CASA MISTERIOSA

CASA MISTERIOSA

Cuando se acercó a mirar por un hueco que había en la puerta de entrada de aquella casa  en total estado de abandono, un potente rayo de luz celeste salió por él, encandilándolo.

Fue un instante y volvió a notar la semi-penumbra del atardecer. No insistió y como su casa quedaba a cinco cuadras de ahí, volvió, pensando en todo lo que se rumoreaba en el pueblo de esa construcción deshabitada.

Que una pareja había edificado en ese solar con mucho entusiasmo, pero con tan mala suerte que antes del año de estar viviendo en dicho lugar, fueron protagonistas de una tragedia doméstica. Era un domingo de enero muy luminoso. Se perfilaba ya un mediodía con temperaturas arriba de los treinta grados. La señora se levantó, se bañó y se puso el vestido celeste que tanto le gustaba a su marido. El había ido temprano a la panadería donde trabajaba y ella pensó en sorprenderlo con una torta de puerros y milanesas a la napolitana, una de sus comidas predilectas. Los años sin poder quedar embarazada y el estar solos, parecía acentuar  a veces los celos infundados del marido.

Siempre  encontraba un tonto motivo para explotar, pero inmediatamente se arrepentía pidiendo perdón.

En la panadería recibió un llamado telefónico de una vecina pidiéndole  que vuelva rápidamente a su casa, porque la señora había sufrido un accidente.

Esa vivienda disponía de un amplio fondo donde cultivaban   hortalizas y criaban   algunas gallinas y patos. A veces, las gallinas escapaban del gallinero y en sus andanzas hacían nido en cualquier lugar, depositando allí sus huevos.

El caso es que la señora, dispuesta  a completar los ingredientes que le faltaban para poder cocinar, fue a recoger huevos y antes de entrar al gallinero alcanzó a divisar un nido con tres huevos, debajo de un tupido matorral. Prestamente se arrodilló, metió la mano para llevárselos, cuando sintió un pinchazo seguido de un profundo dolor, viendo deslizarse velozmente del lugar a una yarará adulta. Fue tan desgarrador el grito que pegó que de inmediato estuvo a su lado su vecina lindera, encontrándola tumbada, gimiendo y sin poder levantarse. Con celeridad llamaron  al servicio de asistencia médica que no tardó en llegar, ingresando a la  Policlínica a los pocos minutos. Llegado en su bicicleta el marido y enterándose a grandes rasgos de lo que había sucedido, volvió en su vehículo de dos ruedas detrás de la ambulancia, rumbo a la Policlínica.

La señora falleció antes de las veinticuatro horas.

Destruido, sin lograr aceptar la realidad, el marido vivió allí unos tres meses; puso la casa en venta, la vendió y se fue.

Los nuevos dueños eran un matrimonio con dos hijos de siete y diez años. Cuando hacía seis meses que  vivían allí, vino a visitarlos un familiar que estaba radicado en Panamá, quien los felicitó por la compra de la vivienda. El dueño de casa le comentó que tenían  planes para ampliarla y mejorarla, pero que había algo que los estaba frenando. El recién llegado les dijo que si se trataba de dinero, él podría ayudarlos. Al agradecerle y contestarle que no, que se trataba  de algo mucho mas grave, le picó la curiosidad  al forastero  por saber de que estaba hablando. Dada la expectativa que se había creado en torno a “algo que era mucho mas grave”, el hombre de Panamá al fin pudo saber que en la casa pasaban cosas muy extrañas. El pariente le contó primero quienes eran los dueños anteriores y de cómo había muerto la señora. Ahora sucede, le dijo, que en horas de la madrugada, un rayo de luz celeste, surge y se irradia desde el matorral que está al lado del gallinero. También en noches de tormenta –continuó- oímos gritos desgarradores de mujer y el perro ladra de continuo en dirección al matorral del gallinero, como si hubiera alguien allí.

Por todo lo que me cuentas, dijo el visitante, lo que tendrías que hacer es hablar con algún cura, para que proceda a limpiar la casa por medio de un exorcismo. Es evidente que esta casa está llena de energía negativa.

No puedo hacer lo que me pides, le contestó el dueño de la casa, pues  como tu sabes bien, soy ateo de toda mi vida.

El familiar se fue, pasaron los días y la situación seguía igual. Cansados de todo esto y teniendo en cuenta que pudiera agravarse, al año surgió un negocio y la casa fue vendida. Los nuevos compradores eran un matrimonio de jubilados que tenían un hijo soltero que se fue a España usufructuando una Beca, hace varios años y nunca más volvió. Muy reservados, mas allá de saludarse con los vecinos, no había otra comunicación. Sólo un amigo, funcionario del único banco, supo que, a seis meses de vivir allí, viajarían a España por invitación del hijo, quien ya les habría enviado los pasajes de avión.

Partieron él y su señora por tres meses rumbo a España, pero nunca  nadie supo que pasó porque jamás regresaron.

Desde entonces la residencia permanece cerrada, amueblada, con vidrios rotos, rodeada de yuyos, desde hace seis años.

¿Qué misterios encierra? ¿Cuánto tiempo mas seguirá con las mochilas cargadas?

Hay quien dice que lo de la víbora es mentira. Que la mujer en realidad fue envenenada por su marido, por creer que le era infiel. Dicen también que cuando ocurrió la tragedia fue investigado y quedó libre de sospechas y ante la posibilidad de que se reabriera el caso, se fue apresuradamente del país. Hay también quienes comentan que no se le ve más porque está preso.

Sea como fuere, la casa está ahí, el misterio también. Quedó flotando el susto del amigo que se acercó al agujero de la puerta y recibió el rayo de luz celeste. Al principio la casa era blanca, bien blanca. No se si será debido al transcurrir del tiempo, ahora está quedando gris, cada vez más oscuro, o tal vez por la desgracia que sigue respirando.

Hablando de Roma…! Ahí viene llegando mi amigo, notándose en su cara preocupación y nerviosismo, para decirme, jadeando, que con la tormenta de viento y agua de anoche hoy amaneció la tapera derrumbada. Paredes, vigas, puertas, ventanas, techo, todo, todo está en el suelo. Es un  solo  picadillo; no hay nada que sirva. Por fin se van a terminar los rayos celestes…y otras cosas. Muchos me dijeron en la cara que lo del rayo celeste era un invento mío, pero yo los quisiera ver en mi lugar, si cuando me acuerdo no dejo de temblar. Vengo de hablar con otras personas para pedir una entrevista con el Alcalde para que, lo más rápidamente posible, ordene el retiro de esos escombros.

Antes de que el amigo se fuera, vino como una saeta, un   extraño pájaro celeste, que posándose en un hilo del tendido de energía eléctrica, comenzó a emitir unos gorjeos muy raros, que al oírse como lejanos, semejaban una voz femenina.




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