Vacaciones
Francis se encontraba en el mejor momento de su carrera. Después de años de de estudio y esfuerzos, había logrado ascender a CEO, de la empresa que pasó parte importante de su vida. Los primeros días en su nuevo puesto fueron duros, tuvo que adaptarse a un mercado salvaje, el cual no perdona ningún error.
A pesar de esto, llevaba el talento para dirigir en su sangre. Con varias inversiones exitosas, logró consolidarse en las ventas. Ganándose el respeto tanto de la competencia como de los miembros de su propia compañía, quienes no le tenían demasiada confianza.
Pero para conseguir tan buenos resultados, tuvo que trabajar más de la cuenta, quedando saturado, exhausto. Esto le trajo varios problemas de salud, que nunca había tenido. Su médico y amigo de toda la vida, le recomendó que se tomase unos días de descanso, alejándose de su trabajo.
Al principio, Francis, se resistió a irse de vacaciones, ya que llevaba poco en su puesto y no quería dejar las riendas de la empresa ni un segundo. Aunque tras separarse de su pareja (con quien llevaba casi 10 años), quedó destruido. Ya no podía seguir ni un día más en la ciudad. Por lo que decidió desconectarse, no sin antes dejar una larga lista de instrucciones, para quien debía suplirlo.
De todas las opciones que tenía, eligió viajar a ciudad costera de Setri, lugar al que iba de pequeño y donde tenía una infinidad de buenos recuerdos. Decidió partir de inmediato, sin empacar nada. Si necesitaba algo, lo compraría allí, dinero no le faltaba.
Mientras viajaba en el avión – en primera clase- no paraba de pensar ella. Diez años, casi un tercio de si vida juntos, a hora tirados a la basura. Se habían conocido en la facultad de economía. Desde el primer momento en que se vieron, supieron que eran el uno para el otro. Siempre se buscaban con la mirada, trataban de estar juntos. No pasó mucho tiempo, hasta que él, decidiese dar el primer paso. Una cita le siguió a otra y en poco tiempo se hicieron pareja. La relación prosperó, siendo sólida, pareciendo que nunca terminaría.
Pero las relaciones se gastan, envejecen al igual que las personas. Pronto en la vida de Francis, relación y trabajo, se chocaron. Intentó mantenerlos a los dos, más inútiles fueron sus esfuerzos. Después de varias peleas, tuvo que tomar una decisión, que le costó la ruptura de su amor.
Al recordarlo, se largó a llorar, la echaba de menos. Cansado y compungido, se recostó en el asiento e intentó dormir el resto del viaje. Tuvo sueños extraños, en los cuales solo encontraba confusión. En uno, todavía era un niño, jugando con sus amigos, era feliz, pero todo se desvaneció rápidamente. Un ruido lo despertó, ya habían llegado.
Tras aterrizar y realizar todos los molestos procesos, que sufre todo viajante, se encontró frente a una bella ciudad. Aún más radiante e imponente de como la recordaba. Esto lo animó, sacando una sonrisa, alejándole la tristeza.
En un pequeño puesto, a la salida del aeropuerto, compró una camisa floreada, la cual le quedaba grande, pero a su vez le era cómoda y aireada, más acorde al caluroso clima de Setri. Si bien no le quedaba tan bien como su traje negro, esto no le importaba en lo más mínimo, estaba de vacaciones. También reemplazó sus zapatos, por unas sandalias, ya estaba listo para disfrutar.
Por donde miraba, se encontraba con gente cálida, armoniosa. Era un lugar perfecto para estar. Ya se imaginaba viviendo allí, incluso abriendo una sucursal de la empresa, desde donde tomaría las
decisiones.
Mientras caminaba, relajado a la vez que atento, viendo todo con detalle, por las calles de piedras, antiguas, como la ciudad (pero en muy buen estado). Llegó hasta una plazoleta, se encontraba en una zona alta, desde la cual podía ver las interminables casas, que desembocaban en las famosas playas de Setri. La vista lo maravillaba, existía una asombrosa sintonía entre las formas de la naturaleza y las construcciones humanas.
El paisaje lo sorprendía, se sentía con una paz, que añoraba desde hace mucho. Aunque lo que lo sorprendió verdaderamente fue una mujer que vio, de ojos azules. Por un momento, quedó quieto, estupefacto, contemplando a aquel bello ser. Reparaba en cada detalle, su modesta figura cubierta por una blanca tela, su reluciente sonrisa, radiante de vida, su mirada atrapante, de la cual era imposible escapar. Su corazón comenzó a latir fuertemente, la deseaba, sabía que no encontraría a otra como ella. Era única.
Francis, enrojeció, cuando notó que ella también lo estaba mirando. Su mente se llenó de dudas, “¿se estaría riendo de mí?”; “¿sintió lo mismo que yo?”, pensaba una y otra vez. Le costaba decidirse por alguna de estas opciones.
Pero no tuvo tiempo de seguir especulando, ya que la joven, sin dejar de sonreír, hizo un ademán, de que se acerque. El hombre no titubeo y se encaminó hacia ella. Aunque ni bien dio el primer paso, la mujer comenzó a correr deteniéndose en la otra punta de la plazoleta.
Francis confundido, se detuvo, “¿acaso había sido una broma?”, ¿O se habrá asustado?, pensaba. Volvió a mirarla.
Ella se encontraba apoyada sobre una pared, mirándolo, con su cara angelical. Se rió, enrojeciendo por un momento sus blancos cachetes. Luego se repuso e hizo devuelta el gesto, esta vez con más entusiasmo.
Devuelta él se le acercó, repitiéndose lo sucedido, ella inmediatamente cruzó hacia la otra calle. Lo miro, volviéndolo a llamar. En ese momento, el empresario, comprendió el juego, gustándole.
Durante un largo rato, la fue siguiendo por los barrios de Sepri. Siempre sin poder alcanzarla. A Francis, le parecía un hermoso sueño, lo que le estaba ocurriendo, aunque sabía-por suerte-que era real. Estaba teniendo un nuevo comienzo, en su vida amorosa.
Tras una incontable cantidad de calles, se tropezó y cuando se recompuso la perdió de vista, esto lo desesperó. Rápidamente se sacó las sandalias, para ganar velocidad. El suelo le quemaba los pies pero no le importaba, era capaz de caminar sobre lava si eso lo conducía a ella.
Por un momento pensó que la había perdido definitivamente, aunque al doblar, por donde creyó que había pasado, tuvo una corazonada. Se encontraba frente a una casa, rústica, un poco descuidada, con la puerta de madera entreabierta. Dudó en entrar, aunque la tentación fue mayor y decidió ir tras su amor.
Al abrirse, la puerta hizo un chirrido muy agudo, que le molestó a Francis, luego al cruzar hacia el interior, trató de hacer un esfuerzo para ver, pues la habitación se encontraba prácticamente a oscuras. Escuchó un ruido y vio a un hombre atado y amordazado contra la pared, quien lo observaba con miedo, mientras que se movía tratando de soltarse. En ese momento, supo lo que sucedía, aunque ya era tarde.
De repente, la luz se prendió, mostrando a un hombre, de tez negra y terrible aspecto, quien lo apuntaba con un arma. Francis, se colocó las manos sobre la cabeza, no quería que le hiciesen ningún daño, prefería cooperar, dar todo su dinero a ser golpeado, o cosas aún peores.
Mientras le metían una mano en bolsillo, para sacarle sus pertenencias, él levantó su vista, en otra habitación, ella lo observaba fijamente, con sus ojos azules y su encantadora sonrisa.
Mariano Lena
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