trata la vida que Cronos, Hades y Marte nos dejan, luego de devorar nuestros anhelos, nuestros suspiros y nuestros deseos.

Te veo y me veo
Y porque me entiendo te entiendo.

Me reconozco en lo poco de tí que me muestras.

Válidas con tu sola existencia la irreverente maraña de manías perfeccionistas que se extienden en mi alma…
…y eso simplemente, me gusta.

Nos veo
Y simplemente me deleito en la manifestación de la vida anudada a la conciencia,
aunque sea ésta, esposa obligada de la racionalidad extrema.
¡No importa!

Simplemente nos veo y sonrío

…y luego me miro y me digo:
“¡Que carambas! Vivir es lo mío, y sobretodo vivir a mi estilo”




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